La hora de explicarle al candidato por qué será necesaria una negociación rápida con los holdouts y la apertura urgente de una ventanilla de financiamiento externo, Miguel Bein, el principal asesor económico de Daniel Scioli, hace la siguiente cuenta.
Dice que Cristina dejará en el Banco Central, unos u$s 29.000 millones brutos, se supone después del pago del BODEN 2015 a principios de octubre. Pero para llegar a las reservas netas, es decir a los dólares contante y sonantes con que dispondrá el próximo Gobierno, a esa cifra le resta u$s 3247 millones correspondiente al pago a los acreedores bloqueado por Griesa y que habrá que girar de inmediato una vez logrado el levantamiento del embargo en el juzgado de Nueva York. Otros u$s 8700 millones serán los yuanes del swap de monedas con China que, si bien no es exigible en el corto plazo, difícilmente pueda utilizarse para intervenir en el mercado cambiario o pagar vencimientos de deuda. Así, 1 de cada 3 dólares, de las reservas que Cristina dejará en el Central serán en realidad yuanes prestados por China. Otros u$s 3667 millones deberían asignarse al pago de deuda con importadores, exigible en 2016, aunque una parte pueda cancelarse en bonos.
La cuenta de Bein cierra con u$s 12.714 millones de reservas netas. Un número exiguo para seguir vendiendo dólares baratos en el mercado cambiario -como hace Kicillof, para evitar una devaluación mayor-, considerando que poco más de 8000 millones no son propiedad del Banco Central sino depósitos privados en dólares en el sistema financiero.
Pero además Bein advierte que en el período 2012-2015 se acumularon utilidades devengadas no giradas al exterior de las multinacionales por u$s 13.387 millones y estima que en 2016 será “condición necesaria para incrementar la tasa de inversión” llegar a algún arreglo sobre la transferencia de esos dólares (en efectivo y bonos).
La necesidad imperiosa de dólares explica también las chances de retomar o no la senda del crecimiento: en el segundo mandato de Cristina (el cuatrienio 2012-2015) la economía, según Bein, creció apenas al 0,8% anual promedio. “Aún después de cuatro años de estancamiento y caída en el consumo de durables desde los picos, las importaciones por habitante a precios constantes (netas de combustibles) superan en 24% a las del mejor año de la Convertibilidad”, dice el asesor de Scioli. En 2015, las importaciones per cápita llegarán a u$s 1364, frente a u$s 1104 en 1998. Esta es una economía más dependiente de la importación de insumos y bienes de capital que en el pasado, y mientras más tiempo continúen las restricciones de dólares más se demorará la reactivación.
Bein cree en la gradualidad para realinear cuatro variables clave, que hoy muestran un notorio desequilibrio: salarios, dólar, inflación y tarifas de servicios públicos. En 2015, los aumentos salariales promediarán 30%, la inflación 25% y el dólar oficial apenas 13%. Un uso y abuso del ancla cambiaria al que ya recurrió el Gobierno en otros años de elecciones, 2011 y 2013, que luego terminaron en el cepo y la devaluación. Aunque esta vez la situación se agrava por las devaluaciones de Brasil, el resto de los países de la región y la baja en el precio de la soja, que en los años anteriores jugaban a favor. Y porque, a diferencia de las dos elecciones anteriores, cuando el Banco Central todavía contaba con reservas para vender baratas (a 4 pesos en 2011 y a 6 pesos en 2013), hoy todos los dólares genuinos que pierde el Banco Central los reemplaza con deuda en yuanes con China. El desafío es evitar la devaluación sin plan de Kicillof en el 2014, con más inflación, recesión, ajuste del salario real y al final del túnel otra devaluación.
¿De dónde saldrán los dólares que faltan para volver a caer en la trampa? Para Bein la clave está en salir rápido a emitir deuda en el mercado de capitales, tras el inicio de las negociaciones con los holdouts y el levantamiento del embargo de Griesa. “El desafío de la agenda económica será aprovechar el crédito internacional para graduar las correcciones y reconstruir los equilibrios, apuntando a sostener los elevados niveles de empleo; desafío no menor que requerirá de un acuerdo social explícito y la necesidad de empezar a construir como política de Estado un ancla nominal que evite en el futuro el abuso del atraso cambiario como único instrumento antiinflacionario”, sostiene.
En este aspecto, Scioli sería más dependiente de un arreglo con los holdouts y la apertura del financiamiento externo que Mauricio Macri. Sin dólares, no hay gradualismo posible.
Carlos Melconian, el principal asesor económico de Macri, es menos optimista. Afirma que, al ritmo de ventas de las últimas semanas, en el Banco Central quedarán sólo u$s 2500 millones “disponibles en serio”, descontando el swap con China, la deuda trabada por Griesa, los depósitos privados en dólares y los pagos de deuda comprometidos hasta diciembre. Dice que el atraso cambiario de hoy (autogenerado por la inflación y acentuado por los factores externos) es similar al de fines de 2001, antes de la caída de la Convertibilidad. Y que con el dólar a $ 9,30 argentina está 10% más cara en dólares que con el dólar a $ 6,35 de diciembre de 2013, antes de la devaluación de Kicillof.
De ahí que para Melconian, el sinceramiento cambiario sea inevitable y el éxito de la política económica dependa de si logra estabilizar un nuevo tipo de cambio, único, sin cepo, por debajo del actual valor del dólar paralelo, sin que la suba del dólar oficial se traslade en gran medida a la inflación. Cree que con un nuevo gobierno que genere confianza, un programa integral que apunte a reducir el déficit fiscal y la emisión, más el nuevo tipo de cambio oficial, sin cepo, los dólares del colchón empezarían a venderse, más allá de que la negociación con los holdouts lleve más tiempos de lo esperado.
“La nueva administración no contará con un período de gracia. Si el próximo presidente proviniera del Frente para la Victoria (Scioli), no puede descartarse que antes de asumir el 10 de diciembre negocie con el gobierno saliente un cambio de la política cambiaria (acelerar las minidevaluaciones, reducir la pérdida de reserva con más cepo o la emisión de algún bono) para que el legado sea menos exigente”, dice en su último informe. Y reconoce que “en caso de ganar la oposición, no habría coordinación y el traspaso sería más tenso y desordenado”. Para Melconian, ya es tarde para el gradualismo en materia cambiaria. Piensa que es un slogan de los políticos en campaña.