Por diversos motivos los economistas coincidimos en la importancia del superávit fiscal para la sustentabilidad del modelo. No sólo desde el punto de vista de cómo se financian las necesidades de caja, sino también en relación al objetivo de seguir manteniendo un tipo de cambio devaluado. Incluso desde el propio Gobierno se hace hincapié sobre la fortaleza de los equilibrios básicos que presenta la economía.
Sin embargo, la trayectoria del Resultado Fiscal en lo que va de 2007, sumada a las medidas ya anunciadas o en agenda, juegan a contramano de este objetivo. Lo llamativo es que este escenario de fuerte reducción del superávit es que se da en un contexto en que los ingresos tributarios no dejan de mostrar mes a mes nuevos récord, no sólo en niveles sino también en tasas de crecimiento. Sólo en julio la recaudación subió 38% i.a. y acumula en siete meses 32% i.a.. En junio, los Gastos Primarios -excluidas las transferencias automáticas a provincias-, crecieron a un ritmo de casi 50% i.a.. y acumulan en un semestre un aumento de 45% i.a.. Esto es 10 p.p. por sobre los ingresos totales, y en particular en junio asciende a más de 15 p.p. cuando se quitan de los ingresos aquellos originados en el traspaso de los fondos de las AFJP’s derivados de la flamante reforma al Sistema de Seguridad Social. En el último mes el principal envión vino de la mano de los Gastos de Capital, que se duplicaron, y de las Transferencias al Sector Privado, que crecieron a un ritmo mayor al 70% i.a. como consecuencia del aumento en los subsidios, entre otros a sectores de energía y de transporte. Los Gastos de la Seguridad Social, que eran hasta el mes previo los que más crecían, moderaron su trayectoria dada la mayor base de comparación de 2006 (recordar que en junio del año pasado se registró un aumento de 11% en las prestaciones previsionales). Es esperable que esta trayectoria de interanualidad decreciente se mantenga durante el resto del año, aún contemplando un nuevo aumento en las jubilaciones a partir de septiembre (dado que a partir de agosto la base de comparación también sube por el ingreso gradual de los nuevos jubilados a través de la moratoria previsional). Pero esto no es todo. En las últimas dos semanas, el conjunto de medidas anunciadas no da tiempo a la cuantificación de las mismas. Los mayores gastos derivados del plan Energía Total destinados a compensar con gasoil importado el faltante de gas a las empresas y a las centrales térmicas (por $930 millones), son un ejemplo en este sentido. Esto es algo que en la coyuntura es necesario para evitar el freno en la actividad, pero que como medida de largo plazo presenta algunas inconsistencias. A modo de ejemplo, el gasto público destinado a los sectores de energía, minería y combustibles prácticamente se multiplica por ocho en los últimos cuatro años, y las transferencias al sector privado (incluidos los préstamos a CAMMESA) superarían los $3.000 millones en 2007. Ya mencionamos en otras oportunidades la contradicción implícita en la contención de la inflación vía tarifas fijas con una política fiscal expansiva vía mayores subsidios. Pero también se anunció un nuevo aluvión de medidas de ingresos destinados a impulsar el consumo. Algunas que, incluso, muestran una segunda ronda en el año, como la baja del impuesto a las ganancias (suba del mínimo no imponible más la eliminación de las primeras escalas de reducción de las deducciones), la suba en las asignaciones familiares, el aumento postergado de salarios al sector público y un nuevo aumento en las jubilaciones. El impacto pleno de todas estas medidas rondaría los $5.000 millones, equivalente a 1,1% del Consumo Privado. Con este ritmo del gasto, corregimos nuestra proyección del Superávit Primario para el año a 2,5%, desde el 3,5% de 2006. Sin embargo, a este número hay que adicionarle los ingresos extraordinarios derivados del traspaso de los fondos de las AFJP’s, que totalizarían un 0,8% adicional, por lo que el Resultado Fiscal finalmente rondaría un 3,3% del PIB. Este último ratio es similar al incluido en el Presupuesto 2007, pero claro está, con una subestimación de los ingresos y de los gastos cercana a los $37.000 millones ($30.000 mill. originados en mayores ingresos tributarios y $7.000 mill. derivados de la Reforma a la Seguridad Social, es decir, de la compra de un pasivo). Ahora bien, si se extrapola hacia 2008 el diferencial de crecimiento del Gasto por sobre los Ingresos (estos últimos “libres de AFJP’s”), con nuestra estimación de recursos (22% i.a.), el Superávit Primario se reduce a 1% del PIB y el Financiero arrojaría ya a un déficit. Claramente este es un escenario extremo e incompatible con la sustentabilidad del modelo. La duda entonces es si será capaz la próxima administración de moderar la expansión del Gasto. En lo que respecta a las erogaciones de Capital, sin elecciones a la vista para ese entonces, la pregunta parece retórica; la flexibilidad de este gasto es una de las características que siempre se presenta como ventajosa. Sin embargo, en lo que respecta a la inversión en infraestructura energética, esto no parece ser un punto. En lo relacionado a subsidios, su trayectoria dependerá directamente de la política tarifaria de la próxima administración. Finalmente, la política de ingresos es la que más cuestionamientos presenta, en un escenario donde la inflación sólo se desacelera para el INDEC. ¿Estarán pensando en un aumento en la presión tributaria vía creación de recursos adicionales como ocurrió en 2007?, ¿o está implícita una moderación significativa del crecimiento del Gasto en un año no electoral?. Con los recursos tributarios creciendo al 22% y sin ingresos extraordinarios de las AFJP’s más allá del flujo que originó la reforma y que está implícito en las proyecciones de recaudación, para mantener el 2,5% del PIB, los Gastos deberían reducir su tasa de crecimiento al 19%. *Economistas Estudio Bein & Asoc. |