El camino del desendeudamiento

Más allá de la discusión que pueda haber sobre las perspectivas de la macro local para el año en curso y el siguiente, las críticas del Gobierno Argentino al FMI por las proyecciones incluidas en el último World Economic Outlook, resultan inoportunas, Entendemos que esto es así ya que en medio de un nuevo orden financiero mundial, donde la capitalización del FMI, acordada en la reunión del G20, apunta a financiar políticas contracíclicas en países emergentes afectados por la crisis financiera global, seguir cuestionando al FMI por el pasado, cerrando las puertas al financiamiento futuro, en un mundo donde la Argentina permanece aislada del crédito, parece por lo menos poco prudente. Con esto no estamos ensalzando el rol del FMI en los últimos años, ni mucho menos su postura con Argentina en medio de la crisis iniciada con el default de Rusia en 1998 cuando el país quedó atrapado en la Convertibilidad -sin financiamiento para salir y sin financiamiento para permanecer dentro de ella-, y las recomendaciones del organismo pregonaban seguir el camino de la deflación que terminó derivando en costos de salida significativamente más altos. Hoy, una línea del FMI permitiría a la Argentina (que no ahorró durante la parte alta del ciclo y que tiene un nivel de Gasto Primario a PIB más de 6 p.p. más alto que el de la Convertibilidad) estabilizar la macroeconomía con una menor moderación fiscal en los próximos meses. Paradójicamente acercarse al FMI implicaría un menor ajuste fiscal, y al mismo tiempo una reducción de la fortísima salida de capitales que viene enfrentando la economía desde mediados de 2007. Salida que si bien en parte estuvo explicada por la crisis financiera internacional, otra parte (no poca) está explicada por factores estrictamente locales. En este escenario, con un mundo haciendo piso, con capacidad ociosa y sin sequía, el país podría volver a crecer fuerte en el cuarto trimestre comparado con la debacle del cuarto trimestre del 2008, y el PIB del año cerrar neutro o con un leve crecimiento. Esto no indica que Argentina no pueda pasar sin financiamiento. La existencia de colchones que incluyen el financiamiento intra sector público (en 2009 el 29% de los vencimientos es con agencias del estado y en 2010 este número se eleva a 43%), el financiamiento vía adelantos transitorios del BCRA, el uso de hasta un 30% de los depósitos en el Banco Nación y el excedente de liquidez del ANSES (depósitos en el sistema financiero), nos permite construir escenarios de no default aún sin financiamiento de agencias. En este escenario, la salida de capitales no se frena y el ajuste del gasto público requerido no permite estabilizar la macro en el segundo semestre, por lo que el año cerraría con caída del PIB. Ahora bien, si Argentina pasa 2009 y 2010 pagando todo lo que vence sin acceder al mercado, el problema de la deuda que actualmente asciende a 32% del PIB cuando se la netea de todas las acreencias intra sector público pasaría a un segundo plano. Mientras tanto, la recompra de deuda a precios muy bajos continúa acelerando este proceso. En este contexto, uno puede pensar que las críticas al FMI se enmarcan en medio de una campaña electoral que viene siendo presentada desde el oficialismo como un plebiscito “al modelo”, en donde hasta hace poco la publicidad oficial se vanagloriaba de el hecho de que los chicos nacidos después de 2002 no supieran lo que la palabra FMI significaba, y que luego de las elecciones se intentaría un acercamiento al organismo. Sin embargo, este escenario, no es necesariamente el más probable para la gestión actual que pareciera haber adoptado el camino del desendeudamiento a cualquier costo. Ahora bien, dejando a un lado las cuestiones políticas y entrando en las proyecciones propiamente dichas, nos encontramos con un problema no menor. Los economistas ya no sólo intentamos interpretar que es lo que va a pasar en la economía en los próximos meses (algo que a nuestro juicio sin desequilibrios básicos, depende únicamente de la capacidad de la política para establecer una hoja de ruta que permita limitar la salida de capitales en un mundo que empezaría a hacer piso, un acuerdo con el FMI ayudaría a esta misión), sino que también tenemos que reconstruir el pasado sobre el cual nos estamos basando para armar nuestras proyecciones. Esta diferente lectura sobre el pasado, pone un ruido adicional sobre las proyecciones de crecimiento del corriente año. Cuando se critica al FMI por utilizar estimaciones realizadas por el sector privado por carecer estas de rigurosidad técnica, (lo cual es cierto, ninguna consultora privada puede suplantar hoy al INDEC), se esconde que es el propio masajeo de los números por parte del INDEC el que está obligando a los privados a intentar reconstruir esa historia. Con diferencias de matices en los números todos coincidimos, salvo el INDEC, que en el cuarto trimestre, en medio del desplome mundial, la economía cayó fuerte, volvió a caer en enero y febrero (en medio de un proceso de fortísima desacumulación de stocks) y habría empezado a moderarse en marzo. El cierre del año va a depender fundamentalmente del margen de maniobra de la gestión, y de la capacidad y/o voluntad para generar un clima que apunte a reducir la salida de capitales, y no a seguir recomprando deuda a precios de default. A diferencia de otras oportunidades, hoy la gestión tiene un amplio margen para revertir el ciclo. *Economista y Directora del Estudio Bein & Asociados