Cuando los mercados todavía estaban festejando las medidas de contención del riesgo sistémico emitidas desde el seno de la troika europea (Unión Europea, Banco Central Europeo y FMI) y comentadas en este espacio el domingo pasado, la irrupción en escena del ministro griego Yorgos Papandreu llamando a un referéndum que convalide o no los ajustes requeridos para acceder al prestamista de última instancia y evitar el default, volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de una salida desordenada de Grecia del Euro.
El intento de ganar aire político dentro y fuera de su propio partido socialista -el PASOK– y porque no, intentar conseguir una posición menos dura de la Troika, duró poco. Rápidamente, Angela Merkel que participaba de la reunión del G20 en Cannes (Francia) cambió la pregunta que desactivó el referendum. Básicamente sostuvo que lo que deberían evaluar los Griegos no es si aceptan o no la nueva ronda de ajustes, sino si quieren o no pertenercer al Euro, mientras de pleno acuerdo con Francia y el FMI se desactivaba el sexto tramo de 8.000 millones de Euros. Y es que si bien es evidente que el camino del ajuste fiscal para una economía que lleva acumulada una caída del 15% de su producto es inviable, el default y la salida de la moneda implícita en cualquier esquema de no acceso al prestamista de última instancia, aseguran al menos en el arranque un ajuste mucho mayor.
Finalmente, Yorgos Papandreu frenó la idea del referendum ante la falta de apoyo político dentro de su propio partido socialista y todo parecería indicar que tras el voto de confianza del Parlamento, abriría las puertas a un gobierno de coalición hasta el llamado de elecciones anticipadas.
Sin embargo, el ruido político de Papandreu dejó secuelas en una zona euro donde la política siempre fue por detrás de la dinámica del mercado y de las necesidades de la economía real. Sobre todo teniendo en cuenta que a partir de ahora ya no sólo desde el backstage sino desde la propia retórica oficial de la política, no se descartan escenarios compatibles con una salida desordenada de Grecia, si no se cumplen las medidas de ajuste fiscal. Nada prometedor para una coyuntura donde no es evidente que las medidas anunciadas alcancen para contener el contagio a los balances de los bancos y donde a pesar de las compras de deuda por parte del BCE, la suba en la tasa del financiamiento voluntario cada vez está más cerca de bajarle el pulgar a un pez grande como Italia.
Veremos cómo sigue…
*Economista y Directora de Estudio Bein & Asociados.
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