La agudización del riesgo sistémico en Europa cambió la dirección del viento que desde la segunda mitad del 2009 venía soplando a favor de las economías emergentes. La huída a la calidad, paradójicamente los bonos del tesoro americano, generó una corrección en el valor de sus monedas que hasta hace un mes venían luchando sin mucho éxito para evitar una mayor apreciación. La devaluación reciente del Real que pasó de un saque de cotizar 1,53 R/US$ para acercarse a los 2 R/US$ está enmarcada en esta historia, incentivada además por la baja en la tasa de interés que había llegado al 12,5% para limitar el freno inducido por la política monetaria en el nivel de actividad para arrimar la inflación el objetivo del 6,5%. Cuando el Real se acercó a estos niveles, el Banco Central intervino, estabilizando la moneda en torno a 1,76 R/US$. Nivel que mejora la competitividad de su industria fuertemente erosionada por los flujos de capitales que recibía.
Y es que a diferencia de Argentina, la sobrereacción que tuvo Brasil le da un enorme margen de maniobra para hacer política monetaria contracíclica. Las tasas de interés son el doble que la inflación y mantiene un stock de reservas internacionales que alcanza los US$350.000 millones. De hecho, para amortiguar el impacto de la salida de capitales registrada el último mes, el Banco Central de Brasil perdió sólo US$3.700 millones, apenas 7% de lo que había acumulado en lo transcurrido del año.
Ahora bien, aún cuando desde Argentina, todas las miradas están puestas en la competitividad precio con Brasil que se vio erosionada por el corrimiento mencionado del Real, el impacto mayor viene dado por el freno en el nivel de actividad. Freno que empieza a impactar en forma directa sobre las exportaciones argentinas a ese destino que recibe nada menos que el 20% de nuestras exportaciones y el 40% de nuestras exportaciones industriales.
Y nuevamente, el impacto no está dado por el resultado del comercio bilateral, que seguramente mejorará frente a una caída en las exportaciones a ese destino, dada la estructura intraindustrial en ambas economías, sino por el efecto derrame por sobre el nivel de actividad y el empleo local. En plena campaña electoral, las suspensiones en la industria asociadas a esta situación, se “suspenden”, aunque difícilmente el freno en el mercado brasileño pueda compensarse con demanda doméstica, teniendo en cuenta además la inconsistencia temporal implícita en la nominalidad que muestra la economía hoy, donde la masa de salarios y jubilaciones, el gasto público y los agregados monetarios crecen al 33% anclado con un tipo de cambio que se muevo sólo 8% y tarifas de servicios públicos congelados. Habrá que esperar, que al igual que en 2008/2009, la capacidad de Brasil para moderar el ciclo se concrete en un mundo donde europe encuentra las condiciones política para abortar el riesgo sistémico.
*Directora y Economista de Estudio Bein & Asociados.
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