En la Argentina, el objetivo es octubre y después vemos

A cinco meses de que Pfizer anunciara que la vacuna contra el Covid-19 era efectiva -apenas un día después del triunfo de Joe Biden sobre Donald Trump- la vacunación en el mundo avanza a pasos agigantados. Parados hoy, los vacunados con al menos una dosis multiplican por cuatro veces y media a los 128 millones de contagiados.

En tanto la efectividad de la vacuna para reducir la mortalidad y la menor congestión de los sistemas de salud en los países que avanzaron rápido con la vacunación, da una luz de esperanza respecto al devenir de la pandemia. La vacuna sigue siendo un bien escaso, pero mes a mes la oferta empieza a estar disponible si los países cuentan con el financiamiento.

En simultáneo, la enorme liquidez global volcada durante los últimos meses por los bancos centrales sumada a los anuncios de nuevos mega paquetes fiscales montados sobre una montaña de deuda pública y privada acelera las expectativas de inflación en el mundo desarrollado.

Puntualmente en los Estados Unidos, el empinamiento de la curva de los bonos del Tesoro con una tasa a 10 años que pivotea el 1,75% (frente al 0,9% de noviembre pasado) y un mercado que por primera vez en mucho tiempo no le cree a Reserva Federal y prevé subas en las tasas de interés antes de tiempo, provoca una corrección en los precios de los activos financieros que habían seguido de largo frente a la señal de liquidez ilimitada.

De momento, los precios de los commodities se mantienen desacoplados de estas correcciones, aunque en los hechos frenaron la suba registrada desde fines de 2020. Mientras tanto, el dólar vuelve a fortalecerse respecto a monedas de países emergentes que enfrentan, en el margen, un aumento en el costo de fondeo. 

En lo que respecta a la Argentina, la soja se sostiene entre u$s 500 y 530 la tonelada, y el dólar en Brasil oscila en torno a 5,6 reales, con el Banco Central aumentando la tasa de política monetaria. La tasa Selic pasó de 2% a 2,75% y la volvería a subir en la próxima reunión del Comité de Política Monetaria.

Ciertamente el mundo no nos juega en contra, y ahora además el FMI confirmó que avanzaría con la emisión de Derechos Especiales de Giro (degs) para distribuir entre los países miembros, y por su cuota, a la Argentina le tocarían u$s 4.350 millones que hasta hace enero pasado no estaban en el radar.

Pero lejos de capitalizar este escenario global, y montarse en el arrastre estadístico para 2021 que deja el dibujo de la economía que dejó la pandemia a lo largo de 2020 (sólo manteniendo el nivel de enero la economía crecería 8,2%), en Argentina prima el zigzag en un gobierno de coalición que se pelea a puertas abiertas y se hace zancadillas internamente.

Tres incertidumbres/certidumbres, dependiendo del lado de la grieta que se lo analice, van a definir el escenario en los próximos meses hasta octubre:

1) La carrera entre la vacunación y el coronavirus y la magnitud de la segunda ola de contagios que ya arrancó y que asusta mirando lo que está ocurriendo en Brasil. Vacunar a 30 millones de argentinos mayores de 18 años a u$s 10 la dosis requiere u$s 600 millones, y hoy la escasez global de vacunas tiende a descomprimir. La demora en la vacunación luce más un problema de gestión, que de falta de dólares, que debería resolverse mas temprano que tarde.

2) La dinámica de las reservas del BCRA frente a la necesidad de mantener la estabilidad de la brecha cambiaria cuando termine de salir la cosecha y afrontar los vencimientos de deuda de organismos si se dilata, como todo lo indica, el acuerdo con el FMI.

3) El propio resultado de la elección del 24 de octubre, su estación previa el 4 de agosto cuando se celebran las PASO (si no hay cambios en el calendario electoral) y la lectura del mercado respecto al resultado de la elección.

Los tres vértices del triángulo operan entre sí, afectando la estabilidad de la figura que en alguna medida está dada por el nivel de la brecha cambiaria. En el medio una tasa de inflación que según nuestro relevamiento de precios se sostiene en torno al 4,2% mensual en marzo y acumularía en el primer trimestre 12%.

Paradójicamente, el Gobierno viene jugando con fuego en los primeros dos vértices, dilatando las vacunas y jugando a un juego de gallinas con el FMI judicializando el crédito otorgado al gobierno de Macri y exigiendo condiciones de plazos y tasas de interés que están por fuera del estatuto del organismo. Todo mientras en simultáneo se avanza con medidas electoralistas que van a contramano de lo que serían reformas estructurales que apuntalen la competitividad sistémica más allá de la destrucción de los salarios provocada por la devaluación del peso.

La baja del impuesto a las ganancias a las personas y suba a las empresas mientras las provincias suben ingresos brutos, y/o la prohibición de despidos que sigue vigente van a contramano de las reformas estructurales que requiere un acuerdo de facilidades extendidas. Lo mismo que la brecha cambiaria que continúa en niveles del 60% y genera incentivos muy perversos al funcionamiento de la economía.

El objetivo está puesto en la elección de medio término para lo cual requiere: mantener la coalición unida (que el peronismo no se rompa) y que la brecha cambiaria no se dispare. 

Dicho de otro modo, la política prima por sobre la economía cuando el dólar se tranquiliza, pero la estabilidad de la brecha cambiaria requiere que la situación sanitaria no se desborde y que un BCRA casi sin reservas pueda administrarla con los dólares del flujo de comercio resultantes de importaciones pisadas mientras el Tesoro avanza con un programa fiscal-financiero-monetario bastante más austero que el que pregona.

En los próximos tres meses, la estacionalidad de la cosecha más el pago en cuotas del “impuesto a la riqueza” contribuiría a mantener la brecha tranquila. Después de julio y hasta octubre, si la vacunación no se acelera y el Gobierno no encuentra un mecanismo para descomprimir los vencimientos con el FMI de septiembre y diciembre, las chances de que la brecha vuelva a pasar factura escalan. 

Sobre todo, entre el 4 de agosto y el 24 de octubre, cuando la campaña siga intacta y se conozca el resultado de la primera vuelta. En el medio, el riesgo que la desaceleración de la inflación que se intenta pisando el dólar oficial, no termine de llegar. Como siempre ocurre en Argentina, el objetivo es octubre y después vemos.