Dólar, tarifas, salario e inflación
Arrancó el año electoral
Después del guiño a la derecha, el giro a la izquierda
2021. Escenario Zig Zag
Las PASO.
Un comentario sobre el REM
Qué el salario le gane a la Inflación
Una mirada en el espejo de la región
El contundente giro al FMI después de la carta de la vicepresidenta alertando sobre los riesgos del bimonetarismo mientras la brecha cambiaria llegaba al 130% en octubre pasado, entró en un impasse. Una vez que las aguas se calmaron y la brecha cambiaria volvió a la zona del 70% (CCL en $153), la prioridad vuelve a ser la próxima elección. En el medio, la expectativa de recapitalización del FMI después de la reunión de los Ministros de Economía del G7 que le dejaría a la Argentina US$3.300 millones en Degs cuando se efectivice, y la visualización de un salto en las exportaciones agrícolas impulsada por los precios y ahora las lluvias.
No pareciera haber una lógica económica detrás, la lógica es política. La pregunta es si como en el pasado, la lógica política es funcional a las elecciones o se convierte en un boomerang que termina afectando el resultado producto de las inconsistencias recreadas. El esquema electoral (con o sin PASO, y/o si hay cambios en el calendario que postergan la elección) y el armado político del oficialismo y de la oposición que se termine convalidando no es inocuo para esta trayectoria.
Hasta ahora nosotros manejábamos dos escenarios para 2021.
Uno con plan de estabilización y acuerdo con el FMI que permitía recomponer los precios de los bonos y reducir la brecha cambiaria en el marco de un programa fiscal, monetario y cambiario consistente. Esquema que permitía apuntalar el rebote de la economía y un salto en la tasa de inflación que permitiera licuar el overhang de pesos recomponer parte del atraso de precios rezagados durante la pandemia. Escenario al que parecía habían girado en octubre pasado cuando el salto en la brecha cambiaria los asustó. Otro escenario “inestable”, donde el intento de maximizar el corto plazo, postergando el acuerdo con el FMI y/o avanzando en uno que sólo refinancie los vencimientos, manteniendo un déficit en torno al 4,5% presupuestado, con la inconsistencia monetaria resultante del esquema de financiamiento, e intentando usar como semi ancla el dólar y las tarifas para intentar mejorar los salarios reales terminaba coordinando un salto en la brecha cambiaria y un nuevo cambio de régimen inflacionario.
El primer escenario hay que tacharlo. Claramente el gobierno prioriza la próxima elección. Pero también sabe que si pifia en el intento de maximizar el corto plazo el riesgo de inestabilidad financiera está presente. De ahí el zigzag en las decisiones que va tomando una coalición de gobierno diversa, cuya prioridad es que no se rompa y lleguen juntos a la elección. El guiño a la izquierda para girar a la derecha, cambia de dirección cuando la coyuntura lo permite o lo requiere.
La principal válvula de escape de las inconsistencias, es la brecha cambiaria.
De momento, esta está desacoplada de los precios de los bonos en dólares que siguen en valores cercanos a los de recupero. En alguna medida, la intervención vía cambios regulatorios en la operatoria del contado con liquidación sumados a la intervención directa via venta de reservas en el CCL lo permite. Si el BCRA puede comprar dólares en el MULC sin pisar de más las importaciones y sin generarse una disrupción financiera por el intento forzado de refinanciar la deuda de provincias y empresas, tiene algún margen para seguir interviniendo en la brecha.
En cualquier caso, el esquema es en exceso cortoplacista y aún si llega, va a requerir un cambio después de octubre. A diferencia del cepo anterior, donde el “estabilizador” eran los dólares en las Reservas, esta vez dependemos de los dólares del “flujo” para que no se desestabilice. Y los dólares del flujo dependen de la suerte (el precio de la soja o que el FMI emita finalmente Degs), del riesgo de inconsistencia nominal que puedan generar entre el manejo del dólar y la tasa y fundamentalmente de que no se coordine un conflicto que postergue la salida de la cosecha. De ahí que la amenaza de más retenciones al campo para que limiten la suba en los precios de los alimentos, duren apenas un fin de semana.
El escenario zigzag incluye, alguna consolidación fiscal consistente con un déficit primario en torno a 3,6% del PIB, financiado 2,1 p.p. con emisión monetaria (utilidades del BCRA por $900 mil millones) y el resto con colocaciones netas en el mercado de pesos. Los vencimientos de pesos y de dólares: $1,5 billones y US$10 millones respectivamente, se rollean. Esto implica algún acuerdo de transición con el FMI.
En este escenario, el BCRA reduce el crawling un poco más rápido al principio, pero no tanto como anunció el Ministro ¿dólar de $120/125 en diciembre? con una brecha más alta ¿80/90%?. La tasa por ahora no sube y sólo lo harían si la inflación (contenida con controles y freno en el crawling) no desacelera. La lectura del Gobierno es que el aumento en la inflación es transitorio..
En este escenariol salario no le gana una inflación que termina en 43% (salarios en 36% y tarifas en 23%), pero le puede ganar en los meses electorales. La economía crece en torno al 6%, en gran medida por el arrastre que dejó 2020. El riesgo de entrar en el zigzag y correrse al escenario inestable frente a una disparada en la brecha cambiaria coordinada por la dinámica política, sigue estando. Pero aún funcionando el zigzag, las definiciones se postergan, una vez más, para 2022.