Monitor Semanal #789

Viento de Cola

El ciclo financiero siguió de largo con un riesgo país volvió a reducirse y se ubicó por debajo de los 1.000 básicos, hecho que no sucedía desde la previa a las PASO 2019.

La visita del equipo económico a Estados Unidos y las reuniones con organismos internacionales e inversores le dio un envión adicional a los precios de los activos locales. Uno de los anuncios con más bombos y platillos fue un nuevo programa de financiamiento por USD8.800 millones con el BID y el Banco Mundial. Dólares que llegarán pero no necesariamente todos en el corto plazo, sino en hasta cinco años. Pero al menos se revierte el flujo de las instituciones financieras internacionales que este año viene siendo deficitario. Distinto es lo que sucede con el FMI, donde probablemente no existan novedades al menos hasta después de las elecciones en Estados Unidos el próximo 5 de noviembre.

En simultáneo se aceleraron los “rumores” de que dos bancos otorgarían un repo para que el Gobierno disponga del capital para poder cancelar las necesidades de amortización de enero próximo (USD2.805 millones).

En el medio la liquidación del agro siguió siendo elevada y el resto de la economía tuvo una baja en la demanda de divisas, acompañando el juego financiero que otorgan la tasa y el crawl. Así, el BCRA pudo sostener una nueva semana de compras, donde se alzó de USD329 millones, más que duplicando lo de la semana pasada y acumula en el mes más de USD1.200 millones. Esto sostiene la tranquilidad financiera y la brecha se redujo hasta el 16/17% para los tipos de cambio MEP/CCL.

El Gobierno busca ir profundizando la estrategia de ir financiando las necesidades externas de la recomposición de la economía con los flujos de capitales, aprovechando el saldo del blanqueo. Algo de esto indica el resultado del MULC del mes de septiembre, donde la cuenta corriente volvió a ser negativa en USD700 millones (menor a la de meses previos por menores pagos de intereses) pero fue compensada por la cuenta capital, que tuvo un ingreso de USD650 millones a partir de la emisión de ON (aunque parte de las emisiones cancelaron series antiguas más caras), líneas del exterior y préstamos de entidades financieras locales.

Desde más atrás, empieza a surgir la reacción de la economía real, tras los ajustes ocasionados en diciembre pasado. Mientras que el INDEC confirmó una nueva suba de la actividad en agosto pasado (+0,2% sin estacionalidad), nuestro indicador adelantado (ESAE) una recuperación de 1,5% sin estacionalidad en septiembre. Si esto se confirma, el tercer trimestre mostraría una suba de 3% trimestral sin estacionalidad volviendo a los valores de noviembre pasado.

Desde la demanda, el impulso de la actividad viene siendo liderado por la inversión, que retoma un camino ascendente en el margen, mientras que las exportaciones se estancan luego de un salto de nivel inicial. En el tercer trimestre la inversión logró elevarse casi 10% por un incremento de la demanda de bienes durables de casi 15%, tanto para los importados como los nacionales, aunque los niveles todavía son 16% menores a los niveles promedio de 2023. Por su parte, la construcción se ha elevado un 4,4% en el trimestre y sigue 13% por debajo de los valores de 2023 (-18% vs 2022).

Internacional

En su último informe, el Fondo Monetario Internacional prácticamente declaró la victoria de los bancos centrales sobre la inflación paralelo a la normalización de las condiciones del mercado laboral y la reversión de las distorsiones de la oferta, todo lo cual contribuyó a evitar una recesión. Sin embargo, recortó en 1 p.p. su previsión de crecimiento mundial para el año próximo, hasta situarla en 3,2%, igualando la expansión de este año, que no fue corregida. La calibración del escenario hacia adelante no es nada sencilla. El FMI es consciente de que hay más riesgos a la baja que al alza y cuyo efecto combinado podría resultar en una disminución del PIB mundial de alrededor del 0,8% en 2025 y del 1,3% en 2026, en relación con el escenario base. En el epicentro de los riesgos, las elecciones presidenciales de Estados Unidos, cuyo resultado, aún sin un candidato claramente perfilado como ganador, no es trivial. El escenario se inclina hacia un mundo de tasas más altas que las que imperaron en la década hasta el 2019, principalmente en los Estados Unidos dadas las proyecciones fiscales de la oficina del congreso y un dólar fortalecido.