#76 Guerra de monedas… de acá a Japón

  • Japón devalúa el yen… acá Evita vs. Roca:
  • 2013: salarios sugeridos, como en 2012
  • Sobre el impuesto a las Ganancias y las Paritarias
  • 2013: ¿Intento de moderación, ajuste o expansión?
  • Tarifas y Subsidios
  • Brecha Cambiaria y Equilibrio Monetario
  • El rebote de la economía en 2013
  • El Mundo:
  • Guerra de monedas… ahora Japón

El intento de moderación fiscal ensayado entre julio y octubre, se diluyó en los últimos dos meses del año. El financiamiento del BCRA al fisco acumulado en el año se multiplicó por dos en sólo un bimestre y asimismo la abundante liquidez bancaria frenó la suba que a paso lento venía manteniendo la tasa de interés que remunera el ahorro en pesos. Este freno en la tasa (la Badlar en 15,5%), junto a una inflación algo más alta, por cuestiones estacionales, a las que se sumó la corrección tarifaria, y una aceleración en la pauta de devaluación del dólar oficial (23% anualizado en diciembre) derivó en una coyuntura donde la demanda de pesos no reaccionó lo suficiente ante semejante aumento de la oferta. Y en un contexto de controles, impactó directamente sobre el dólar marginal generando un nuevo ensanchamiento en la brecha al 50% desde el 30/35% en los dos meses previos. La estacionalidad tampoco ayudó: el pago del aguinaldo, la mayor demanda por turismo en una coyuntura donde la AFIP volvió a regular el grifo al dólar turista y una menor intervención en el mercado, agudizó la histeria. Histeria que se da en un mundo donde la Guerra de monedas juega exactamente al revés; Japón es el último ejemplo en este sentido.

 Para el Gobierno sólo se trata de especulación y estacionalidad minimizando el impacto sobre las expectativas, en particular la inflación. Del otro lado, muchos afirman que la brecha no tiene posibilidades de retroceder, y lo que avisa es la necesidad de corregir fuertemente el precio del dólar oficial, actualmente retenido por los controles. Nosotros seguimos sosteniendo que esta brecha no refleja el equilibrio cambiario, sino más bien el “precio de la libertad” implícito en los propios controles para una economía que agotó el excedente de dólares. Para recrear la competitividad de fines de 2010 (cuando la economía todavía presentaba superávit genuino de dólares y el problema era la película de una inflación que triplicaba la pauta de devaluación), se requiere un salto de la divisa del 18%, esto es un dólar de 5,8, mas parecido al dólar turista implícito en el recargo de las compras con tarjetas de crédito. Sin embargo, este valor sirve sólo como referencia ya que la evolución de la brecha no depende necesariamente del equilibrio comercial sino mas bien directamente del equilibrio monetario (tasa de interés vs. expectativas de devaluación) y del accionar del Gobierno en el manejo de las Reservas. En el corto plazo, es esperable que la estabilización del dólar marginal registrada durante los últimos días alrededor de $7,6 se mantenga: Por un lado, el Gobierno estaría interviniendo en el margen en este mercado y abriendo algo el grifo del dólar turista. Pero fundamentalmente, el sobrante de pesos en manos del público, hoy es menor que el de fines de diciembre y principios de enero; la demanda de dólares por vacaciones se transformó en demanda de pesos para cancelar los saldos de las tarjetas utilizadas para financiar las compras de navidad y las vacaciones en tanto, el efecto aguinaldo se diluyó y el BCRA está retirando del mercado parte del exceso de liquidez de los bancos. De todos modos, la volatilidad de este precio es muy alta y a mediano plazo su valor dependerá directamente de la obsesión de los compradores potenciales y la propia de las autoridades frente al manejo en el día a día de las Reservas. La mayor oferta de dólares a partir de abril/mayo debería contener esta obsesión al menos por algunos meses más.   

Como venimos sosteniendo, pretender pesificar la economía de facto con una tasa de interés que apenas alcanza al 60% de la tasa de inflación no luce razonable y lo que empieza a ser evidente, incluso para los hacedores de política, es que sin un salto adicional en la cantidad de dólares –algo que en 2013 va a aparecer pero no volvería a repetirse en 2014- la capacidad para financiar un crecimiento basado en el consumo no luce viable como estrategia a mediano plazo. Y mucho menos para retornar el ritmo previo que supo disfrutar el modelo entre mediados de 2002 y mediados de 2011. En 2012, la economía habría crecido 1,3%, frente al 7% de 2011 y al 8,8% de 2010 cuando rebotó con violencia después 2009 con la sequía y la crisis internacional transformadas en lluvia y pausa en 2010. Pero el ritmo de 1,3% se transforma en 2,2% si se netea del impacto negativo que dejó el agro (con la nueva sequía de 2011) y el sector automotor (con el frenazo en Brasil). En 2013, la economía volvería a crecer 2,2%, que se transforma en algo más parecido a 4% si se adicionan los factores que en 2012 jugaron en contra y en 2013 jugarían a favor –la recuperación de la cosecha (con impacto pleno en el segundo trimestre cuando el PIB podría aumentar 6,5/7%), la mayor producción de autos (con una demanda de Brasil que ya empezó a recuperarse) y la porción del arrastre estadístico positivo no vinculado a la agricultura que deja 2012 en torno a 0,5%.