El economista asegura que el sinceramiento del tipo de cambio y las tarifas eran medidas inevitables; se mostró confiado en una recuperación de la economía en un año electoralSiempre supo que iba a ser economista. A tal punto que tiene un recuerdo marcado de cuando era chico. Mientras recorría a modo turístico el Camino de los Siete Lagos, entre San Martín de los Andes y Villa La Angostura, su pensamiento se aislaba del paisaje y se centraba en cuál debía ser el tipo de cambio de equilibrio. “Un papa frita total”, dice Miguel Bein de sí mismo, y se ríe. Al tiempo que agrega: “A mí los números me apasionaron siempre. A los 4 años leía el diario y un poco después empecé a memorizar récords mundiales de atletismo o de natación. Vivo pensando en la economía”, se sincera Bein, uno de los economistas más escuchados por el establishment y el hombre cuyo pronóstico de la economía en 2016 más acertó al contrastar sus anticipos con lo que finalmente ocurrió. En una entrevista con LA NACION, habla de todo: los primeros pasos del gobierno de Mauricio Macri, las inversiones, el dólar, la evolución del consumo y las expectativas para el año que se inicia. Da el número también sobre cómo estará el dólar antes de las elecciones y analiza el eterno dilema económico argentino sobre la existencia o no de superministros. -A una semana de los cambios, ¿qué implica la salida de Alfonso Prat-Gay para el Gobierno? -Implica que había problemas en el equipo. Si hubiera sido un equipo de fútbol, se habría dicho que había “problemas de vestuario”. No es un tema de aptitud, ni de intelecto ni de gestión. Me parece que Alfonso no se llevaba bien con las dos personas a las que tenía que reportar, que en este caso son los dos vicejefes de Gabinete, porque así está organizado el gobierno de Cambiemos. Alguien como el presidente de la Nación está acostumbrado a una cierta organización y cadena de mando que no estaba dispuesto a abandonar por ninguna persona, sin importar lo brillante que fuera. -¿Qué opina sobre Nicolás Dujovne? -Nicolás es un tipo inteligentísimo y todo lo que se ganó en la economía lo tiene por él. Es un economista para el que lo fiscal tiene un valor importante. No es que va a venir a ajustar o a hacer cosas raras. -Hay quienes buscan identificarlo con el mote de “ajustador”… -Pero siempre que viene alguien así se utiliza esa aptitud, que es buenísima, para destratarlo, ponerle el mote de ajustador, porque paga políticamente, aunque sea mentira. No es verdad. El Estado maneja un presupuesto y hay que tratar de no tirar la plata. Es un valor poco reconocido en determinados ámbitos políticos. Se tiene que gestionar bien. -Ahora hay un debate sobre si está bien que haya tantos ministerios, que las decisiones estén divididas entre ocho. -Yo tengo que ser coherente con lo que decía hace un año. Decía que no hay que tener superministros de Economía, porque lo peor que le puede pasar al Presidente es tener un pavo real en el Ministerio de Economía, compitiendo con él. Los ministros son secretarios del Presidente, que deben trabajar a la par de él. Cuando no se tiene un ministro fuerte, lo importante es la coordinación. Creo que el nuevo ministro va a tener una buena coordinación con el Banco Central, más que la que tenía el ministro que se fue. La situación de la economía argentina es fácil de analizar: cayó muy fuerte el año pasado porque los salarios aumentan 32% promedio en un año, el dólar lo hace el doble, casi 64%, y las tarifas aumentan 160%. Eso define una situación en la que el dólar y las tarifas llevan la inflación para arriba y, por lo tanto, la inflación le ganó en 8 puntos al salario. Eso significó una pérdida en términos porcentuales de 5 o 6 % del salario real, que no la levantás con nada, ni con confianza, ni con instituciones, ni haciéndote amigo del presidente de los Estados Unidos. -¿Qué