El Gobierno necesita llegar a abril con una brecha del 30% y el acuerdo con el FMI cerrado

De cara a los desafíos para el año que viene, Ámbito dialogó con el director de la consultora EcoGo, quien remarcó la necesidad de tener clara una ruta de consistencia fiscal en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El Gobierno llega a fin de año con una brecha cambiaria por debajo del 70% y con tres semanas consecutivas de acumulación de reservas, un escenario al cual parecía imposible llegar hace apenas dos meses. Sin embargo, los desequilibrios siguen vigentes, por lo cual el panorama para 2021 dista de ser sencillo. De cara a los desafíos para el año que viene, Ámbito diálogo con Federico Furiase, director de la consultora EcoGo, quien remarcó la necesidad de tener clara una ruta de consistencia fiscal en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de abril para garantizar una brecha en niveles compatibles con la estabilidad macroeconómica y la recuperación del salario real.

Periodista: ¿Qué evaluación hacés de este fin de año relativamente más calmo en materia cambiaria?

Federico Furiase: Estamos en un “veranito” que tiene que ver, por un lado, con un Gobierno que está dando señales en la dirección correcta, aunque llegan tarde y sin la magnitud requerida, como lo son el límite al financiamiento monetario y un déficit fiscal primario para 2020 que va a estar más cerca del 6,5%/7% sobre el PBI que del 8% proyectado en el Presupuesto. También influye el hecho de que en diciembre haya un aumento estacional en la demanda de pesos; hoy tenemos empresas que están vendiendo dólares al Contado con Liquidación (CCL) para pagar aguinaldos. Mientras tanto, la venta de bonos del Banco Central (BCRA) ayuda a bajar fuerte el CCL y contribuye a esta “pax cambiaria”. Todo esto en un escenario de liquidez global en el mundo. En ese marco, el BCRA viene recomponiendo reservas, que es condición necesaria para que tengamos un escenario estable hacia adelante.

P.: ¿Las intervenciones oficiales en el CCL y el MEP mediante venta de activos y los recientes canjes con emisión de títulos en dólares representan un riesgo para la sostenibilidad de la deuda a mediano plazo, teniendo en cuenta las actuales paridades de los bonos?

F.F.: El riesgo depende de si la política termina acomodando el déficit fiscal de 2021 en el marco de un acuerdo con el FMI. La política debe hacer el ajuste por las buenas; es decir, ir hacia un déficit más cerca del 3% que del 4,5% estimado en el Presupuesto. Si esto no ocurre, vamos a tener un recalentamiento de la brecha y el ajuste vendrá por las malas en algún momento después de las elecciones.

La buena noticia es que como el primario de este año va a ser menor al esperado, eso deja una inercia donde no sería muy difícil cumplir el objetivo para el año que viene. La duda es si la política va a convalidar esa inercia en un año electoral. Por eso el mercado todavía no compró esa historia y los bonos rinden 16%/17%.

P.: Para evitar ese recalentamiento de la brecha, ¿Cuándo debería tener cerrado el Gobierno el acuerdo con el FMI?

F.F: Las negociaciones con el Fondo deberían estar cerradas para abril ya que el Gobierno necesita llegar a esa fecha, que es cuando empieza a traccionar la cosecha gruesa de soja, con una brecha en torno al 30%. Para llegar a esta brecha, sin convalidar un salto discreto del tipo de cambio oficial, el mercado tiene que comprar la historia fiscal enmarcada en un acuerdo con el FMI. Eso generaría una recuperación de los bonos, lo cual permitiría llegar a abril con dólares financieros en la zona de los $125/$130. Paralelamente, manteniendo un crawling peg de 3,5% mensual, se llegaría a abril con un tipo de cambio oficial en torno a los $96. Esto va a depender de una decisión política que todavía no está.

P.: ¿No ves al Gabinete económico en esa dirección?

F.F: En los números, las señales se están dando. El déficit de noviembre lo demuestra, con un desplome del gasto “Covid”, con un gasto de capital que viene muy por detrás de los presupuestado y con una recuperación de la recaudación por el repunte en el nivel de actividad. La política tiene una retórica que va por otro lado, no te va a decir que está realizando un ajuste fiscal. Pero más allá de eso, el mercado tiene que percibir una política económica que vaya acomodando los números; que a partir de marzo se vayan subiendo las tarifas, que el BCRA suba un poco las tasas, que se fije una paritaria en línea con una nominalidad razonable.

P: En este contexto de crisis con 40% de pobreza, más de 45% de trabajo informal y teniendo en cuenta que más del 60% del gasto público se destina a prestaciones sociales, ¿puede el Gobierno seguir recortando gastos de manera significativa?

F.F: Lo interesante es que, si el déficit de este año termina como se espera, en 2021 se podría llegar al objetivo fiscal solamente mediante un salto en la recaudación producto de la recuperación de la economía, siempre y cuando no haya un rebrote de coronavirus, manteniendo los subsidios a las tarifas en porcentaje del PBI como marca el Presupuesto y reduciendo el gasto Covid a la zona del 1% sobre el producto. Esto, montado sobre una inflación esperada del 45% que ayudaría a licuar el gasto previsional, permitiría llegar al objetivo sin un ajuste tan fuerte.

P.: ¿Percibís otros factores de presión sobre la brecha además de la necesidad de achicar el déficit?

F.F.: El problema a corto plazo es que probablemente empecemos el año con un piso de inflación del 3,5% y que la demanda estacional de pesos se va a desarmar, en un contexto en el cual la tasa de interés sube por escalera mientras las expectativas de inflación y devaluación suben por ascensor.

P.: Frente a las presiones inflacionarias y el año electoral, ¿Cómo pensás que será la coordinación de la evolución de variables sensibles para los precios como el dólar, las tarifas y los salarios?

F.F.: En años electorales, todos los gobiernos buscan que el salario le gane a la inflación. Para eso, la gestión actual tiene que lograr que el tipo de cambio se mueva por detrás de los mismos, pero no tiene mucha nafta para hacerlo sin un ajuste fiscal. Si el mercado no compra la historia fiscal puede haber recalentamiento de la brecha, la expectativa de inflación se puede empezar a correr y esto podría dificultar el crecimiento de los salarios reales. En este escenario inestable, el Gobierno podría sostener el atraso cambiario hasta octubre, pero luego, si llega con menos reservas y más brecha, va a tener que devaluar.