Después de varios meses de tormenta perfecta con un BCRA que vendió US$ 17 mil millones a un tipo de cambio promedio de $ 24,7, y una pérdida de reservas de US$ 25 mil millones para luego convalidar un salto cambiario a $ 40 en simultáneo al anuncio del Presidente respecto de un adelantamiento que aún no había sido acordado del programa del FMI, finalizó una semana de calma financiera.
La baja del riesgo país desde el pico de 720 a los 600 al cierre de esta nota convivió en los últimos días con un freno de la presión cambiaria a pesar de la emisión de pesos que significó el desarme de Lebacs en manos de no bancos el martes pasado. El dólar, que con intervención fuerte del BCRA había vuelto a alcanzar casi $ 40 el viernes pasado, cierra la semana sin intervención en $ 37,2 con oferta genuina de divisas.
La suscripción de Lecaps del Tesoro en pesos recogió $ 107 mil millones, el 76% de los emitidos el supermartes, de los cuales un 20% se suscribió con dólares. Esto es un dato no menor que estaría indicando una nueva vuelta al carry trade con tasas de interés del 50% y un dólar moviéndose por debajo. Aunque también vale recordar que los plazos de esta deuda del Tesoro siguen siendo muy cortos y a tasas muy altas. Amén de que a plazos tan cortos y con un Tesoro que mantiene muchos pesos en cartera, el Programa Financiero no se descomprime y sí aumenta la carga de intereses de la deuda. Y a estos niveles de riesgo país el acceso a los mercados internacionales de crédito sigue vedado.
Es cierto que a estos niveles del tipo de cambio, la foto de la economía se torna competitiva, los ajustes externo y fiscal se están haciendo a pasos agigantados y además aparece la expectativa de un nuevo paquete con el FMI que incluye no solo un adelanto de los desembolsos programados para 2020 y 2021 para la gestión actual, sino que además incluiría un aumento en el monto del programa.
Pero también es cierto que la calma financiera coincidió con un mundo donde, al menos transitoriamente, los capitales vuelven a países emergentes, fundamentalmente a los más castigados, donde aparecen compras de oportunidad en precios de acciones y bonos.
Con esto quedarían despejadas las preguntas sobre la capacidad de repago de la deuda del Tesoro hasta fines de 2019 y además el BCRA tendría más poder de fuego para defender al dólar dentro de un programa monetario muy rígido y con un esquema de flexibilidad cambiaria entre bandas.
La apuesta es que el carry trade se reactive y ayude a estabilizar la presión cambiaria. El riesgo es que en un mundo muy volátil, frente al aumento en la incertidumbre política y en un contexto de libre movilidad de capitales, reaparezca una toma de ganancias antes de tiempo. ¿Tan fácil era corregir? La disyuntiva entre ajuste gradual y de shock desapareció cuando se cortó el financiamiento.
Efecto. La contracara del ajuste es una caída en el salario real que acumula a agosto 10% desde principios de año, una caída en el nivel de actividad de 4% en el segundo trimestre y un aumento de 250 mil personas en el número de desocupados.
Si bien es cierto que la visualización de la crisis hace más fácil tolerar el ajuste, también es cierto que los beneficios del ajuste en términos de una macroeconomía saneada generalmente no los recibe el gobierno que ajustó y el deterioro en las encuestas se da en simultáneo a un vacío de representatividad que no es evidente quién lo va a canalizar.
La restricción monetaria, las retenciones y la renegociación de contratos energéticos opera a favor de un bajo traslado a precios de la devaluación pero no alcanza para evitar que la inflación de septiembre refleje los registros más altos desde principios de los 90 (se proyecta un piso de 6% en septiembre acumulando una suba de 32% en nueve meses y una inflación interanual ya en 40%) y sí opera a favor de un desplome en la actividad y ruidos en la cadena de pagos.
De momento el ancla es la salarial, son las paritarias las que ayudan a moderar el traslado a precios, extender la competitividad a costa de un deterioro en la pobreza y un aumento en la conflictividad social. ¿Es sostenible? ¿Qué margen hay para revertir parcialmente este deterioro de cara al año electoral?
La posibilidad de hacer piso y estabilizar de cara a 2019 viene asociada a la cosecha, a los demás sectores exportadores que recibieron una enorme señal de precio (incluyendo el turismo receptivo) y a los sectores energéticos donde el desagio de contratos intenta mantener las señales a la inversión. Sin embargo, con el sector público jugando en forma muy contractiva, con aumentos tarifarios que se pasaron para el próximo año, la capacidad para recuperar el poder de compra de los salarios va a depender de lo que suceda con el tipo de cambio.
Y con un esquema de flexibilidad cambiaria donde el valor del dólar depende del ingreso de capitales, no es tan evidente y sería peligroso que una eventual toma de ganancias frente a la incertidumbre política o un cambio en el humor de los mercados respecto de los países emergentes intente ser financiada con reservas nuevamente.
La inestabilidad financiera se coló a la economía, la crisis económica se empieza a colar a la política; y si bien pareciera que volvió a salir el sol, podría ocurrir que la incertidumbre política y/o un cambio en el humor de los mercados vuelva en algún momento a complicar lo financiero y las apuestas al carry trade darse vuelta antes de tiempo.
Volviendo al título de la nota, elija su propia opción: éxito o carry trade.