pasa con la inversión? -La inversión, que es el rumbo de largo plazo, son 19 puntos del producto. Si querés hacer crecer el país solamente sobre la base de la inversión y que te compense la caída del consumo del 4%, tenés que hacer crecer la inversión 25 puntos por año. De todos modos, muchas cosas que se hicieron había que hacerlas, sabiendo que eso iba a hacer caer la economía. Uno siempre quisiera, de pronto, asumir como ministro de Economía y que ese día la Bolsa suba 25% y salir en la tapa de la nacion. Vos podés tener más confianza, credibilidad, recuperar el crédito, tocar el tipo de cambio, sincerar tarifas (era un dislate pagar cuatro puntos del PBI en subsidios en agua, luz y transporte). Eso había, claramente, que cambiarlo. Pero la consecuencia inmediata de eso es que el salario real cae. ¿Cómo compensás el hecho de que, al tocar el tipo de cambio, los productos que al mismo tiempo producís y exportás suban de precio? ¡El aceite, por ejemplo! Vos lo podés vender en la Argentina o en Rotterdam y vale un dólar la botella, sean 19 o 16 el tipo de cambio. -En el gobierno anterior se argumentaba con la mesa de los argentinos y así se cerraban determinados sectores. -No, no… La mesa de los argentinos se protege duplicando la producción de trigo, de maíz, de aceite, de azúcar… -O sea, no cerrando, sino aumentando. -Cuando vos cerrás, terminás como en Venezuela: está todo protegido y, al mismo tiempo, todo desaparece. Vos no les pagás a los que producen para cubrir costos y así ellos pierden rentabilidad y se van destruyendo puestos enteros. Por ejemplo, la ganadería argentina se destruyó. Ahora está en reconstrucción, pero se destruyó. Se perdió el 18% del stock de ganado, porque se pretendía que la gente que cría vacas o engorda terneros los vendiera a un precio con el cual perdía plata. Esas tonterías duran un tiempo, te pueden dar para ganar unas elecciones o dos, pero las terceras la perdés seguro. -Hace un año acompañaba a Daniel Scioli, pero ya desde ese momento aclaraba que no quería ser ministro de Economía. ¿Siente, en parte, alivio? -Yo claramente no quería. No es un oficio en el que me sienta cómodo; no me resulta cómodo estar discutiendo en 20 reuniones con tipos que lo único que hacen es venir a pedirte plata: los intendentes, los gobernadores, los sindicalistas, los empresarios. -¿Cómo ve la economía local? -Tocó piso en noviembre. Nosotros pensamos que lo haría en agosto. En noviembre tenés rebotes en asfalto, en autos, en motos, en exportaciones a Brasil, que empezaron a subir, las ventas de Navidad dieron lugar a un debate entre institutos privados que dicen que subieron o bajaron. Hay rebotes. Si vos hablás con las principales cadenas, te dicen que la actividad levantó de vuelta en diciembre. Pero no tiene por qué sorprender a nadie. Volcaste $ 20.000 millones a la gente, a través de las medidas del Gobierno, como AUH, los jubilados y los bonos de fin de año. Era obvio que si ponés plata en el bolsillo de la persona que no ahorra, entonces es obvio que el consumo vuelva. -O sea, ¿es todo más simple? -Ahora, cuando vos hacés lo que tenés que hacer en la economía argentina de corto plazo, pasa lo que pasa. El problema nuestro es que tenemos 45% de la población adulta que no terminó el secundario, que no ahorra, que vive con lo que tiene en el bolsillo. Esa gente, si tiene un poco más, piensa que el Gobierno es mejor. Y si ese año le toca tener menos, piensa que es peor. Y no es ni una cosa ni la otra. Con un ciclo político de dos años, vos hacés la navegación a vela del año electoral: navegás de borde con viento de frente. En los años electorales pisás el dólar, acelerás los salarios, y la economía crece. Y en los años posteriores, acelerás el dólar, detenés los salarios… No hay tantos misterios. El dólar va a estar a menos de $ 18 antes de las elecciones. |