La política de subsidios ha dado mucho que hablar en los últimos años. Y no es para menos, ya que detrás del intento de evitar que la inflación escale vía un reconocimiento de tarifas más altas de servicios públicos, la política oficial apuntó en los últimos años a mantenerlas cuasi congeladas vía compensaciones crecientes a las empresas. Los números detrás de esta historia muestran que las transferencias de fondos a sectores económicos se multiplicaron por diez entre 2005 y 2010 y orillarían los $75.000 millones en 2011 (4% del PIB). Esta cuasi estatización de los servicios públicos, explicó nada menos que una cuarta parte del aumento del gasto de la Nación registrado en estos años en relación al PIB, y su costo equivale a seis veces el asignado a financiar la Asignación Universal por Hijo.
Los bienvenidos anuncios en pos de reducir su incidencia presupuestaria muestran un cambio significativo en la agenda de la política de la nueva (vieja) gestión. La decisión de avanzar segmentando a la demanda y dejando atrás el esquema horizontal que tantas críticas viene generando en términos de inequidad e ineficiencia, también parece correcta. Por ahora, según surge de los números que se incluyeron en la presentación de las medidas, la reducción anunciada asciende a $4.600 millones (6% de la masa de subsidios), pero casi el 90% de esa reducción corresponde a subsidios a empresas, sólo $500 millones responden a una caída en los subsidios residenciales.
Ahora bien, más allá del planteo oficial respecto a que esto representa una baja de subsidios y ningún aumento tarifario, es evidente su incidencia en términos del bolsillo de los Argentinos. Por ahora de una porción acotada, pero que si se pretende maximizar el ahorro fiscal debería ensancharse rápidamente a más segmentos de la población (dejando afuera a los más necesitados) y a más sectores como el transporte. Y en este sentido, el traslado pleno del subsidio al usuario de una vez, puede llegar a generar rechazo y en vez de contribuir a frenar la nominalidad de la economía, aumentarla. Lo ocurrido en 2010 -cuando la duplicación en el precio de la carne vacuna derivó en aumentos de salarios acordados en paritarias por encima del 30% respecto al 18/20% esperado hasta entonces-, es un ejemplo de lo que podría ocurrir, en un contexto donde lo que se requiere también es frenar la nominalidad.
Cabe recordar que un test en este sentido tuvo lugar en 2008 cuando se eliminó el subsidio pleno al gas y a la electricidad a los sectores que consumían más de 1000 m3 o 1000 hw/h respectivamente. Medida que por el fuerte rechazo que generó, fue corregida reponiendo el subsidio en los meses más fríos, los de mayor consumo y por ende mayores facturas. Quizás para avanzar, se requiera algún esquema que distribuya en forma equitativa el subsidio a lo largo del año, o por el contrario que incluya reducciones más graduales que aplicar el impacto de una vez como se hizo en el arranque con quienes habitan en las dos zonas más caras de la capital y en Countries.
Más allá del debate estadístico que seguramente no va a existir respecto al impacto inflacionario -ya que como se explicó en la conferencia de prensa esto es “una reducción de subsidios y no un aumento tarifario”-, es evidente que los impactos en términos de costo de vida sí están. De hecho, al momento de incorporar los subsidios a la factura se registró el aumento en la tarifa. ¿Si no se registra ahora, habría que haberlo registrado antes? La ventaja es que la participación de estos sectores en el presupuesto familiar es cada vez menor, en vistas del aumento registrado en los demás precios de la economía. La desventaja es que los ajustes requeridos para eliminar los subsidios han ido creciendo significativamente.
El camino es el correcto, y las medidas muestran un ansia creciente de intentar normalizar el desbarajuste registrado en los últimos años en un contexto donde la restricción presupuestaria asoma. Hay que ver como sigue, pero no es recomendable que el desarme se haga de una vez. Un sendero de reducción escalonada y anticipada de los subsidios, va a ser necesario para limitar los impactos no deseados.
*Directora Estudio Bein & Asociados
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