Brasil: Un camino difícil por delante

La coyuntura de crecimiento débil desde mediados de 2011 e inflación que, en el margen, se acelera por arriba de los objetivos del Banco Central ha derivado en un dilema para la política económica de Brasil. Cualquier movimiento al alza de la tasa de interés de referencia que intente desacelerar la inflación, conspira contra el objetivo de maximizar el crecimiento económico de corto plazo de la “política”, y viceversa.

A pesar de un menor crecimiento esperado por el consenso para este año –con proyecciones para 2013 que habían arrancado en 3,7% a principio de año y que ahora fueron recortadas a 2,7%-, el Banco Central de Brasil volvió a ratificar su independencia respecto de los objetivos de la política de turno. Frente a este contexto, la semana pasada la autoridad monetaria subió la tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos a 8,5%, acumulando un aumento de 125 puntos básicos desde el piso de 7,25%. El objetivo formal consiste en aminorar el ritmo de una inflación que ya viaja (6,7% i.a.) por arriba del rango máximo de tolerancia de la autoridad monetaria (6,5% i.a.).

En un segundo análisis, podemos interpretar que las autoridades aumentan la tasa de interés que remunera el ahorro en Reales para revertir en el margen la salida de capitales en un mundo donde la suba de las tasas de interés de largo plazo en EE.UU. ha gatillado una salida de capitales desde los emergentes. Sobre todo en una economía que necesita del ahorro del resto del mundo para financiar el exceso del gasto doméstico evidenciado en un déficit de cuenta corriente externa que hoy alcanza US$75.000 millones anuales.

Sin embargo, mientras el ciclo de baja de la tasa de interés de referencia no ayudó a revertir el estancamiento del crecimiento económico, el escenario de suba de tasas sí induce un efecto contractivo sobre los niveles de actividad. Por un lado, la suba del costo de fondeo restringe los márgenes de política fiscal expansiva en una economía donde en torno al 20% de la deuda pública permanece indexada a la tasa de interés de referencia. Al mismo tiempo, el encarecimiento del costo de fondeo agudiza la carga financiera de las familias que ya se ubica en torno al 20% de los ingresos disponibles.

Mientras tanto, la depreciación del Real brasileño (43% desde los máximos de julio de 2011 y 13% respecto del promedio de enero/mayo 2013) ha revertido en el margen el proceso de atraso cambiario generado a partir del modelo de tasas de interés altas, mejorando la ecuación de competitividad de la industria. Sin embargo, la escalada de los precios y la duplicación de la deuda privada externa en los últimos cinco años ponen un límite al proceso de devaluación de la moneda.

¿Podrá compensar la devaluación del Real el efecto contractivo derivado de la suba de tasas de interés?

Mientras el comercio internacional permanezca estancado frente a la recesión Europea y la desaceleración de China, las ganancias de competitividad asociadas a un Real más debilitado no serán maximizadas. Por otro lado, la vuelta a un modelo basado en el crédito internacional cuando la “panacea financiera global” de tasa cero y dólar débil parece diluirse frente al retiro de los estímulos monetarios de la Reserva Federal de EE.UU., tampoco parece el camino más optimo. Veremos cómo sigue…

*Economista de Estudio Bein & Asociados.