¿Giro al crédito?

La escasez de divisas que enfrenta la política económica en los dos años que restan de gestión es lo que explica el giro al crédito que empezó la semana pasada con el anuncio respecto a la solución de las deudas pendientes con el CIADI. Arreglo que según dejó trascender el Gobierno se haría emitiendo Boden 15 y Bonar X por US$500 millones y permitiría destrabar créditos con el BID y el Banco Mundial del orden de los US$1.800 millones. Esta situación alejaría a la Argentina del escenario de cancelaciones netas que viene llevando a cabo con ambos organismos y se convertirían en el puntapié inicial de una agenda que apunta a moderar los costos del ajuste hacia adelante en una coyuntura donde los vencimientos 2014-2015 de la deuda en divisas de la Nación, Provincias y bonos de las Empresas ascienden al 56% del stock actual de Reservas en manos del BCRA.

En efecto, con el discurso del “desendeudamiento” todavía como eje central del relato, la política apunta a conseguir dólares vía una apertura sui generis de la cuenta capital, sin apelar a las tradicionales colocaciones de deuda en los mercados voluntarios. En este sentido y adicional al acuerdo con el CIADI mencionado se encuentran otras medidas que apuntan al mismo objetivo: recomponer la Reservas. En este listado entran: la extensión y maquillaje del “blanqueo” para que el BAADE consiga compradores, el anuncio del “rediseño” de las estadísticas de precios y actividad con el “aval” del FMI y, porqué no, tal vez aceptar un “artículo IV ” que permita destrabar el arreglo con el Club de Paris sin necesariamente pagar al contado, la renegociación de repos con Basilea y el Banco de Francia, el intento de reflotar el ya anunciado acuerdo de swap de monedas con China, la vía libre para que provincias y empresas empiecen a buscar algún fondeo en el exterior, nuevos acuerdos de exploración en el yacimiento de Vaca Muerta con empresas privadas, el impacto en las reservas de la capitalización pendiente del FMI y seguramente algún intento de la ANSES de colocar deuda vía la venta de bonos en dólares en el mercado secundario tal cual se hizo durante 2010 y la primera parte de 2011.

No es que el crédito resuelva los problemas pendientes ni permita retomar las tasas “chinas” que caracterizaron el período 2003-2011 (y que volvieron brevemente con el salto en la cosecha en el segundo trimestre de 2013), pero sí amortigua la necesidad de anticipar el cambio de precios relativos resultante del atraso cambiario y del atraso tarifario. Algo que evidentemente deberá ser parcial y gradual, ya que su corrección lleva implícito o bien algún un salto inicial en la tasa de inflación (si las paritarias acompañan el aumento en el dólar y/o las tarifas) o bien una contracción del nivel de actividad si se logra el objetivo de retrasar salarios en términos de dólares y tarifas.

Evidentemente, no hay a la vista un plan posible para coordinar un ajuste de precios relativos y al mismo tiempo bajar la tasa de inflación sin generar un impacto sobre el salario o el empleo, si se intentara estabilizar los precios de los bienes con una apertura de la economía. Evidentemente, la gradualidad luce como la mejor opción para la política, pero implica necesariamente una combinación de ahorro fiscal y alguna dosis de crédito que amortigüe el deterioro del BCRA.

*Directora y Economista de Estudio Bein & Asociados.