- Voto no positivo; panorama de corto plazo no negativo
- Argentina y los “cerebros” de montaña rusa
- Rebote de la actividad
- Inflación que se modera y el cuento del pastor mentiroso
- Retenciones y Precios
- El frente fiscal: Patinando en el mármol
- Aerolíneas: el cóndor vuelve desplumado
- La Regla monetaria y fiscal para una política anti-inflacionaria
La no ratificación de la resolución 125 por parte del Senado puso fin a un conflicto que tuvo en vilo al país por más de cuatro meses. Más allá de las formas (esta vez no fueron precisamente suaves), una moderación del crecimiento era lo que se reclamaba apenas cuatro meses atrás, cuando el debate recaía sobre la necesidad o no de enfriar una economía que en los últimos dos años venía impulsada por una duplicación del gasto público y que enfrentaba problemas evidentes de inflación y congestión. Sin embargo, dada la necesidad de recuperar capital político, difícilmente se aproveche esta coyuntura para limitar la nominalidad de una economía en la que el ancla cambiaria empezó a operar para limitar el cambio de portafolios.
Centrándonos en el corto plazo, esperamos un rebote de la actividad. En efecto, la recomposición de la liquidez gatillada por el ingreso de divisas de las exportaciones demoradas, sumada a alguna descompresión en lo referente al clima político, ayudaría a revertir la dinámica de una macroeconomía cuyos fundamentos, apalancados en un set inédito de precios internacionales, siguen siendo sólidos. En apenas dos semanas, y aún con la incertidumbre reinante respecto al rumbo de la gestión, la tasa Badlar bancos privados, que había pasado de 8% a más de 18% en el pico de la crisis, volvió a ubicarse en niveles en torno a 12%, en tanto los bancos que habían privilegiado la liquidez en el fragor del conflicto comenzaron a acelerar el otorgamiento de préstamos. La descompresión será mayor teniendo en cuenta que esto sería acompañado por una batería de medidas (salario mínimo, jubilaciones, asignaciones familiares y reducción del impuesto a las ganancias) que apuntan a impulsar el consumo, intentando replicar las políticas implementadas desde la salida de la crisis. En este escenario, la desaceleración de la inflación, que era evidente en los últimos tres meses a partir de una brusca moderación del consumo (con un ritmo de aumento anualizado más cercano al 16% anual que al 40% que surge de anualizar las cifras de marzo), recobraría ritmo a la par de las medidas tendientes a recuperar el poder adquisitivo de los salarios. Como mencionamos en nuestro informe pasado, con este impulso la economía crecería más (en torno a 7,0%, en tanto la inflación volvería a acercarse a tasas rondando el 23/25%)
En el plano fiscal, la pérdida en términos de retenciones derivada de la no ratificación de la resolución 125 se limita rápidamente con la caída de los precios de los commodities. A los precios actuales, la diferencia entre las alícuotas móviles y fijas se achicó enormemente y lo mismo ocurre con la ganancia fiscal en términos de recaudación que generaba el esquema. Tomando los precios actuales, la diferencia entre alícuotas fijas y móviles asciende a poco más de US$1.200 millones, frente a los US$2.300 millones que planteábamos en nuestro informe anterior. Así, corregimos hacia abajo nuestras proyecciones de recaudación anual a $276.000 millones, 38% más que en 2007, de los cuales casi $41.000 millones corresponden a retenciones. Qué ocurra con los gastos dependerá fuertemente de las medidas relativas a las tarifas y los subsidios, además de lo concerniente al proceso de nacionalización de empresas públicas que se inició con el correo y con AySA en 2007 y que ahora continúa con Aerolíneas Argentinas, y fundamentalmente del quantum de las medidas pro salarios que se vienen anunciando. Considerando una suba del gasto de 37% i.a. en lo que resta del año, y transferencias de utilidades del BCRA por $1.500 millones adicionales, estimamos un superávit primario en torno a 3,3% del PIB ($34.000 millones). Con este escenario, restarían colocar en 2008 aproximadamente US$1.100 millones, que se obtendrían, como hasta ahora, apelando a fondos de organismos.
En 2009 vuelve a operar la restricción presupuestaria, aunque es evidente que en un año electoral como el próximo, se apuntará a manejar recursos adicionales tal cual ocurrió en 2007 con la reforma de la Seguridad Social. Un escenario de restricción monetaria gatilla por el cambio de portafolios volvería a ser la consecuencia no deseada de la inconsistencia entre una política fiscal expansiva, una inflación de dos dígitos y un tipo de cambio nominal semi-fijo viajando aceleradamente al equilibrio en términos reales.