Elecciones en Grecia, consecuencias en el Mundo

Cuando esta nota sea publicada, el destino de Grecia estará escribiéndose en las urnas. Es que este domingo tendrá lugar la segunda elección, luego de que fallaran todos los intentos de formar gobierno con el parlamento elegido el pasado 6 de mayo. Las últimas encuestas dan cuenta de un mapa electoral configurado por un triunfo parcial del partido de centro derecha de la Nueva Democracia de Antonio Samaras (22,7% de los votos), seguido por la izquierda Syriza de Alexis Tsipras (22%) y, en tercer lugar, el partido de centro izquierda Pasok de Evangelos Venizelos (11,2%).

Si los partidos tradicionales de la Nueva Democracia y el Pasok logran formar un gobierno de coalición, Grecia continuará con el programa de ajuste fiscal que condiciona la ayuda del prestamista de última instancia necesario para mantener a Grecia dentro del Euro.

Si el partido de izquierda Syriza ganara las elecciones y luego formara un gobierno de coalición con los partidos más chicos, la probabilidad de una salida de Grecia de la Zona Euro aumenta sensiblemente. Es que si bien su líder aspira a mantener a Grecia dentro del Euro, viene formulándose en contra de los programas de ajuste. Frente a este escenario, la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) amenaza con suspender los tramos de asistencia para hacer frente a las necesidades financieras del Tesoro. En tanto, la liquidez a los bancos griegos que viene fluyendo vía el mecanismo automático del Eurosistema podría cortarse si existe una decisión del Comité de Política Monetaria del Banco Central Europeo. Ambas situaciones dejarían a Grecia fuera del Euro.

Por último, si ninguno de los partidos lograra formar un gobierno, la constitución transfiere el poder al presidente de la Nación, Karolos Papoulias, quien debería llamar a nuevas elecciones.

Los incentivos para coordinar un escenario con Grecia dentro del Euro están de ambos lados de la balanza. Por el lado del deudor, con un 60% de la población griega eligiendo su permanencia en el Euro, la política tiene bajos incentivos a avanzar en sentido contrario. Si bien permanecer en el Euro con las condicionalidades de ajuste nominal impuestas para una economía que acumula una caída del PBI del 26% no tiene futuro, una salida con disrupción financiera, default y fuerte licuación de los salarios en Euros, generaría en el corto plazo un desplome incluso mayor.

Por el lado de los acreedores, la exposición a la deuda griega de los bancos europeos privados (90.500 millones de Euros), el Banco Central Europeo (343.000 millones de Euros) y el FMI con el Fondo de Rescate Europeo (182.000 millones de Euros), justifica la minimización del riesgo sistémico por parte de la “política” europea vía el mantenimiento de Grecia en la Unión Monetaria.

Sin embargo, mientras la amenaza política de un episodio con Grecia fuera del Euro siga siendo utilizada tanto por las autoridades alemanas como por las griegas, la incertidumbre seguirá dominando la dinámica de los mercados. La salida de depósitos privados volvió a acelerarse: luego de los 1.500 millones de Euros retirados en la semana posterior a las elecciones de mayo, durante la última semana se habrían fugado hasta 800 millones de Euros diarios (0,8% del total) en una economía donde el sector privado ya se llevó el 33% de los depósitos.

Evidentemente, la corrección de los desequilibrios macroeconómicos no puede recaer exclusivamente sobre el bolsillo de los griegos cuando la herramienta cambiaria no es una opción. Sobre todo cuando la Alemania que hoy reclama por más ajuste en la Periferia Europea (Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia), es la misma economía que sistemáticamente se benefició por el canal comercial cuando estos países ingresaron al Euro y financiaron con tasas de interés muy bajas el endeudamiento privado y público que hoy intentan corregir frente a la fuga de capitales. Por cierto, más inflación en Alemania, menos condiciones de ajuste en la Periferia Europea y un mayor activismo del Banco Central Europeo en los mercados de deuda soberana sería el equilibrio más favorable para el crecimiento mundial.

Las cartas ya están jugadas. ¿Qué camino tomarán las autoridades europeas?

*Analista de Estudio Bein & Asociados.