El economista Miguel Bein, asesor estrella del candidato a la presidencia por el oficialismo, Daniel Scioli, no para de dejar mensajes al mercado. Esta vez, a través de sus informes en la consultora que comanda, que termina siendo el think tank del sciolismo en materia económica. Y si bien Scioli anunció a Silvana Batakis como ministra de Economía en un eventual gobierno, quien diseñe las políticas a aplicar será el mismísimo Bein.
Así, el ex funcionario que trabajó para Raúl Alfonsín y el gobierno de la Alianza como asesor propuso tres medidas concretas que, según él, fortalecerán las reservas del BCRA que vienen en caída libre. “La intención de recapitalizar al BCRA está al tope de las prioridades en todas las agendas que vienen”, dice.
En este esquema de recapitalización rápida del BCRA en medio del período de baja estacionalidad en la oferta de dólares se encuadran tres líneas de acción que apuntan a: 1) generar incentivos para atraer los dólares retenidos de la exportación vía cambios en la política fiscal que devuelvan rentabilidad al sector, 2) la puesta en marcha de un esquema voluntario de repatriación de capitales que permita en el arranque generar el retorno de parte de los dólares de los argentinos en el exterior, 3) apelar al financiamiento bilateral y/o de organismos internacionales.
A simple vista, ninguna medida novedosa. De hecho, todas esas ya fueron intentadas por el gobierno actual y fracasaron abiertamente a fines de 2014 y principios del 2015. Quizás Bein crea que con un nuevo mandato las expectativas serán otras.
“Con una combinación de los tres puntos previos, y asumiendo un éxito moderado, la Argentina podría lograr una recomposición en la liquidez que le permita negociar desde una posición de mayor fortaleza con los fondos buitre buscando una solución justa y acorde a los intereses nacionales que permita en lo inmediato destrabar el default técnico que impide cancelar los vencimientos de la deuda restructurada hoy trabados”, afirma Bein.
A continuación, los tres puntos explicados detalladamente por el asesor estrella en materia económica del sciolismo:
Saldos exportables de la campaña agrícola 2014/2015: Según fuentes del mercado, aúnrestaría sin liquidar alrededor de un 35% de la cosecha de soja, equivalente a unos 20 a 22 millones de toneladas, que valuadas al precio FOB actual ascenderían a un valor de USD 7.600 millones . Esta valorización supone un cálculo tomando sólo el poroto, y no considera el eventual agregado de valor a una parte del stock disponible para su destino final como aceite y harina de soja. Tampoco incorpora los saldos remanentes de otros cultivos como trigo o maíz. Incentivar la salida de una parte de dicho stock permitiría una inyección rápida de divisas al balance del BCRA con la ventaja de constituir dólares por la vía comercial y sin una contrapartida de endeudamiento, ayudando a la entidad monetaria a exhibir saldos positivos en sus intervenciones en el mercado cambiario justamente en el momento del año de menor estacionalidad en la liquidación de la cosecha y en ausencia del “puente de dólares” que el trigo tradicionalmente aportaba en verano.
Para lograr este objetivo se requiere trabajar desde el arranque con el programa para devolver rentabilidad a la exportación por la vía fiscal que venimos mencionando en nuestros informes que incluya la corrección del esquema actual de ROE con el objetivo de eliminar la brecha de precios que existe entre el FAS teórico y el precio que percibe el productor, la quita de retenciones a todo excepto a la soja donde se reducirían 15 puntos porcentuales y en paralelo un aumento de los reintegros en algunos casos hasta el límite del 12% que permite la OMC. El costo fiscal de este programa alcanzaría en 2016 a $70.000 millones y sería financiado con una agenda de reducción de subsidios mal asignados con el fin de evitar en el arranque el deterioro de las cuentas públicas.
Esquema de repatriación de capitales: Según datos del INDEC, a fines de 2014 el stock de activos externos de los argentinos, excluyendo las reservas del BCRA y las inversiones directas, se ubicaba en USD 204.399 millones, 37% del PIB. Dicho stock ascendía en 2006 a USD 117.420 millones, de los cuales un estimado de USD 50.000 millones correspondían a tenencias de dólares billete, convirtiendo a la Argentina en el mayor tenedor de dólares billetes del mundo en términos per cápita y el segundo en términos absolutos (sólo detrás de Rusia). Dichas tenencias correspondían, en aquel entonces, al 6,2% del total de dólares billete en circulación a nivel global, para un país que, además de no contar con el dólar como moneda de curso legal, representaba apenas 0,5% de la economía global.
