Los tiempos de la política para evitar un escenario de impasse en el gasto fiscal de EE.UU. se agotan frente a la extensión del debate entre republicanos y demócratas al interior del Parlamento.
El primer punto de referencia es el 30 de septiembre, fecha en la que se gatilla el riesgo de shutdown si republicanos y demócratas no alcanzan un acuerdo para financiar la partida presupuestaria del gobierno. En concreto, bajo un escenario de shutdown, se suspenden las actividades no esenciales del gobierno federal, mientras que las operaciones esenciales continúan. Si bien un shutdown breve en el tiempo no tendría un impacto contractivo severo sobre los niveles de actividad, el coletazo sobre los mercados pude ser de mayor tenor. De todas formas, cabe recordad que el shutdown de cuatros semanas que tuvo lugar en 1995/6 resultó en una caída de 0,5 puntos porcentuales en los niveles de actividad. Por ahora, el Senado liderado por el partido demócrata trabaja en una resolución que permite un financiamiento transitorio del fisco para evitar un escenario de shutdown. Sin embargo, la condición que imponen los demócratas consiste en remover el proyecto de desfinanciamiento del programa de salud Obamacare, condición que entraría en conflicto con la agenda política republicana que lidera la Cámara de Representantes.
El otro riesgo asociado al impasse fiscal es el alcance del límite del endeudamiento público, situación que podría derivar en un fuerte ajuste fiscal para seguir haciendo frente a los compromisos de deuda o en un evento de crédito si se defaultea el pago de los intereses de la deuda pública. Según los cálculos de la Oficina del Tesoro norteamericano, el 17 de octubre sería la fecha tope para extender el techo de la deuda pública y evitar así un evento de disrupción financiera. Sin ir muy lejos, en agosto de 2011, el primer capítulo del techo de la deuda de los últimos años, que por cierto culminó con una resolución de último minuto, pero que de todas formas no evitó la baja de la calificación de la deuda soberana norteamericana por la agencia Standard & Poor´s, derivó en un movimiento de aversión al riesgo en los mercados consistente con una fuerte corrección en los precios de las acciones, materias primas y monedas emergentes. Más cerca en el tiempo, el segundo capítulo del techo de la deuda tuvo lugar hacia fines del año pasado, cuando el debate en torno al “abismo fiscal” (i.e. fiscal cliff) era la condición para subir el límite de la deuda pública. Una vez más, en el último minuto la “política” logró un acuerdo que permitió elevar el techo de la deuda, pero con una trayectoria de ajuste fiscal que iba a mitad de camino del escenario extremo de “abismo fiscal”.
Si finalmente la historia vuelve a repetirse y el “manejo político” del financiamiento del fisco vuelve a extender en el tiempo una solución al límite de la deuda, los mercados podrían pasar factura y ajustar el flujo del crédito en un mundo donde el crecimiento de los emergente bajó un cambio.
Afortunadamente, el no inicio del retiro de los estímulos monetarios de la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) le pone un piso a la corrección de los mercados. Hasta ahora, los mercados de EE.UU. corrigieron 1,6% desde los máximos niveles alcanzados tras la última reunión de la Fed. Veremos cómo sigue…