- Hacia un nuevo equilibrio monetario y fiscal
- La crisis financiera: De los bancos a la economía real y viceversa
- Japón y Asia emergente: El canal comercial
- Europa oriental: El canal financiero
- Argentina: Presión cambiaria ¿hasta cuándo?
- Buscando el equilibrio en las tres T
- Sector Externo: Se confirma el superávit
- Deuda pública: 2009 a salvo; ¿2010?
La crisis internacional se agudizó en las últimas semanas. La caída en el valor de los activos generada por el proceso de desapalancamiento y el miedo a la licuación del precio de las acciones, que significaría un avance hacia la nacionalización de algunos bancos con problemas (el camino más factible en las últimas semanas y que se inició con el canje de acciones preferidas por ordinarias del Citi, que llevó al 36% la participación del Estado) se profundiza. La nueva intervención en AIG hace evidente que un nuevo ¨Lehman¨ no sería permitido por los evidentes costos sistémicos que generaría, pero los remedios planteados no logran todavía atacar el problema: mientras la cartera de los bancos siga contaminada (cada vez más a medida que la economía se derrumba), los bancos no prestan, contribuyendo a una retracción mayor de la economía.
Las caídas en el nivel de actividad se profundizan y expanden al mundo en desarrollo vía el contagio comercial y financiero. El freno en el consumo americano derivó en una contracción de las exportaciones de China de 17,5% en enero, así como en una baja de las importaciones de 43%. Esta retracción pegó con fuerza sobre el nivel de actividad de las economías del sudeste asiático y Japón, cuyos niveles de apertura contribuyen a amplificar el impacto del desplome del comercio. Pero el canal financiero no se queda atrás. La caída en el flujo de capitales y el refugio en los bonos del tesoro americano y en el oro, aumentan la presión sobre aquellas economías que apoyaron la expansión de los últimos años en el ingreso de capitales especulativos en un mundo con tasas bajas y un dólar que se devaluaba. La carga de la deuda pública, y fundamentalmente privada, en monedas distintas a las locales en un mundo donde el crédito prácticamente desapareció, es lo que está llevando al borde de la insolvencia a empresas, familias y países y aumentando los riesgos de default y de crisis financieras e impactando de lleno sobre el nivel de actividad. Los países de Europa del Este y Rusia, son los más expuestos, aunque México y Brasil no son ajenos a esta dinámica. En este contexto, la discusión sobre el rol del FMI y la coordinación entre países vuelve a ser vital para limitar el impacto sobre la periferia generado por la implosión de la burbuja en el centro.
En Argentina, sin contagio financiero, el contagio se da vía comercial. La caída en la cosecha de trigo y la reducción a menos de una quinta parte de los saldos exportables amplificó el desplome del comercio que registraron las cifras de enero y probablemente también muestren las de febrero. La caída en las importaciones pari passu las exportaciones en una economía que apuntó a reducir, al igual que en el resto del mundo, fuertemente los stocks, ayudó en los primeros dos meses en lo que hace a la oferta de divisas, pero pegó de lleno sobre las cuentas fiscales vía caída de los impuestos al comercio exterior. Sin embargo, en la última semana de febrero y en la primera de marzo, el arranque de la actividad económica está generando una mayor presión sobre el mercado del dólar, en la medida que una mayor normalización de las importaciones se está dando sin que aún aparezcan las divisas generadas por las cosechas de maíz y soja, cuya caída (de la cual todavía no hay estimaciones precisas) sería significativamente menor a la del trigo.A diferencia de lo que ocurría hasta entrado 2007, cuando las tasas de interés eran negativas respecto a la inflación pero altas en relación a las expectativas de devaluación, hoy el doble desequilibrio se da al revés. Los bancos, que priorizaron la liquidez, mantienen tasas de interés, que si bien en términos reales tienden a ser positivas, se ubican levemente por debajo de las expectativas de devaluación. Frente a este doble desequilibrio, y con la necesidad fiscal de un tipo de cambio más alto que compense la caída del comercio, el BCRA intenta balancear su estrategia de tipo de cambio con un ojo puesto en los depósitos y el otro en las reservas. En este contexto, algunas de las decisiones de política que, sin restricciones de divisas ni fiscales, apuntaban a sostener el consumo interno, hoy lucen limitadas. La política tarifaria y la apertura de las exportaciones del campo, muestran que la ideología se corre cuando los zapatos aprietan. Los colchones financieros siguen estando para cubrir las necesidades fiscales en 2009, pero la utilización de los mismos condiciona fuertemente el 2010. De ahí la estrategia de avanzar con los canjes de deuda y probablemente algunas colocaciones en el mercado local que compensen la debilidad de los números fiscales. El acercamiento al FMI podría ser el siguiente paso, aunque no ocurrirá antes de las elecciones.