Crisis Rusa y los “estabilizadores” de los mercados emergentes

El Banco Central de Rusia subió la tasa de interés a 10,5% (desde un nivel de 9,5%) el 12 de diciembre, y luego al 17% el 16 de diciembre, frente al escenario de corrida cambiaria generado por la aversión al riesgo en los mercados y el desplome del precio del petróleo en una economía que exporta 7,2 millones de barriles por día.

A pesar de la suba de la tasa de interés de referencia y la intervención cambiaria vía la venta de reservas (hoy en un nivel de US$414.600 millones frente a un nivel de US$478.000 millones en junio), el rublo ruso acumula una devaluación en torno al 40% desde junio. ¿Se terminó la corrida? En algún punto, si se mantiene la incertidumbre en torno al “piso” del precio del petróleo, la tasa de interés en moneda local podría no alcanzar para estabilizar la salida de depósitos y el drenaje de las reservas. Escenario que aumentaría las presiones inflacionarias en un contexto donde la menor oferta de dólares impacta negativamente sobre el costo de fondeo de la economía, limitando al mismo tiempo, el flujo de dólares para financiar importaciones.

En el ínterin, la línea de swap con China a tres años por un monto de 150.000 millones de yuanes (US$24.800 millones) equivalentes a un 6% del stock de reservas del Banco Central de Rusia y a un 3,4% del stock total de la deuda externa pública y privada, ayudaría a estabilizar la corrida cambiaria frente a la incertidumbre en torno al “piso nominal” del precio del petróleo”.

En línea con este argumento, el rublo ruso se apreció en los últimos días desde una cotización de 67,5 rublos por dólar a 56,5. En el corto plazo, las líneas de swap de China con 28 Bancos Centrales del Mundo, podría contribuir a estabilizar la caída de las reservas y la devaluación de las monedas de los mercados emergentes gatilladas por los eventos de salida de capitales generados por la corrección en los precios de los commodities y la expectativa de un inicio del ciclo de suba de tasas de la Fed a partir de 2015.

En el mediano plazo, el objetivo de China consiste en posicionar al yuan como moneda de reserva de valor, situación que podría acelerar los tiempos de la transición hacia un modelo de crecimiento con mayor participación del consumo privado en consistencia con una recomposición de los salarios en dólares.

Desde el lado de la liquidez global, el otro “amortiguador” con el que cuentan las economías emergentes es el poco margen de los Bancos Centrales del mundo desarrollado para subir las tasas de interés. Si bien la convergencia de USA hacia el equilibrios de pleno empleo acerca en el tiempo el inicio del ciclo de suba de tasas de la Fed a partir de 2015, los altos niveles de deuda del sector público y privado y la ausencia de presiones inflacionarias frente a los factores de histéresis que todavía existen en el mercado de trabajo, estira el escenario de tasas bajas en el mundo. En línea con este argumento, si bien la Fed proyecta una economía norteamericana alcanzando el pleno empleo hacia el año 2016, la tasa de interés de referencia proyectada para ese año (2%) se ubica bien por debajo de la tasa de interés neutral de largo plazo (3,75%).

Muy distinto del ciclo de suba de tasas de la Fed del período 1999/2002, cuando la autoridad monetaria subió las tasas desde un nivel de 4,75% a 6,5%, frente a un mundo emergente que contaba con una mayor participación de la deuda en moneda extranjera. Mientras las economías de la región presentaban en 1999 una deuda externa de 41% del PBI y un nivel de reservas de 11% del PBI, en 2014, este equilibrio derivó hacia un nivel de deuda externa de 29% del PBI y a un nivel de reservas de 16% del PBI en 2014.