- 2011: menos crecimiento… menos inflación:
- Sobran Dólares Ejercicio de Sensibilidad
- Programa Financiero y Banco Central
- 2011: Un mundo a cuatro velocidades
- A propósito del M2 y la inflación…
- El escenario mundial para los precios de las materias primas
El clima y las condiciones de liquidez global definieron en parte el cambio de escenario en 2010 respecto a 2009 y lo volverán a hacer en 2011, aunque con estímulos diferentes. En 2009 el contexto se caracterizó por un escenario de iliquidez global (riesgo de depresión mediante) y una sequía local extrema que llevó la economía a la recesión y a una moderación de la tasa de inflación. Los números –no oficiales- muestran para ese año una caída del PIB del 2,6% y una tasa de inflación del 15,5%, luego de dos años en torno a 20%. A pesar de la destrucción de más de una tercera parte de la cosecha, la economía sostuvo un elevado superávit externo, dado que la caída en las importaciones (consecuencia de la recesión y de las restricciones cuantitativas) más que compensó la caída en las exportaciones.
En 2010, ambos factores cambiaron radicalmente. Salvo por episodios puntuales en que reapareció la aversión al riesgo (a partir de los problemas de solvencia en los PIIGS, cuyo manejo tardío reavivó los temores de “double dip”), el año se caracterizó por una abundante liquidez, tanto más a partir de los anuncios por parte de la FED a fines de agosto de una segunda ronda de inyección monetaria. A su vez, el choque climático que representó pasar de la mayor sequía desde 1952 a las mayores lluvias en 20 años, generó una fortísima recuperación de los rindes de la cosecha, que aportó en forma directa e indirecta más de 2,5 p.p. al crecimiento del año. Estos factores sumados a una política que siguió siendo fuertemente expansiva en los ámbitos fiscal, monetario y de ingresos llevó al crecimiento cerca del 9% y la inflación al 22,9% (3,6 p.p. explicados por la recomposición del precio de la carne -impulsada también por el choque climático-). El aumento en los saldos exportables ayudó, aunque no alcanzó a compensar totalmente el salto en las importaciones (45% i.a.) derivado de la recuperación de la economía. De este modo, el superávit de comercio cayó casi US$4.000 millones, totalizando US$12.300 millones y la cuenta corriente pasó a ubicarse en torno a US$4.000 millones desde los US$8.500 millones de 2009 (sin los DEGs).
Para 2011, las condiciones de liquidez global parecieran sostenerse. Mientras la preocupación por el desempleo en el mundo desarrollado siga superando con creces a la de la inflación, no va a haber aumentos en las tasas cortas, aun cuando la curva empieza a empinarse a medida que aparecen noticias positivas de la economía en USA. Esta situación determina un excelente escenario para Argentina con precios de commodities elevados, y probablemente una mayor descomprensión de spreads. Sin embargo, el clima seco está afectando los rindes y alejando el escenario previsto hace unos meses atrás de cosecha récord. Sin aporte positivo del agro como en 2010 en términos de volumen, se proyecta un crecimiento menor, pero también una mayor calma en las presiones inflacionarias, aún cuando los estímulos de la política van a seguir siendo fuertemente expansivos, sobre todo en un año electoral. Proyectamos para 2011 un crecimiento de 6,5% y una inflación en rangos similares a los registrados en 2010 de 22,9%, aunque con un menor aporte del precio de la carne, dada la mayor oferta derivada de las actuales condiciones climáticas. El tipo de cambio (proyectamos una devaluación menor a 4% hasta las elecciones) y tarifas de servicios públicos contenidas van a seguir siendo, al igual que en los últimos años, el ancla contra la inflación. La menor cosecha sería compensada por los mayores precios, aunque el aumento en las importaciones derivado de este escenario podría arrimar la cuenta corriente al equilibrio hacia fines de año. Las cuentas fiscales –año electoral mediante- volverían a verse erosionadas a partir de una presión tributaria en los niveles actuales y un gasto público que crecería, al menos hasta las elecciones, al ritmo de los últimos tres meses (40%).
Evidentemente,
los colchones se achican pero no desaparecen, y para 2012 todavía quedan los
stocks y una eventual apertura al crédito internacional. A partir de esta
situación, no es para nada evidente que se genere una aceleración de la salida
de capitales, aún frente a un mayor ruido electoral. Así, pareciera que nos
aprestamos a vivir en 2011 la primera transición política en décadas sin la
espada de Damocles de la devaluación, el default y/o la hiper. Evidentemente,
en algún momento posterior, se requerirá empezar a pensar en la agenda larga a
medida que la agenda corta termina desembarcando en el pleno empleo de los
factores productivos –capital y trabajo-.