#169 El ruido del tiempo. Sin margen para seguir procrastinando después de noviembre

¿Cómo llegamos hasta el 14 de noviembre?
• Contando los dólares
• Contando los pesos
• Actividad, Salarios e Inflación
Cuatro puntos para un acuerdo con el FMI
La caldera Social

Nos acercamos a finales de junio, la liquidación de divisas del agro se modera, el BCRA empieza a comprar menos dólares, y arranca de nuevo la presión sobre la brecha cambiaria y el uso de reservas para contenerla. El Club de París refinanció parcialmente el vencimiento para marzo 2022 y evitó el default y sus penalidades. El FMI, por su parte, anunció que el programa pasa para 2022, por lo que la cuenta de dólares empieza a correr.

Aún después de la reprogramación del Club de París, vencen US$6.300 millones hasta diciembre, de los cuales, US$3.800 millones corresponden a los pagos de capital de septiembre y diciembre al FMI. Entre enero y marzo vencen US$6.900 millones adicionales incluyendo dos cuotas de capital y una de intereses al FMI por US$4.018 millones y el saldo pateado para marzo del vencimiento de capital al Club de París por US$1.770 millones.

La pregunta no es si se llega o no a las elecciones, la pregunta es con qué brecha cambiaria se llega, y fundamentalmente, con cuántas Reservas. En nuestro ejercicio, sólo incluimos el pago de capital al FMI de septiembre (suponemos un acuerdo rápido entre el 14 de noviembre y el 22 de diciembre). También incluimos un sendero de reducción gradual del ritmo de compras del BCRA hasta transformarse en ventas después de septiembre (la magnitud va a depender del manejo del grifo de las importaciones que en mayo volvieron a registrar un salto a US$5.100 millones) en simultáneo a un ritmo creciente de intervención en la brecha cambiaria. En esta simulación, las reservas netas (hoy en US$6.800 millones) se reducirían a US$3.460 millones en diciembre incluyendo el desembolso de US$4.375 millones de los DEG que ingresaría entre agosto y octubre.

Los US$12.000 millones que vinieron “del cielo” generados por los DEG y el salto en el precio de la soja, se irían casi en su totalidad a financiar la elección. Otra vez, el costo de seguir procrastinando, en un contexto donde la política opera otra vez como si el tiempo no tuviera un costo asociado.

Con el perfil de vencimientos que hay hasta el 30 de marzo 2022, para cuando se pateó parte del vencimiento con el Club de París, no hay ningún margen para seguir procrastinando después del 14 de noviembre. El acuerdo con el FMI debería firmarse antes del 22 de diciembre a fin de evitar el pago de la segunda cuota de capital al organismo.

La situación fiscal y el excedente de pesos en la economía son significativamente más holgados que lo previsto hace unos meses atrás por el mercado. Pero la lectura ahora, es que esto es transitorio dada la presión de la política para traccionar la economía impulsando el gasto. Desde el lado del gasto, aún con la política presionando es poco probable revierta la consolidación fiscal en 2021 coordinada por la licuación del gasto previsional con recursos que suben impulsados por el salto en la inflación, el rebote de la actividad, el salto en las retenciones y el impuesto a la riqueza. El déficit antes de intereses en 2021 debería ubicarse en torno al 3% del PIB. El riesgo está en el arrastre que dejará para 2022 cuando los recursos extraordinarios no estén y la movilidad previsional recomponga la licuación en los haberes observada este año.

En nuestro escenario base, la economía llega a noviembre con un dólar en $102,5, una brecha cambiaria más alta entre 80% y 90%, una economía creciendo en promedio 6,9% y una inflación en torno al 50% interanual (noviembre alrededor de 2,5% mensual).

Un default con el FMI no es opción; no sólo el Club de París exige un acuerdo con el FMI como garantía para reestructurar sus vencimientos sino también China lo exige para sostener los desembolsos para financiar las inversiones que está llevando a cabo en el país. Adentro incluimos un punteo sobre los cuatro lineamientos que debería/podría incluir el acuerdo y un apartado que denominamos “La Caldera Social” sobre el rol que vienen tomando las agrupaciones sociales en el manejo de la conflictividad social y el presupuesto.