- Aunque con mayor margen de maniobra:
- 2012; entre el freno de Europa y Brasil, la sequía y la mala praxis local.
- 2013: ¿peor o mejor?
- Brecha Cambiaria ¿barata o cara?
- Reservas: el dato a monitorear
- El manejo de la Caja como estrategia frente a los conflictos
- La situación de la(s) Provincia(s)
- Moyano y el Impuesto a las Ganancias
La ralentización del crecimiento observada desde fines de 2011 pasó a reflejar caídas en abril, mayo y junio en la comparación interanual. Esta dinámica, que incluso empieza a ser reconocida por el INDEC, es explicada desde distintos ángulos dependiendo de quien sea el narrador de la película. Para el Gobierno, literalmente “el mundo se nos cayó encima”. Del otro lado, la explicación está asociada en un 99,9% a la mala praxis de la gestión que pretende sortear la restricción de dólares –una vez que el salto en las importaciones acabó con el superávit externo- con restricciones crecientes al acceso al mercado cambiario sin medir los costos asociados. Ninguno de los extremos es el correcto.
Si bien las condiciones mundiales en términos de tasas de interés muy bajas en el mundo desarrollado y precios de la soja en niveles récord (US$600 al cierre de este informe), siguen siendo muy favorables para Argentina, el freno al comercio global generado por la crisis en Europa y el vuelo a la calidad -el dólar- cuando se acrecienta la aversión al riesgo, se filtró al nivel de actividad. Esto explica en gran medida que a pesar de la enorme distancia que hay entre la “calidad” de las políticas, lo que ocurre con la economía en Argentina, que a la coyuntura de caída en la industria añadió una sequía que le esquilmó un 10% de la cosecha pasada y casi un 20% respecto a la proyectada inicialmente, sea un calco de lo que registra Brasil. Sin embargo, a diferencia de Brasil, que luego de años de prudencia macroeconómica ahora puede usar en forma expansiva todas las herramientas de política (fiscal, monetaria y cambiaria), Argentina con una demanda de pesos atada con “prohibiciones” encuentra dificultades crecientes para seguir este camino luego de años donde la expansividad de la política fue la regla independientemente de las necesidades del ciclo. Si bien el escenario de liquidez forzada por los controles, con una brecha cambiaria que ya ajustó (32% en el marginal y 45% en el mercado de contado con liquidación), genera incentivos en el corto plazo a salirse de los pesos estimulando “de prepo” el consumo de durables y la inversión, la estrategia no tiene necesariamente “patas largas”, ya que al final del día la reposición de stocks derivada (si se pretende limitar el traslado a precios de la brecha cambiaria) genera una demanda adicional de dólares constituyendo un nuevo obstáculo en el objetivo inicial de preservar las reservas para cancelar vencimientos de deuda en un contexto de cierre de los mercados de crédito. Objetivo que, vale remarcar, encuentra dificultades a medida que la salida de depósitos en dólares de los bancos (hoy a un ritmo decreciente) compensa las compras de divisas del BCRA que permiten las prohibiciones.
En el cortísimo plazo, es difícil valuar en términos macro el impacto directo del coeficiente de roce que genera la política sobre la actividad, el empleo y las decisiones de inversión, frente a los estímulos al consumo y a la “inversión defensiva” gatillados por la prohibición de comprar dólares en un contexto de tasas de interés negativas, abaratamiento de los bienes de capital y líneas subsidiadas de crédito estatal. De hecho, el principal daño a la actividad está concentrado en aquellos sectores exportadores que vieron cerrarse mercados, en un contexto de costos internos creciendo en dólares, obligación de liquidar anticipadamente exportaciones y líneas de prefinanciación más caras y con menor oferta. Aunque también el daño alcanza a otros sectores ligados directamente a operaciones locales en dólares como el sector inmobiliario y en forma indirecta la construcción vía el desarrollo de nuevos emprendimientos fondeados con divisas.
Ahora bien, en medio de la coyuntura actual, la mayor parte de los pronósticos augura un segundo semestre y un 2013 peor o similar. Nosotros proyectamos lo contrario. Es que si el diagnóstico es correcto, y el parate está explicado en mayor medida por cuestiones ajenas a la política (sequía y freno del comercio global), la sola reversión de estos factores daría un impulso adicional a la macro en los trimestres que vienen. Si este es el caso –como lo fue en 2010- el 2% de crecimiento proyectado para 2012, podría transformarse en un 4%/5% para 2013, lejos del 8,8% de 2010 y más en línea con el potencial. Lluvia y cosecha récord mediante…