A la espera de medidas

La agenda política local continúa sin dar respiro. A tan sólo un día y medio de conocido el resultado de las elecciones, el fallo de la Corte Suprema en relación a la Ley de Medios corrió a segundo plano los números del domingo que hasta entonces ocupaban el centro de la escena y los debates.

Pero más allá de la catarata de eventos en el terreno de la política en tan sólo un puñado de días, los temas más acuciantes de la coyuntura macroeconómica no cambiaron. Y aunque “el día después” transcurrió sin mayores novedades (con la excepción del levantamiento del encaje de 30% al ingreso de divisas en algunos casos puntuales, algo que en la coyuntura actual resulta insignificante), las consecuencias sobre el nivel de reservas que genera el desajuste de precios relativos requiere de acciones consistentes de política. Puntualmente en los cuatro primeros días de la semana, el BCRA vendió cerca de US$240 millones y el mes finalizaría con una venta en torno a US$1.500 millones.

Lo que resulta evidente es que dado el desajuste actual de precios relativos: tasas, dólar e inflación, el cepo evita que sea el mercado el que defina el nivel del dólar, pero no evita que se agudice el ingenio en pos de conseguir todos los dólares oficiales que se pueda mientras se retiene la oferta. Y es precisamente esto lo que esta detrás del drenaje de reservas que se observa cuyos principales “agujeros” están concentrados en cuatro sectores –turismo, energía, sector automotor y electrónica de consumo con un déficit acumulado de US$35.000 millones anuales – que se suman a los US$17.000 millones de dólares del perfil de vencimientos de la deuda en divisas que enfrenta la economía en los próximos dos años. El stock actual de Reservas en US$33.500 y los dólares del agro y la agroindustria ya no alcanzan para financiar semejante agujero, sobre todo si se tienen en cuenta las perspectivas de la próxima cosecha, sus precios futuros vigentes hoy y fundamentalmente los incentivos a la retención de la misma implícitos en la inconsistencia entre la tasa de devaluación (ritmo actual y expectativas a futuro) y las tasas de interés.

La apertura parcial al crédito que esbozó la política en semanas previas, puede ayudar pero no alcanza. Seguramente, en las próximas semanas veamos nuevos intentos de ajuste al grifo de divisas apuntando a minimizar el impacto sobre el nivel de actividad. Nada fácil dado el horizonte de dos años que enfrenta el Gobierno y sobre todo cuando la política pretende minimizar el impacto sobre el nivel de actividad. Esto es, minimizar la suba en las tasas de interés, y centrar el ajuste en el turismo y los gastos con tarjetas. Veremos cuales son finalmente las medidas adoptadas, de momento el debate interno al respecto pareciera no tener quien lo defina.