- EE.UU.: Transitando el camino al pleno empleo
- Zona Euro: Los costos del ajuste nominal
- Japón: Saliendo de la trampa de liquidez…
- Anexo: Una estrategia financiera posible frente a los escenarios delineados
Por primera vez desde el inicio de la crisis financiera global en 2008, la expectativa de una aceleración en el crecimiento del PBI mundial y el volumen del comercio global en 2014 estaría siendo impulsada por algún dinamismo del mundo desarrollado (de 1,3% a 2,2%, según el FMI) mientras los mercados emergentes digieren el escenario de tasas más altas y fortalecimiento del dólar. Según las últimas proyecciones del FMI, el PBI global pasaría de un crecimiento del 3% en 2013 a 3,7% en 2014 vis a vis un comercio global que pasaría de un ritmo de crecimiento de 2,7% a 4,5% impulsado por la aceleración de las importaciones del mundo desarrollado (de 1,4% a 3,4%). Así, el diferencial de crecimiento del mundo emergente respecto del mundo desarrollado se acotaría al menor nivel desde el 2002.
Por un lado, las economías desarrolladas minimizaron el riesgo sistémico heredado de la burbuja financiera y ahora convergen -desde distintos niveles y a velocidades divergentes- hacia un escenario de mayor utilización de los recursos productivos. En este contexto, la política monetaria del mundo desarrollado seguirá en modo suavemente expansivo vía el escenario de tasa cero en pos de acelerar la transición hacia un escenario con una combinación más óptima de inflación y desempleo. Mientras tanto, la consolidación fiscal desde el lado de las cuentas públicas seguirá de largo –aunque a menor ritmo- para seguir acotando la brecha fiscal e intentar estabilizar el ratio de deuda pública a PBI en un mundo con tasas que seguirán siendo bajas y mayor crecimiento del PBI nominal, proceso que llevará muchos años. En el mediano plazo, la persistencia de factores de histéresis heredados de la crisis financiera global implica un obstáculo para el crecimiento de largo plazo que requiere ir más allá de la sintonía fina de la política monetaria.
En EE.UU., el efecto riqueza asociado a la recomposición de los precios de las viviendas, el mantenimiento del sesgo expansivo de la política monetaria y el menor sesgo contractivo del fisco impulsarían el crecimiento económico de la zona del 2% a 2,9% según el consenso. De todas formas, la desaceleración en el ritmo de creación de empleo frente a la estacionalidad del invierno junto con la corrección de los pedidos de bienes durables en diciembre, instalaron un manto de incertidumbre en torno a este escenario con mayor crecimiento. Esta dinámica, sumada al riesgo de un desapalancamiento forzoso en China, quedó evidenciada en la corrección de los mercados donde la contrapartida de la caída de los precios de las acciones y las monedas emergentes fue el refugio en los bonos soberanos de USA consistente con un descenso de la tasa de interés a 10 años hacia niveles de 2,7%, luego de tocar un pico de 3% frente a la expectativa del Fed tapering.
En Europa, el consenso proyecta un lento crecimiento de la Zona Euro (en torno al 1%) frente a la estabilización del sistema financiero y la recomposición de los niveles de competitividad. De todas formas, la inconsistencia del ajuste nominal ha dejado a la periferia europea muy lejos de un escenario con equilibrio óptimo en términos de inflación y desempleo. Después de todo, la rutpura del canal del crédito y la ausencia de la herramienta cambiaria para ganar competitividad hacen más lenta la convergencia hacia el escenario de mayor empleo. En todo caso, el riesgo de la Zona Euro consiste en caer en un escenario de deflación a la japonesa en los noventa, proceso que aumentaría el peso de la deuda en relación al PBI y pondría en riesgo la recuperación en curso.
En Japón, si bien la intervención monetaria y fiscal lograron recomponer las expectativas inflacionarias y la competitividad del sector exportador vía una devaluación del yen japonés, todavía queda pendiente el avance de las reformas estructurales. Sobre todo en el mercado de trabajo, donde la gran concentración de empleo temporal pone un techo a la suba de los salarios en una economía donde la erosión de los ingresos a partir del pass through de la devaluación a los precios de la energía y los alimentos amenaza con interrumpir el círculo virtuoso iniciado por Abenomics.
En cuanto a los mercados emergentes, la suba del costo de fondeo global generada por el retiro de la compra de títulos de la Reserva Federal de USA y el riesgo de un hard landing en China ponen en jaque la performance de esta región. Economías que habían extendido el choque con la restricción externa vía el boom de precios de los commodities y el financiamiento a tasas muy bajas durante la fase alcista del ciclo financiero global. Y que ahora deben enfrentar algún cambio de signo de los flujos de capitales derivado del escenario de suba de tasas y fortalecimiento del dólar con un mix de devaluación, intervención cambiaria y suba de la tasa de interés de referencia.
Cuáles son los fundamentos macro detrás de este escenario suavemente optimista en economías desarrolladas y cautelosos en emergentes y cuáles son los riesgos potenciales asociados a los factores idiosincráticos de cada región amerita un análisis caso por caso…