Europa: Tarde pero seguro

Aún cuando los detalles del plan de contención del riesgo sistémico brillan por su ausencia, la política de la zona euro empezó, de a poquito, a marcar la cancha.
Primero, el anuncio coordinado entre los gobiernos de Francia y Alemania, con el aval del gobierno norteamericano y del FMI, abre el escenario para el diseño de un plan de capitalización bancaria que permita afrontar las pérdidas potenciales derivadas de la exposición a la deuda soberana de la periferia europea. Mecanismo que ayudaría a cerrar los canales de contagio financiero desde los mercados de deuda soberana hacia el balance de los bancos.
Segundo, luego de la corrida del mercado frente a la incertidumbre financiera en torno a la capacidad de solvencia del banco belga-francés Dexia, la emisión de garantías para absorber pérdidas potenciales por €90.000 millones de los gobiernos de Bélgica, Francia y Luxemburgo, instaura una nueva señal en la dinámica de la política europea. Señal consistente con una política que, aunque lenta de reflejos, no estaría dispuesta a convalidar un nuevo episodio Lehman Brothers que gatille el riesgo sistémico y el pánico financiero, como sucedió en septiembre de 2008 cuando el gobierno norteamericano, luego de haber rescatado a Bear Stearns y los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, le soltó la mano al cuarto banco de inversión más grande.
Por último, tarde pero seguro, después del visto bueno del parlamento de Eslovaquia, los 17 gobiernos de la euro zona aprobaron las medidas anunciadas en julio pasado que aumentan el poder de fuego del Fondo Europeo para la Estabilización Financiera (FEEF). Medida que no sólo llega tarde frente a mercados inestables, sino que también peca de obsolescencia teniendo en cuenta que el fondo remanente del FEEF (€370.000 millones contando el aporte del FMI) es insuficiente para financiar el agujero fiscal de España e Italia hasta el 2013 (€800.000 millones).
Aún con las señales de contención del riesgo sistémico en Europa, dato no menor que aborta escenarios disruptivos como el de 2008-2009, el mundo desarrollado no logra encontrar mecanismos para poner a flote sus economías. Y es que con la política fiscal anulada; en la periferia europea porque el mercado les bajó el pulgar y la ayuda financiera está condicionada al ajuste fiscal, y en los países centrales con la política jugando en contra, no existen mecanismos claros que permitan impulsar el crecimiento en economías que deben seguir reduciendo su nivel de endeudamiento.
Evidentemente, en el largo plazo, la salida del mundo desarrollado es vía la inflación que permita aminorar la mochila de la deuda limitando el camino del ajuste. En el corto plazo, más allá de los renovados bríos de contención del riesgo sistémico en Europa, no es evidente que el escenario de recuperación via inflación esté a la vuelta de la esquina.
 
*Analista de Estudio Bein & Asociados.