Buitres: entre el arreglo y la malvinización

La incertidumbre en torno a la resolución de la pelea con los fondos buitre en particular y de la resolución de la totalidad de la deuda no presentada al canje en general abre paso también a la incertidumbre sobre cómo la política va a administrar la macro en los próximos meses, en un contexto donde todavía se sienten los efectos de la corrección cambiaria de enero.

A priori, y aunque consideramos que los beneficios potenciales de continuar en la agenda del crédito siguen siendo evidentemente mayores que los beneficios “políticos” de cortísimo plazo derivados de la “malvinización” frente a un “enemigo” que no goza de demasiada simpatía, las dudas en torno a las intenciones reales de la política vuelven a colarse en la negociación. 

Nuestro escenario base apunta a un Gobierno que se mantiene a la expectativa. Esperando los resultados de las negociaciones entre privados, una alternativa difícil de materializarse, dado que a las propias complejidades de un acuerdo que no involucre al Gobierno debe agregarse el problema de los me too, los tenedores de títulos no presentados al canje y que no se encuentran englobados en la sentencia de Griesa.

Y, al mismo tiempo, sosteniendo un discurso de “malvinización” que resulta en alguna medida lógico mientras no exista una solución, ya que brinda dividendos tanto en términos de política interna como de minimización del riesgo RUFO. Un hecho no menor es que la propia “malvinización”, con señales creíbles de no pago a los holdouts aun expirada la RUFO, puede incentivar a estos últimos a ceder parcialmente en una negociación entre privados, que en definitiva estaría discutiendo el precio del juicio, donde la mitad de los US$1.650 millones reclamados está conformada por punitorios.

Claro que estas señales deberían ser en sentido contrario a los potenciales compradores de los títulos en default, dado que la certeza de no cobro en 2015 eliminaría buena parte del incentivo a ingresar en un deal de este tipo. Algo sobre lo que no hay, de momento, evidencia. 

El escenario con arreglo en enero es el único consistente con una mejora de la economía en la medida que habilita la disponibilidad de dólares para mejorar la actividad y moderar la inflación al financiar algún atraso del tipo de cambio sin que sea necesario sobre reaccionar con la tasa de interés para evitar un salto mayor en la brecha, en un contexto de desequilibrio fiscal creciente.

Este escenario, no obstante, puede quedar comprometido si el mercado avanza con la aceleración de las series más grandes de los títulos del canje, dado que ello forzaría una nueva reestructuración frente a la imposibilidad (en términos de liquidez y en términos de bloqueo judicial) de la Argentina de hacer frente a la totalidad del capital acelerado en las series de mayor valor residual.

Y es justamente la propia imposibilidad de cobro lo que constituye el principal incentivo para los tenedores de estas series a no pedir una aceleración. El escenario de acuerdo en enero, con o sin privados, es ciertamente mejor que el de aceleración y reestructuración. Claro que para que esto ocurra, el Gobierno debe evitar la tentación de pisar el palito en sostener la diatriba contra los buitres y finalmente sellar un acuerdo que le permita cerrar la agenda al crédito que quedó inconclusa con el rechazo de la corte suprema de EE.UU. a mediados de junio.