1,2,3… Largada 🏃🏃♂️🏃♀️
En la semana volvió a aparecer la presión dolarizadora, tras la extraña calma que marcamos la semana anterior. Los tipos de cambio financieros más libres saltaron entre 8% y 9% para ubicarse entre los $803 y $830 por dólar, en el caso del blue y el dólar CCL Senebi. Esto implicó que la brecha con el tipo de cambio oficial volviera a ubicarse en torno al 130% en promedio, superando el pico post PASO.
Estuvo más contenido el dólar MEP (subió sólo 3% en la semana), pero a costa de una mayor intervención del BCRA en el mercado. Tomando como termómetro las ventas en dólares del AL30D, los montos negociados en la rueda todavía no alcanzan el pico previo a las PASO de casi USD100 millones, pero ya empiezan a superar los USD60 millones diarios, lo cual es un problema.
Si bien en la última semana surgieron importantes liquidaciones por la finalización del programa del dólar soja (cercanas a los USD700 millones, vs. un registro de USD378 millones la semana previa), la mayor parte fue aplicada a la demanda de dólares del resto de la economía que trepó con fuerza hasta USD676 millones (vs. USD269 millones la semana previa). El BCRA sólo compró USD11 millones (USD527 millones en el mes), debiendo usar la poca liquidez que tenía para sostener subsidiado el dólar MEP. Tras utilizar USD875 millones en agosto, nuestra estimación es que el BCRA habría usado USD775 millones adicionales en septiembre, tras la remontada de los últimos días.
Por otro lado, también se notó una huida de activos como bonos y acciones y aumentó la demanda de las LEDIV y el Rofex, donde se disparó el contrato de noviembre. La expectativa del tipo de cambio en noviembre finalizó en $511, tras estar en $476 una semana atrás. En diciembre ya se posiciona en $682. Por su parte, las posiciones abiertas en el principal mercado de cobertura crecieron en USD500 millones en la semana y se ubican en los USD4.000 millones (al 28/9 antes del vencimiento). El otro posicionamiento se concentra en el money market que sumó casi $700.000 millones.
A pesar de la huida de los fondos, el Tesoro consiguió pesos por $554.000 millones en una nueva licitación, parte de la cual se usará para pagar amortizaciones. Luego de la licitación estimamos que el colchón de pesos del Tesoro se ubique cerca del billón de pesos (+$300.000 millones esta semana). Del otro lado aumentó la intervención del BCRA que habría comprado casi $1.000.000 millones en el acumulado de septiembre y otro tanto en agosto y luego esterilizado con pasivos remunerados.
Del lado de las necesidades, las medidas fiscales expansivas que continuaron esta semana nos llevaron la proyección de déficit primario anual a $5,5 billones (2,9% del PIB). Entre necesidades y fuentes, el panorama queda complicado para el Gobierno, si bien tiene un billón de pesos en el colchón al cierre de septiembre, para el último trimestre quedan necesidades por $6,7 billones y requiere que haya un financiamiento neto en las colocaciones de deuda por $1,7 billones.
Ahora bien, con el mercado corriéndose de la curva en pesos, esto implica que el ritmo al que se corra está estrechamente ligado con la intervención necesaria del Banco Central en el mercado secundario para financiar al fisco indirectamente. El Central debería inyectar cerca de seis billones de pesos a la economía para cubrir las necesidades financieras de un Tesoro que sigue forzando el corto plazo, que al final del día el número puede quedar más cercano a cuatro billones en el neto si se descuenta los pesos que absorbe por intervenir en el dólar financiero.
Frente al inicio de la dolarización, Massa y el BCRA empezaron a diagramar nuevas estrategias que los ayuden a contener la suba de los tipos de cambio financieros. Dólar Vaca muerta, salvedades para el ingreso por el CCL y acceso al MULC y la renovación del dólar agro son algunas de ellas. Lo que queda claro para lo que resta del mes (teniendo en cuenta que el exceso de pesos se va a exacerbar) es que la brecha va a seguir tomando temperatura. Sobretodo si la expectativa de lo que viene recae sobre el ala libertaria donde algunos de sus referentes ya hablan abiertamente de desagio de tasas de interés de los depósitos y la libre competencia de las monedas.
Internacional
Contra las cuerdas se logró evitar, al menos por el momento, un impasse político en Washington que podría haber significado al menos un cierre parcial del gobierno federal. Los pagos de la deuda podían continuar y quienes realizaran actividades consideradas esenciales permanecerían trabajando. Pero muchas funciones del gobierno quedarían en pausa, lo que hubiera sido un golpe para la economía.
Esto hubiera complicado el panorama para los policymakers de la Reserva Federal dado que no podrían contar con datos económicos fundamentales recopilados y publicados por el departamento de estadísticas. El énfasis de la Fed en que las decisiones son data dependant se volvería más precario a medida que los datos alternativos no se ajustan perfectamente a las publicaciones ausentes. Dicho esto, la Reserva Federal recibió datos positivos sobre el cierre de la semana en tanto la inflación medida por el Personal Consumption Expenditure (PCE) exhibió en agosto una suba del 3,5% respecto a un año atrás, mientras que en el caso del PCE core se ubicó en 3,9% (0,1% mensual, el menor ritmo desde noviembre del 2020). El contexto inclina la balanza en favor de la prudencia (stay put).