El estancamiento de la economía brasileña en un contexto de inflación en niveles incómodos para los hacedores de política económica implica un dilema para las autoridades. Por un lado, la desaceleración del nivel de actividad requeriría de un recorte de las tasas de interés para abaratar el financiamiento del consumo y la inversión. Sin embargo, las presiones inflacionarias continúan poniendo un piso alto sobre la inflación de precios, obligando al Banco Central a mantener el esquema de tasas de interés bien altas para contener las expectativas inflacionarias. Desde el lado del nivel de actividad, la combinación de un escenario donde la inflación tomó envión a partir de la devaluación del segundo semestre del año pasado, con la suba de los precios de los “servicios administrados” frente a un gobierno con poco margen desde el lado fiscal para subir los subsidios y amortiguar el impacto del aumento de precios sobre el bolsillo de los consumidores, ajustó el nivel de gasto de la economía. Por otro lado, el aumento de la tasa de interés del Banco Central para estabilizar la salida de capitales y frenar la aceleración de precios, encareció el costo financiero de la economía, poniendo otra restricción sobre la demanda de consumo e inversión. Frente a este contexto, la producción de autos acumula una caída de 32% interanual y la venta de autos una retracción de 17% interanual. En materia inflacionaria, el panorama también luce complicado. A pesar de la desaceleración de la inflación de los últimos meses, las presiones desde los distintos sectores de la economía continúan poniendo un “piso” de resistencia sobre la dinámica inflacionaria: 1) La aceleración de la inflación de los servicios administrados refleja el impacto de la crisis energética, el encarecimiento de la energía asociado a la sequía del verano pasado y el dilema de las autoridades políticas asociado a la necesidad de moderar la trayectoria del gasto público frenando la expansión de los subsidios para alcanzar la meta de superávit fiscal primario (i.e. antes de intereses) de 1,9% del PBI, a expensas de una mayor inflación en los servicios regulados. 2) El traslado a precios rezagado desde la devaluación del segundo semestre de 2013 es otro factor que continúa presionando sobre los precios. 3) La presión desde el lado de la puja distributiva para compensar vía aumentos de salarios el deterioro del poder adquisitivo generado por el aumento de precios en una economía donde el crédito al consumo se ha desacelerado hacia la zona del 5,8% interanual es otro componente de presión sobre los precios Frente a este contexto, el Banco Central de Brasil dejó en claro la intención de mantener la tasa de interés de referencia en los niveles actuales (11%) a pesar de la desaceleración del crecimiento económico, en consistencia con el escenario de inflación “alta” y “resistente” (6,5% interanual). Evidentemente, las perspectivas para la economía brasileña no lucen favorables: el consenso proyecta un crecimiento económico magro en torno al 0,7% para este año frente a una expectativa que a principio de año oscilaba el 2%. En el mediano plazo, el desafío de las autoridades pasará por priorizar el crecimiento de largo plazo en detrimento del gasto de corto plazo, canalizando el ingreso de capitales hacia la inversión productiva y mejorando al mismo tiempo la eficiencia del gasto público. De lo contrario, el estancamiento industrial generado por el modelo de tasa de interés bien altas y moneda sobre valuada seguirá pesando sobre el crecimiento económico. Y con ello, el sinuoso camino de la construcción de una moneda nacional quedará a mitad de camino… |