Por fin terminó la transición. El discurso inaugural de Alberto Fernández mostró un muy interesante intento de empezar a acotar la grieta balanceando entre demandas infinitas que provienen de todas partes. Pero la falta de transición agudizó los costos de la herencia. Las definiciones siguen sin aparecer, más allá del contundente mensaje del ministro de Economía respecto a la necesidad de que el programa sea consistente y sustentable.
Respecto a la deuda, el corte definitivo al crédito luego de las PASO derivó en el reperfilamiento compulsivo de las letras para los primeros meses de la nueva gestión, generando una concentración de vencimientos de mercado por US$ 30.000 millones. Mientras, el flamante gobierno siguió pagando con reservas y pesos que emite el BCRA el 100% de los vencimientos de letras que valen cerca del 40% a la espera de un seguro reperfilamiento.
La conjunción del salto cambiario de $40 a 60, que licuó la alícuota de retenciones fijadas en $4 en septiembre de 2018, del 10% al 6% vis a vis el anuncio de que el próximo gobierno las reacomodaría sigue generando un adelanto de los pagos de retenciones de la cosecha, que explican por sí solos ingresos adicionales en 2019 por 0,6% del PBI y afectan la capacidad de corrección fiscal en 2020.
El freno electoral a las tarifas y la decisión de no reacomodarlas una vez definida la elección deja una presión sobre las cuentas fiscales adicional y un atraso relativo fundamentalmente en el precio de la energía eléctrica, donde la tarifa cubre solo 50% del costo.
Luego del salto del dólar y la definición de Fernandez de que en estos niveles “estaba bien”, la inflación acumula 18%, erosionando la mejora del tipo de cambio real. Las primeras señales de intervención de la nueva gestión en el mercado de futuros apuntan a sostener el valor.
El nuevo gobierno deberá arrancar el acuerdo de precios y salarios, con poco tiempo para reperfilar la deuda sin entrar en un evento de crédito, con menos colchón cambiario y tarifario para usarlos como semiancla en el proceso de desinflación, y con poco espacio para usar la nominalidad para asegurar la corrección fiscal, dada la magnitud del anticipo de retenciones y la resolución que convalida la movilidad previsional en diciembre. Hay margen para estabilizar, pero los tiempos corren rápido.