Dólar: los riesgos de la estrategia electoral

El último informe de la consultora Eco Go que dirige Marina Dal Poggetto fue distribuido entre sus clientes bajo el título : “2019… El año que ‘viviremos’ en peligro”.

La introducción cobra relevancia a partir de lo que se vivió en la semana con el dólar y el clima de incertidumbre que rodeó al mundo de los negocios.

Un punto clave que desarrolla el informe es el de la vigencia de la “banda cambiaria” que para muchos economistas constituye un elemento de preocupación más que de alivio. Los puntos clave del informe sobre “Los riesgos de la estrategia electoral” definen un marco eventual sobre la economía que viene. Los principales conceptos de un informe técnico y descarnado son los siguientes: Atrás quedó la estabilidad lograda en enero y la primera mitad de febrero cuando (luego del susto de diciembre, cuando el riesgo país llegó a 840 bps) convivía una recuperación agresiva en los precios de los activos financieros locales con un Banco Central comprando dólares en la zona correcta de intervención en simultáneo a una baja rápida en la tasa de interés de las LELIQ (de 60% a 45%).

Apretón monetario

Apenas el dólar empieza a flotar dentro de una banda muy ancha (30% desde el piso) y frente a un movimiento de 4% en un día (9% desde el mínimo), la reacción de la política escala. El BCRA anuncia un apretón monetario todavía mayor, y vuelve a elevar la tasa de interés de las LELIQ a 67%. En simultáneo el ministro de Hacienda va al FMI para conseguir que éste le habilite la venta de dólares para hacerse de los pesos que recién necesitaría a fin de año aun a costa de poner en riesgo el refinanciamiento de las LETES.

El objetivo es que la visualización de la oferta de divisas más alguna intervención en futuros del BCRA y las mayores tasas de interés brinden un puente hasta la cosecha. El problema es que la reacción de las tasas pasivas (las de plazos fijos) a la señal de la política monetaria es lenta, de ahí que el BCRA empiece a buscar mecanismos para acelerar este traslado. Pero además, que la reacción de los dólares del agro a la relación dólar/tasa es la misma que la del resto de los sectores y no hay tasa de interés que alcance si se disparan las expectativas de devaluación.

En este contexto, el intento de frenar el riesgo de licuación, entregando dólares para limitar “las presiones inflacionarias” en la previa a las elecciones, puede volver a acelerar las preguntas sobre la capacidad de pago de la deuda en un contexto en el que la combinación de recesión con inflación e indexación del gasto previsional dificulta el cumplimiento de la meta fiscal.

LETES y elección

Y cuando, además, el programa financiero supone que se refinancia el 46% de las LETES para 2020, cuando hasta hoy el último vencimiento de este instrumento que rinde 4,5% se da dos días antes de la primera vuelta electoral, mientras los instrumentos que vencen en 2020 rinden 13%.

Es que el doble cero fiscal y monetario anunciado en octubre en el marco del segundo acuerdo con el FMI era muy contractivo. Frente a esto, la estrategia del Gobierno para transitar el año electoral consistía en moderar la trayectoria del dólar para que los salarios, jubilaciones y planes sociales recuperen contra una inflación todavía afectada por los aumentos tarifarios.

De hecho, la estabilidad cambiaria de enero/febrero los llevó a visualizar “brotes verdes” frente al fenomenal ajuste del cuarto trimestre (el PBI cayó 6,2% i.a., con el consumo y la inversión cayendo 11% y 25% respectivamente, y el desempleo llegando a 9,2% con tasas del 11,5% en el GBA). Brotes verdes que ahora empiezan a marchitarse frente a la sobrereacción del BCRA, cuyo objetivo de corto plazo es frenar al dólar con un programa monetario más agresivo. Programa que, en un contexto de inflación más alta, tiende a ser todavía más contractivo en términos reales. Y esto sin tener en cuenta la inconsistencia implícita en el devengamiento de las LELIQ si esta tasa se perpetúa en el tiempo.

La evidencia de una desaceleración más lenta de la inflación (en torno a 11% el primer trimestre incorporando el 4% que refleja para marzo nuestro Relevamiento de Precios Minoristas) con datos malos de actividad en el mundo desarrollado provoca rendimientos decrecientes del viento de cola que había generado la señal de “paciencia” de la Reserva Federal. A esto se sumó la semana pasada el deterioro de los “acuerdos de Gobernabilidad para pasar las reformas en el Congreso”en Brasil como contracara del avance de la Justicia sobre el ex presidente Temer y el actual gobernador de Río de Janeiro.

La tasa de 10 años de los treasuries en 2,43% (casi un punto por debajo de lo que rendía cuando arrancó esta historia un año atrás) no alcanza para compensar el riesgo electoral creciente implícito en la estrategia del Gobierno de polarizar con la ex presidenta, aun cuando los desajustes macroeconómicos que había entonces se acotaron.

Estabilidad cambiaria

Paradójicamente, para ganar las elecciones el Gobierno necesita generar pánico sobre una eventual victoria de Cristina Kirchner, pero también necesita estabilidad cambiaria. Y con este esquema monetario/cambiario no la puede asegurar, ya que es la probabilidad de que “el pánico” se torne realidad (aun cuando hoy sea baja dado el techo de la ex presidenta) lo que genera inestabilidad financiera y cambiaria en un contexto en el que, como sostuvimos antes, la única herramienta disponible para moderar la recesión y la inflación de cara a las elecciones es el dólar.

Si bien por prudencia todavía sostenemos nuestro escenario base estable para este año, el riesgo de un escenario inestable planteado en un informe anterior titulado “Proyectando entre bandas” (consistente con la banda superior del esquema cambiario) empieza a tomar cuerpo como contracara de decisiones cortoplacistas para alcanzar objetivos complicados.

Pero a diferencia de la grosería del Gobierno anterior que implicó la venta de futuros de dólar en 2015 para llegar a las elecciones sin sobresaltos cambiarios, con libre movilidad de capitales este intento puede hoy terminar implosionando dentro de la propia gestión.

Una opción en el medio que tome fuerza, o una eventual decisión de Cristina Kirchner de no presentarse, podrían ayudar a una transición más ordenada pero, en simultáneo, cualquiera de estas dos alternativas dinamita la estrategia política del Gobierno de ser reelegido. Amén de que con el cierre de listas recién el próximo 22 de junio, todavía quedan por delante casi tres meses donde esta incógnita no se va a despejar.