La repentina caída que experimentaron los precios de las materias primas agrícolas con bajas de 10% y 20% en soja y maíz volvió a poner sobre el tapete el interrogante acerca de la magnitud de la oferta de dólares que el sector agropecuario generará en 2014.
Esta situación es de gran relevancia para la Argentina, una economía a la cual el sobrante estructural de dólares se le agotó en 2010, y que logró sostener la demanda de dinero sólo mediante el establecimiento de controles cambiarios después de las elecciones de 2011. Controles cambiarios que generaron elevados costos vía el ensanchamiento la brecha y que no estabilizaron las reservas (hoy se ubican US$10.000 millones por debajo del registro de octubre de 2011), aunque permitieron alejar situaciones en las cuales el mercado pudiera forzar al BCRA a acelerar una corrección cambiaria.
En este sentido, a casi dos años del establecimiento de los primeros controles, las perspectivas de precios y cantidades de la próxima cosecha encienden luces amarillas acerca de la capacidad de la política de continuar financiando niveles de consumo que se ubican en niveles record en términos históricos.
Con la perspectiva del ingreso de la supercosecha del Hemisferio Norte, la soja que hoy cotiza a US$485 cae a US$445 en los contratos de futuros a septiembre y a US$432 en octubre, para luego mantenerse estable en las posiciones de 2014, con un precio promedio para el año que viene en torno a US$430 (20% por debajo del precio efectivo percibido en lo que va de 2013). El ajuste en los precios spot que ya se observaba hace unas semanas en los precios futuros se aceleró por la decisión de China de recurrir a parte de sus stocks de oleaginosa ante la perspectiva de una elevada disponibilidad en los próximos meses. De todas maneras, consideramos que los precios actuales ya incorporan la información referida a los elevados rindes esperados de la cosecha americana, por lo que el margen para una baja aún más pronunciada parece limitado, aunque también dependerá del sendero de la política monetaria en EE.UU.
Si bien el reciente ajuste de los precios no parece un cambio de tendencia (con China creciendo menos en los próximos años, pero representando un share cada vez mayor del PIB mundial), la baja coyuntural en los precios evidentemente agrega presión al escenario local en 2014. Aun considerando cantidades parecidas (superficie sembrada similar y rindes que dependerán del clima y de la incorporación de tecnología, otro interrogante ante el contexto de fuerte aumento de costos en relación al precio efectivo de la cosecha) la posibilidad de un estancamiento o alguna caída en las exportaciones incide directamente sobre la capacidad de la economía para sostener el aumento en las importaciones requerido para mantener el ya bajo crecimiento tendencial (en torno al 2%) al que ingresó la economía en 2012 cuando se netean los impactos del agro y las ventas de autos a Brasil. De confirmarse el escenario de caída en las exportaciones, y si pretende sostener la tendencia de crecimiento, la política deberá optar, o bien por financiar una mayor pérdida de reservas (más controles cambiarios), o bien por continuar intentando abrir la cuenta capital, algo que por ahora sólo hizo vía mecanismos sui generis, y de momento poco efectivos. Los bajos vencimientos de deuda en moneda extranjera durante 2014, no obstante, permiten aliviar parcialmente la presión sobre las reservas derivada de una balanza comercial más estrecha. Los vencimientos de deuda financiera de la Nación neta de pasivos intra sector público y con organismos internacionales, de las provincias y del sector privado suman US$1.500 millones menos que en 2013, mientras que si se excluye el cupón del PIB la cifra se estira a US$4.500 millones.
En resumen, con un nivel de actividad y consumo inéditamente elevado, la información que reflejan hoy los mercados de commodities constituye una señal de alerta hacia delante que afecta directamente al 35% de las exportaciones del país y no debería ser subestimada, aun en tiempos electorales donde la efervescencia de las chicanas y los pases de factura sigue postergando definiciones que son cada vez más acuciantes para la economía.