- Polarización al extremo… ¿Alcanza para asegurar la reelección?
- Sin puntos medios ¿estratega o irresponsable?
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- Contra todo pronóstico la deuda con el FMI no baja la de mercado
La apuesta del gobierno por la reelección aumenta y empieza a tener frutos en los últimos dos meses que se reflejan en una mejora de las encuestas que hasta no hace poco mostraban una derrota segura y avivaban el círculo vicioso. Círculo vicioso donde el contagio financiero complicaba a la economía real y a las encuestas que a su vez impactaban en la dinámica financiera y así sucesivamente.
El cambio en las condiciones de liquidez global y en el armado político local con el corrimiento al centro a partir de la incorporación de Miguel Ángel Pichetto y de Alberto Fernández como Vicepresidente y Presidente respectivamente, junto a la batería de medidas para impulsar el corto plazo y mantener el dólar bajo control con el aval del FMI para intervenir en el mercado cambiario spot y de futuros, y una disparidad enorme en el manejo de la campaña, ayudaron y no poco a revertir esta dinámica.
El ancla cambiaria apuntalada con una tasa de interés muy alta (piso de 58% la LELIQ hasta el 15 de agosto), una reducción del spread vía baja de encajes que sostiene la de tasa de Plazos Fijos en 49% para limitar la dolarización preelectoral, y un programa monetario que convalida la expansión del crédito dirigido (ahora 12 y crédito Argenta), permite moderar la inflación e impulsar el consumo en el margen. La inflación de Julio apunta a ubicarse más cerca de 2,2% que del 2,7% de Junio, en tanto se observa una mejora en el margen en el consumo de bienes durables (autos, motos, electrodomésticos e incluso textiles) y una mejora en las expectativas de consumo e inflación en general.
Respecto al cambio en las expectativas, no mejora necesariamente la visión sobre la situación presente (la foto), pero sí las expectativas de que el piso y el techo en la recesión y la inflación respectivamente están cerca. El mensaje oficial es que la crisis financiera que atravesamos en 2018 nos dejó en medio del río, y que está en los argentinos decidir si quieren cruzar a la otra orilla o volver al pasado.
La campaña oficial está enfocada en mostrar el contraste entre el futuro que nos espera con imágenes de las obras públicas que se van inaugurando y el pasado de estancamiento, inflación, robo y mentiras al que nos llevó el Kirchnerismo. Del otro lado, se apela a poner el foco en la escalada inflacionaria, la caída del salario real, la pobreza y el cambio en los hábitos de consumo; “las marcas pindonga y cuchuflito” de Cristina. Mensajes que son retrucados uno a uno con una campaña diseñada a medida donde la alteración de las estadísticas del Kirchnerismo deriva en una compulsa entre relatos incontrastables.
Nadie se anima a adivinar hoy cuál de los dos extremos, que no podrían ganar en condiciones normales sino por oposición al otro, va a terminar dirimiendo la elección. Pero la dinámica de corto plazo de la economía está directamente relacionada a cómo se vaya definiendo ese resultado en las Paso el 11 de agosto, la primera vuelta el 27 de octubre y eventualmente el Ballotage el 24 de noviembre y cómo se retroalimente la dinámica financiera y la economía real.
Es que esta campaña que transcurre entre Panegíricos y Diatribas cruzados se da con un mercado que tiene una visión binaria sobre ambos extremos y que no sólo define precios de los activos locales diferentes (dólar, bonos y acciones), sino que en forma indirecta y dada la concentración de vencimientos a octubre (LeTes por US$7,8 mil millones y LECAPs por $250 mil millones) con un Tesoro que está vendiendo dólares en la transición y un BCRA que está dispuesto a intervenir para contener al dólar, puede derivar en una nueva crisis financiera si la incertidumbre escala y/o se convierte en la certeza equivocada.
Paradójicamente y a contramano de la lectura de parte de la sociedad, la fórmula Juntos por el Cambio implica en el corto plazo un ajuste menor de la economía dada la propia reacción del mercado que en un caso permitiría refinanciar cómodamente la deuda corta y transitar armónicamente el fin de año y en el otro caso podría derivar en un problema con los programas fiscal, monetario y financiero en un contexto donde el Gobierno parece dispuesto a usar las reservas para limitar el contagio al mercado cambiario si la dinámica dispara el riesgo país.
2020 es otra historia. El riesgo es que, aún con una transición ordenada en un escenario de reelección, con un país dividido y con un congreso partido al medio, los consensos para avanzar en estas reformas no se alcancen y tornen inestable el camino aún si la apuesta a la reelección se convalida. La matriz de escenarios para 2020 que empezamos a delinear en nuestro informe mensual anterior y a la que le pusimos números en nuestro Informe Especial “Escenarios 2019 y 2020”, sigue presente.