Si se supone una evolución de las tenencias de dólares billete similar a la que experimentaron los activos externos totales, el stock actual se ubicaría en torno a los USD 85.000 millones. Con semejante stock de activos externos en poder de los propios residentes, que prácticamente multiplica por ocho el nivel de reservas actual, un mecanismo que incentive la repatriación de una porción de los mismos evidentemente debe ser parte de cualquier agenda para recomponer el balance del BCRA. Amén de que este tipo de esquemas son recomendados por el GAFI frente a un mundo donde empiezan a incrementarse las dificultades para el manejo del dinero “negro”.
Esto permitiría, además del impacto inmediato sobre la liquidez, canalizar parte de los ahorros de los argentinos, que hoy financian producción y empleo en otros países, a la inversión en la economía doméstica. El esquema propuesto incluye la emisión de un bono en moneda extranjera, negociable en los mercados de capitales, que contenga adjunta una “estampilla” (no negociable) que brinde el derecho a repatriar una determinada suma. La ventaja de este esquema, en términos de apuntar a maximizar el éxito en pos del objetivo, es que, a pesar de constituir un ingreso de divisas al BCRA, no fuerza al sujeto, en caso de no desearlo, a colocar los fondos exteriorizados en el sistema financiero o el mercado de capitales local, o bien a posicionarse en activos locales. En el momento de la compra del bono, el BCRA registra el ingreso, pero el sujeto siempre dispone de la opción de desprenderse del título en el mercado y hacerse de las divisas correspondientes según el precio de mercado para colocarlas en la plaza que desee. El “costo” de la exteriorización vendría dado por la diferencia entre los fondos repatriados (dada la suscripción a la par) y el monto obtenido por la venta del instrumento en el mercado, algo que dependerá, evidentemente, de la relación entre la estructura del bono (e.g. cupón, esquema de amortización) y la curva soberana vigente. Por este programa se espera recibir en el arranque entre USD 5.000 y USD 8.000 millones.
Negociación de financiamiento con organismos multilaterales y bilaterales: Una tercera posibilidad corresponde en aprovechar el financiamiento disponible en organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y la Corporación Andina de Fomento. Aunque el país tiene vigentes programas con estas instituciones, en la última década canceló deuda en términos netos, no aprovechando la posibilidad de acceder a financiamiento en condiciones preferenciales que podría destinarse a proyectos de inversión con alto impacto en términos económicos y sociales.
Entre 2003 y 2014, el país recibió financiamiento en términos netos (capital nuevo menos capital amortizado) por apenas USD 2.370 millones (menos de USD 200 millones anuales en promedio), al tiempo que canceló intereses por USD 7.914 millones, redundando en un flujo negativo de USD 5.544 millones.
Adicionalmente, el país podría recurrir a esquemas de financiamiento bilateral, tal como el swap de monedas negociado con China (del cual actualmente el país se encuentra negociando una extensión por alrededor de USD 2.000 millones, según trascendió) o los préstamos de corto plazo del Banco de Francia como mecanismo de liquidez transitoria. Una posibilidad sería continuar buscando financiamiento destinado a inversiones en infraestructura, como las centrales financiadas con fondeo de China y Rusia, o las obras con acceso a financiamiento preferencial por parte del BNDES brasileño o los bancos de fomento de los países integrantes del Club de París, tras la normalización en las relaciones con la institución en 2014.
Otro mecanismo podría consistir en esquemas de financiamiento comercial a mediano plazo con países con los cuales la Argentina registra un fuerte déficit, como Brasil. Con este país ya existe un sistema de pagos en moneda local, que ahorra los costos de transacción de utilizar una tercera moneda en el comercio y compensa diariamente los saldos a favor de uno u otro país, aunque el monto de operaciones canalizadas por el mismo es bajo en relación a la corriente de comercio total, aunque creciente desde que aparecieron las restricciones.