El modelo adoptado a la salida de la Convertibilidad de dólar alto, salarios bajos y elevada competitividad de la industria, ha ido cedido su lugar en los últimos años a uno basado en un dólar en rápido proceso de apreciación, salarios altos y crecientes en moneda dura y la consecuente pérdida de competitividad de los sectores productores de transables. El aumento de los salarios en dólares es una situación ideal para la política, cuando a diferencia de la Convertibilidad, esta coincide además con un muy bajo desempleo y transferencias crecientes a las familias –Moratoria Previsional y Asignación Universal por Hijo-. Lo cierto es que el inédito contexto internacional caracterizado por tasas bajas en el mundo desarrollado, precios de las materias primas muy elevados y un dólar débil en el mundo, ha permitido financiar este esquema hasta niveles nunca vistos en la historia. La decisión de desendeudar al país, parte renegociando agresivamente la deuda en default, parte licuando vía el manejo del CER la deuda indexada y parte cancelando primero con superávit fiscal y más tarde con cajas alternativas como las Reservas del BCRA y la ANSES (disponibles también gracias al escenario mencionado), también contribuyó a estirar el horizonte. Hoy el Gasto Público entre Nación y Provincias alcanza a 40% del PIB -10 p.p. más que en los 90´s- y el nivel de importaciones por habitante equivale a 1,6 veces el de 1998, el mejor año de la Convertibilidad. La pregunta es si este esquema es sostenible, o en algún momento reaparecerán en la economía Argentina las restricciones que caracterizaron la historia previa. Precisamente, la novedad de los últimos años es que el fortísimo crecimiento de la economía registrado desde mediados de 2002 -con apenas un tropiezo en el año 2009 en medio de la peor crisis internacional desde 1930-, convivió con cuentas externas superavitarias. Es más la salida de capitales registrada desde mediados de 2007, fue financiada directamente con dólares que la economía había generado previamente a través de la cuenta corriente. Y el pago con reservas de la deuda pública en 2010 fue compensado totalmente durante el mismo ejercicio con los dólares del comercio. Sin embargo, este superávit de las cuentas externas tiende a achicarse a pasos muy rápidos. A pesar de los intentos de la política de moderar vía licencias no automáticas el desequilibrio estructural creciente de dólares de la industria, es factible alcanzar resultados deficitarios en los últimos meses de 2011. Amén de que cuanto más se cierra la economía, la efectividad del ancla cambiaria para contener la suba en los precios se reduce en una situación de elevada utilización de la capacidad instalada. En efecto, las importaciones y la congestión -sobre todo en servicios públicos-, han sido a lo largo de los últimos años los dos mecanismos adicionales de reacción de la economía que ayudaron a limitar una mayor aceleración de la inflación, frente al enorme impulso al consumo. Evidentemente, la nominalidad creciente que ha alcanzado la economía en los últimos años –Gasto público a más del 30%, salarios al 25/26%, precios al consumidor al 21/22% y dólar al 5%- no es sostenible, a menos claro está que el mundo vuelva a sorprender con un nuevo salto en el precio de la soja que vuelva a estirar el horizonte. No parece el escenario más probable, más bien al contrario teniendo en cuenta que en algún momento de 2012 es factible encontrar a la política monetaria en USA empezando a retirar los estímulos monetarios que han contribuido al escenario actual. Sin embargo, la desaparición del superávit de las cuentas externas no significa necesariamente que sea el fin de una época. ¿Porqué no?, básicamente, porque la convergencia al equilibrio se da desde arriba y porque el margen de maniobra para manejar la política económica sigue siendo elevado. Todavía no se abrió el crédito internacional, ni tampoco se han utilizado las herramientas típicas de la política económica para intentar moderar cualquier cambio de portafolios hacia el dólar. En particular, la tasa de interés que remunera el ahorro hoy en Argentina es la mitad de la inflación (11% vs. 21,5%). ¿Será la política en 2012 capaz de recrearse y reinventar hacia adelante un modelo de desarrollo utilizando las herramientas disponibles y aprovechando el contexto internacional, que a pesar de todo todavía va a ser beneficioso?; o ¿viajará en algún momento a una corrección cambiaria no gradual para evitar la toma de decisiones explícitas que en general cuesta enfrentar?. Hoy no estamos cerca del límite, y la recta por la que se viaja a fondo parece interminable. No lo es. * Economista y Directora de Estudio Bein & Asociados |