En las últimas dos semanas la escalada de la brecha cambiaria volvió a cobrar notoriedad con un dólar marginal que rompió la barrera de los $11 y un dólar de contado con liquidación que superó los $10 a pesar de la intervención de la ANSES en el mercado de bonos. Si bien existen algunos factores estacionales que explican esta corrección, entre otros el mayor excedente de pesos en la economía luego de la expansión de diciembre y la mayor demanda por Turismo, el principal factor en explicar semejante corrección vino de la mano del final de la euforia sobre los precios de los activos locales. Euforia que había arrancado en agosto -luego del resultado de las PASO- y que se había extendido casi inmediatamente después del cambio de gabinete con la seguidilla de anuncios respecto al acuerdo para pagar las deudas en el CIADI, el preacuerdo con Repsol y la colocación de deuda de YPF por US$500 millones en el mercado internacional. Cabe recordar que los dólares que ingresaron para adquirir estos activos, generaron en los hechos un aumento en la oferta de brecha que impactó hasta fines de diciembre favorablemente sobre su precio. Parados a hoy, en ausencia de nuevas medidas pro crédito que achiquen los spreads que paga Argentina, y con dificultades evidentes para financiar con crédito puente (la letra indexada al dólar para las cerealeras y/o los dólares del acuerdo con Chevrón) la caída transitoria en las Reservas que enfrenta el BCRA, se agudizan las dificultades de la propia ANSES para intervenir en la brecha vendiendo bonos contra pesos. Vale recordar que hoy con el cepo está prohibida la fuga de capitales y la caída en las reservas obedece a decisiones de tesorería de las firmas que retienen exportaciones, aceleran importaciones y cancelan deuda en dólares tomando pesos. Lógico teniendo en cuenta que el Banco Central está devaluando al 6% mensual y la tasa de interés es menor al 1,5%. Si el BCRA logra llevar el tipo de cambio a 7,2/7,5 en febrero y después bajar el ritmo de devaluación y ubicarlo por debajo de la tasa de interés -que ya empezó a subir-, este debería no sólo frenar la corrida sino recuperar parte de las reservas que perdió en los últimos meses. Pero el otro riesgo no menor es el resultado de las Paritarias. Es que el intento de corregir el dólar y las tarifas que está encarando la gestión económica no es más ni menos que bajar algo el salario real y las importaciones para recrear el superávit de dólares. Pero, a diferencia del año pasado, en 2014 las Paritarias se definen en un contexto de aceleración brusca de la tasa de inflación –por la mayor devaluación del dólar oficial, pero también por la “vista gorda” de la política que aprovechó la ida del ex Secretario de Comercio para sincerar precios de los bienes en noviembre y diciembre antes de que arranque la nueva estadística de inflación-. Y la capacidad para sostener las Paritarias en niveles parecidos a los de un año atrás va a estar supeditada al intento de volver a contener precios vía acuerdos en la previa como ocurrió un año atrás, aunque en un contexto de menor margen de maniobra. Al fin de cuentas la política se decidió a hacer el ajuste, que intenta sea gradual. Hoy estamos en medio de las turbulencias, frente a una economía que difícilmente muestre crecimiento en 2014, y con una tasa de inflación un escalón más arriba. Escalón cuyo nivel dependerá de que la capacidad de la política para graduar la caída del salario real o lo que es lo mismo para lograr que el ajuste cambiario se refleje en una mejora del tipo de cambio real. En el mientras tanto, la estrategia va a requerir nuevas señales pro crédito que ayuden a estabilizar la presión cambiaria y la brecha. |