El costo del modelo brasileño de tasas de interés bien altas y tipo de cambio apreciado -esquema que sirvió para estabilizar la demanda de Reales y le sirve ahora para hacer política contra-cíclica cuando salen los capitales en un contexto de aversión al riesgo- ha sido pagado en términos de crecimiento económico. Mientras Argentina creció en promedio un 8,1% entre 2004 y 2008 y la región de América Latina viajó a una velocidad crucero de 5,3%, Brasil mantuvo una tasa de crecimiento promedio en torno al 4,8%.
Evidentemente, el esquema dual de una política monetaria que maneja el equilibrio entre tipo de cambio, inflación y reservas vía la tasa de interés de referencia Selic(hoy en 8,5%) y una que tira del ciclo económico a través de tasas de interés activas ubicadas nada menos que 27 puntos arriba, ha ahogado el crecimiento económico. En este contexto, los sucesivos recortes de la tasa de interés de referencia Selic no traccionan sobre el ciclo económico cuando en realidad el canal de transmisión efectivo sería una baja de 15 puntos de las tasas de interés activas que los bancos utilizan para financiar consumo y capital de trabajo para las PYMES.
Más allá de la línea de liquidez del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) a tasas subsidiadas del 6% -que compensó parcialmente la erosión de la competitividad de la industria- la caída de la producción industrial (2,9% i.a. en abril) como contrapartida de la apreciación del Real y los exorbitantes spreads que maneja el sistema financiero, viene pesando -y no poco- sobre la dinámica del PBI.
Luego del crecimiento de 7,5% en un 2010 donde el escenario de elecciones presidenciales cebó el gasto público y la nominalidad en una economía donde la demanda siguió de largo frente al estancamiento de la producción, la actividad se frenó en el segundo semestre de 2011. Estancamiento inducido en parte por la propia política a través del ciclo de contracción monetaria de la segunda mitad de 2010 que llevó la tasa Selic de 8,75% a 12,5%, y que pasó de largo cuando chocó con la agudización de la aversión global al riesgo en agosto de 2011 a partir de la rebaja de la calificación de la deuda soberana de EE.UU. y la crisis europea.
En 2012, la economía sigue sin arrancar. El PBI del primer trimestre arrojó una suba de 0,8% (variación trimestral anualizada), tras la suba de 0,6% del trimestre anterior. Bajo esta dinámica, el crecimiento promedio de 2012 -impulsos fiscales y monetarios mediante- estaría más cerca del 2% que de la proyección del consenso de 3,5% hacia principios de año y del objetivo del Gobierno de 4,5%.
En definitiva, mientras el escenario de tasa cero de la Reserva Federal de EE.UU. y crisis en Europa se mantenga en el tiempo, la economía brasileña contará con los grados de libertad para virar en el margen hacia un equilibrio consistente con más tipo de cambio y menos tasas de interés en post de incentivar la industria.
La última palabra en torno a la sustentabilidad del modelo de crédito de Brasil la tendrá la Fed cuando inicie el ciclo de suba de la tasa de interés de referencia. ¿Saltará finalmente la vulnerabilidad externa intrínseca de una economía que financió la expansión mayoritariamente con ahorro externo? Nada antes de 2014, en un mundo con una economía norteamericana recuperándose lentamente y una Zona Euro que aún no resolvió el problema sistémico de los bancos y la desconfianza sobre la sustentabilidad fiscal de la deuda de su periferia.
*Directora y Economista de Estudio Bein & Asociados.