Tras la crisis financiera global de 2008, las autoridades chinas intentaron contrarrestar la caída de la demanda externa asociada al desplome del comercio global con el crecimiento exponencial del crédito bancario dirigido a financiar la inversión.
Con esta estrategia, la economía china logro sostener el crecimiento en zona positiva medio de la “tormenta” y una vez estabilizado la crisis financiera recomponer totalmente el ritmo de crecimiento hacia un nivel promedio de 9,7% anual en 2008/2010. De hecho, la contribución de la inversión al crecimiento (6,2 p.p.) compensó con creces el aporte negativo del sector externo. Proceso de inversión que fue orientado principalmente a la infraestructura pública y privada en detrimento de la inversión en maquinaria y equipo que tiene un impacto más directo sobre el PBI. Sin embargo, este modelo de crecimiento basado en la inversión en “activos fijos” y en las exportaciones al resto del mundo empieza a exhibir ciertas inconsistencias en relación a los objetivos de largo plazo. Por un lado, este modelo de crecimiento ha reflejado una productividad decreciente en los últimos años evidenciada a partir del escenario de desaceleración del crecimiento del gigante asiático. Crecimiento que pasó desde un ritmo de aumento de 11,7% en 2003/2007 y 9,7% en 2008/2010 a uno de 7,5% en el segundo trimestre de 2013. Pero fundamentalmente, el crecimiento exponencial del crédito a empresas y familias –de 117% del PBI en 2008 a167%- enciende luces amarillas sobre el riesgo de formación de burbujas en algunos mercados (principalmente en el mercado inmobiliario). Si bien es cierto que la política tiene margen de sobra para asistir monetariamente a los bancos mientras la subvaluación del Yuan siga sosteniendo el superávit de la cuenta corriente, también es cierto que las autoridades no están cómodas con este esquema de “riesgo moral” asociado a esta expectativa de salvataje incondicional a los bancos. Sobre todo cuando las autoridades son concientes de que la subvaluación de la moneda o lo que es lo mismo, el crecimiento basado en salarios bajos en dólares, no es una estrategia sostenible de desarrollo en el largo plazo. Frente a este contexto, las autoridades chinas intentan dar una señal de transición hacia una economía con un crecimiento más balanceado entre el consumo y la inversión y una moderación del crecimiento exponencial del crédito. El endurecimiento de los créditos para la adquisición de una segunda vivienda, el control al ingreso especulativo de capitales y la neutralidad del Banco Central de China frente a la suba del costo de fondeo interbancario, son algunas señales incipientes en esta dirección. Señales que si bien van en contra del crecimiento económico de corto plazo, están orientadas en reforzar el protagonismo geopolítico de largo plazo en una economía donde los incentivos de la “política” difieren ampliamente de la estrategia de maximización del corto plazo a la que está acostumbrada buena parte de las democracias occidentales en general y la Argentina en particular. |