Finalmente, la presidenta Dilma Rousseff por el Partido de los Trabajadores obtuvo una victoria ajustada en las elecciones presidenciales de “segunda vuelta” con el 51,64% de los votos, frente a un 48,36% del candidato Aécio Neves por parte del partido de la Social Democracia Brasileña. Frente a la victoria de Dilma, los mercados internacionales reaccionaron a la baja (la bolsa brasileña cae 3,8% y el Real se depreció desde una paridad de 2,49 a 2,53 Reales por Dólar) en línea con lo que ha venido sucediendo desde principios de septiembre frente al aumento del apoyo político de la actual presidenta (con una bolsa brasileña que acumuló una caída del 16% y un Real que se debilitó un 10,3% frente al Dólar).
Si bien el eje de la campaña se concentró en el “cambio” político frente a las señales de agotamiento del modelo económico y social, finalmente el ascenso social de 35 millones de pobres hacia la clase media durante los gobiernos del ex presidente Lula Da Silva y de la actual presidenta, en una economía donde la tasa de desempleo se ubica en mínimos históricos (4,9%), mantuvieron el capital político del Partido de los Trabajadores. De todas formas, el modelo pro consumo privado sustentado en un fuerte atraso cambiario financiado con el ingreso de capitales derivado de la sobre-reacción de la tasa de interés del Banco Central para anclar las expectativas inflacionarias en un mundo de tasa cero, y el boom de precios de los commodities, ha venido exhibiendo señales de agotamiento: El estancamiento de la industria frente a la pérdida de competitividad generada por el atraso cambiario y las altas tasas de interés derivó en una caída del ratio de inversión a PIB.
Después de todo, el ratio inversión a PIB en Brasil (18%) es el menor entre las economías que forman parte del grupo de los BRICS (China 48%, India 32%, Rusia 20% y Sudáfrica 19%). La expansión del gasto público y el menor crecimiento de la recaudación frente al estancamiento económico de los últimos años determinaron una caída del superávit fiscal primario de 2,8 puntos porcentuales hacia la zona de 0,9% del PIB -por debajo de la meta del gobierno de 1,9%-, gatillando el recorte de la nota crediticia de las calificadoras de riesgo y el aumento del costo de fondeo global. A pesar del estancamiento económico, la inflación (6,75% anual) sigue instalada por encima de la meta de la autoridad monetaria (4,5% anual), luego del shock de la devaluación de los últimos meses y la suba de los precios de la energía derivado de la sequía de principios de año (algo que debería empezar a morigerarse frente a la corrección del precio internacional del petróleo).
En este contexto de estancamiento económico e inflación al alza, los salarios reales vienen desacelerando el ritmo de crecimiento. Por último, el escenario global de expectativa de un retiro gradual de los estímulos monetarios de la Reserva Federal de USA, fortalecimiento global del Dólar y corrección de los precios de los commodities (50% de las exportaciones de Brasil) requiere de una corrección de los desequilibrios externos y fiscales para evitar un aumento amplificado en el costo de fondeo en dólares.
Evidentemente, frente a estas señales de agotamiento del modelo pro consumo de los últimos años, la difícil agenda política de Dilma de los próximos años tendrá que enfocarse en una corrección gradual de precios relativos (devaluación del Real, menor expansión de los subsidios, mayor eficiencia del gasto público, entre otros) en pos de impulsar la competitividad de la economía y corregir los desequilibrios macroeconómicos fundamentales. Minimizando al mismo tiempo el impacto sobre las “conquistas sociales” logradas a lo largo de la última década. De esta manera, la economía podría salir de la “trampa” actual de estancamiento de la inversión e inflación al alza, y finalmente virar hacia un modelo de crecimiento económico sustentado en la inversión productiva. Sobre todo teniendo en cuenta que una vez alcanzada la meta del pleno empleo, lo único que hace crecer el producto potencial de la economía, además de la oferta de trabajo, es la productividad total de los factores. Por ahora, el mundo de tasas bajas aún frente al retiro de los estímulos monetarios de la Fed y los precios de commmodities, que a pesar de la corrección de los últimos meses siguen elevados en perspectiva histórica frente a la demanda estructural de China, podría ayudar a moderar el impacto de los ajustes pendientes.