Justo cuando el BCRA había logrado poner una pausa a la caída de Reservas gracias a que comenzó a entrar el financiamiento puente negociado con las cerealeras y algunos de los dólares del acuerdo entre YPF y Chevron para la exploración de una de las áreas de Vaca Muerta, la generalización del conflicto con la policía provincial iniciado en Córdoba y la extensión de los episodios de saqueos a varias de las principales ciudades del país, abrió un nuevo frente que amenaza al intento de la política de ganar adelanto cambiario. En este sentido, la aceleración en el ritmo de aumento del dólar a la zona del 57% anualizado en noviembre y por encima del 100% en lo transcurrido de diciembre (6% mensual) sería parte de esta “estrategia” de la política de intentar ganar algo de competitividad en cuotas, apuntando a finalizar la corrección cambiaria antes de que empiece a salir la cosecha gruesa con el objetivo de alinear la nominalidad de la tasa de interés y la tasa de devaluación para entonces y generar los incentivos correctos en pos de normalizar la cuenta corriente cambiaria. Y es que justamente es el diferencial entre estas dos tasas, en plena corrección cambiaria y sin un BCRA dispuesto a subir la tasa de interés para moderar la corrida, el que juega exactamente al revés acelerando la demanda de divisas para pagar importaciones y retrasando la liquidación de la cosecha de este año hasta tanto el ritmo de corrección cambiaria se modere. Siendo esto lo que en los últimos dos meses explicó que el BCRA se viera obligado a vender mensualmente la misma cantidad de dólares que en Octubre de 2011, cuando el Cepo todavía no existía y la salida de capitales se encontraba en picos preelectorales por arriba de los US$3.000 millones mensuales. Precisamente, la caída en las Reservas mientras dura esta transición y el manejo de las paritarias son los dos riesgos, no menores, que enfrenta este intento de la política. Y si bien pareciera que el BCRA empieza a encontrar cómo financiar este tránsito, el descuido de la política en el manejo del conflicto salarial iniciado en Córdoba puso una enorme incertidumbre sobre el segundo riesgo. Es que aún cuando el impacto de las paritarias de la policía extendido a todas las provincias no supera los $6.000 millones (teniendo en cuenta que en rigor lo correcto no es comparar el costo fiscal de un aumento del 40% en promedio, sino el costo implícito derivado del salto en el aumento respecto a las paritarias proyectadas inicialmente, es decir 15/16 p.p.), la resolución del conflicto no sólo eleva la nominalidad demandada en las discusiones salariales del resto de los sectores y en particular el sector público, sino que además las anticipa en el tiempo. Y si esto ocurre, el intento de hacer el ajuste gradual en cuotas, que no es más ni menos que bajar en forma suave el salario en dólares, se diluye, aumentando la presión cambiaria hacia adelante. En las últimas décadas la economía argentina se acostumbró a corregir distorsiones macroeconómicas mediante shocks abruptos. Hoy, las condiciones de la macroeconomía permitirían avanzar en un ajuste gradual, mucho menos costoso en términos sociales, pero la política vuelve a complicarlo. Veremos cómo sigue. |