Cuando el que miente dice que miente, ¿dice la verdad?

Día atrás, el Ministerio de Economía informó que el Producto Bruto Interno en 2013 creció 3% y no 4,9% como había anticipado el Estimador Mensual de Actividad, Proxy del PIB, también elaborado por el INDEC. Explicó que esta modificación en el dato de crecimiento se debió al cambio anunciado en la metodología de medición de las Cuentas Nacionales que a partir de ahora cambia su base al año 2004, la anterior era 1993 (se había anunciado con cinco años de atraso a fines de 1999, apenas 15 días antes del cambio de Gobierno, con datos que cambiaban radicalmente la lectura de la economía y afectaban el acceso del país a los mercados, aunque esto es parte de otra nota). También vale mencionar que el flamante cambio metodológico había sido anticipado por el propio INDEC en noviembre pasado e incluido desde entonces dentro del calendario de difusión para el pasado 27 de marzo.

El cambio en el dato de crecimiento no debería sorprender. Nadie está en condiciones de decir cuánto creció la economía con una metodología por ahora desconocida. Y nadie puede culpar al INDEC por avanzar con los bienvenidos cambios metodológicos que todos los organismos de estadística a nivel internacional llevan a cabo cada 10/15 años a partir de la nueva información censal que se devenga.

Máxime con el manto de duda sobre buena parte de las estadísticas que elabora, producto de la intervención del Instituto que ya lleva más de 7 años, y estaría intentando revertir en medio de las negociaciones con el FMI para evitar la amenaza de aplicar la moción de censura.

Sorprende, en cambio, el anuncio de un nuevo número, sin explicar su metodología, ahora prometida recién para fines de abril, cuando el -cancelado a último momento y una vez cursadas las invitaciones- Seminario para la presentación en sociedad de la nueva base estaba previsto y además listo para el pasado 26 de marzo.  Asimismo, sorprende lo escueto del comunicado de prensa de apenas tres páginas, sin ninguna explicación metodológica coherente y con mucha menos información que la del comunicado trimestral tradicional. Sólo se incluyó la composición del crecimiento sectorial anual del 2013, no se incluyó información trimestral, tampoco la composición de la demanda, el crecimiento nominal, ni el deflactor del PIB y tampoco los datos de inversión ni su apertura. El comunicado tradicional que habitualmente contiene 21 cuadros con información trimestral y la serie completa para atrás, se redujo a sólo cuatro cuadros para el dato de 2013.

No contamos con datos para corroborarlo, pero los “modos” generan suspicacias respecto a la urgencia para corregir a último momento el número de crecimiento elaborado por el INDEC. Datos que ahora tendrán que ser “encajados” vía modificaciones ad hoc en la nueva metodología para finalmente ser presentados en sociedad a fines de abril en forma completa.

Este proceder encontraría ahora “naturales justificativos que paradójicamente se apoyan en la floja reputación de quien elaboró el cambio de base.

En particular:

1. El número se ubica una décima arriba del que diputados de la oposición presentaron como “crecimiento verdadero”. Es decir, el Gobierno había mentido y ahora dice la verdad.

2. El nuevo número, en conjunto con el nuevo IPC, “corrige” la situación de los últimos siete años cuando subestimó groseramente la inflación y sobreestimó el crecimiento real, en un intento por revertir la reputación del INDEC.

3. Y, fundamentalmente, el número permite ahorrar pagos por US$3.500 millones, de los cuales US$2.800 son divisas, en un contexto de escasez.

Lo paradójico de esta situación es que la “sensación de normalización” es producto exclusivamente del desmanejo previo, situación que provoca que cualquier número menor al que se venía informando genere, con excepción de los interesados tenedores del cupón del PIB, menos críticas e incluso elogios por el reconocimiento de la “anterior” manipulación estadística. Y al final de la historia, la mentira del que miente termina por convertirse en verdad.