La tensión financiera sigue predominando la dinámica de los mercados globales en un mundo desarrollado donde los reflejos de la política europea no han estado a la altura de la evolución de la crisis financiera global. Política europea que no sólo va por detrás del mercado, sino también del propio diagnóstico de la coyuntura. Recién el jueves pasado el parlamento alemán aprobó la extensión de las garantías germanas (hasta 119.300 millones de euros) necesaria para la ampliación del Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera (hasta 440.000 millones de euros). Ampliación que había sido anunciada en julio cuando se agudizaron los problemas de la periferia y que, como veníamos comentando, pecaba de obsolescencia en un mundo donde el 50% de la deuda soberana de la euro zona exhibe riesgo de crédito. Esto es nada menos que 3 billones de euros (4 billones de dólares) de los cuales más de 300.000 millones euros (US$400.000 millones de dólares) están en manos de los bancos europeos, que además cuentan con 1,3 billones de euros (1,7 billones de dólares) de deuda privada de la periferia europea. Situación que explica los canales de contagio financiero y el riesgo de una recesión con disrupción financiera.
Sin más margen de decisión política en una sociedad germana que no quiere destinar más fondos de sus contribuyentes para pagar los “platos rotos” de la periferia, la ampliación del Fondo Europeo tendrá que hacerse vía la intervención directa o indirecta del Banco Central Europeo. Sólo así, la liquidez del Fondo Europeo será suficiente para abastecer de capital a los bancos y comprar deuda soberana de la periferia, cirugía que abriría el camino para una reestructuración ordenada de Grecia. El desempeño de la Reserva Federal de USA y el Tesoro norteamericano durante la crisis 2008/9 es un antecedente fresco y representativo que debería instalar “jurisprudencia” en el juicio del Banco Central Europeo a la hora de evaluar los riesgos pertinentes. Nada fácil para una institución que, por el legado de la hiperinflación de los años veinte en Alemania, todavía sigue sesgando su política en pos de la estabilidad de precios y el riesgo moral (i.e. privatizar ganancias y socializar las pérdidas), aún en la coyuntura actual de inestabilidad financiera y riesgo de recesión.
Mientras tanto, la volatilidad de los mercados globales agregará más incertidumbre sobre las expectativas de consumidores y empresarios, acelerando en el tiempo, la corrección de los niveles de actividad. Corrección gatillada por un mundo desarrollado que no encuentra un motor de crecimiento sustentable frente a familias que siguen ahorrando para pagar deudas y bancos que en contexto de incertidumbre no apuestan al crédito.
Afortunadamente, la herramienta para estabilizar los mercados y reencauzar la recuperación económica está al alcance de las autoridades europeas.
¿Seguirán, las autoridades europeas, minimizando los riesgos o tomarán el consejo de Timothy Geithner (ex presidente de la Reserva Federal de New York y actual secretario del Tesoro norteamericano) para aumentar el tamaño del Fondo Europeo vía la canilla de liquidez del Banco Central Europeo?
*Analista de Estudio Bein & Asociados.
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