La economista Marina Dal Poggetto, de Bein & Asociados, advierte que el crecimiento del gasto en el último año a más del 45% genera una caída muy fuerte del superávit, aunque todavía haya un resultado fiscal positivo. Asegura que la crisis financiera le pegó muy fuerte a la Argentina.
La economista Marina Dal Poggetto, de Bein & Asociados, advierte que el crecimiento del gasto en el último año a un ritmo superior al 45%, casi 15 puntos más que la velocidad de crecimiento de los recursos, está generando una caída muy fuerte del superávit, aunque todavía haya un resultado fiscal positivo.
Dal Poggetto destaca que “estamos yendo hacia un escenario de tasas más altas donde, para ser consistente, se necesita una política fiscal más austera o, por lo menos, que no sea expansiva”, porque “el círculo virtuoso de la política fiscal se acaba”.
-¿Se acabó el viento de cola?
-El análisis de la economía dos meses atrás y ahora cambió. Si se terminó el viento de cola es una pregunta compleja porque, por un lado, los precios de los commodities que estamos exportando siguen siendo muy altos, las turbulencias afuera no les pegaron a los alimentos, pero el escenario de abundante liquidez que había hace dos meses se acabóy, en particular, a la Argentina esto le ha pegado más que al resto de las economías, fundamentalmente por la cuestión fiscal.
Cuando se miran los fundamentos, siguen siendo sólidos, pero la corrección de los fundamentos se está dando muy rápido. El crecimiento del gasto en el último año a un ritmo superior al 45% -que es casi 15 puntos más que el ritmo de crecimiento de los recursos, que crecen arriba de 30%- está generando una caída muy fuerte del superávit, aunque todavía tenemos un resultado positivo. Las preguntas respecto de la economía, que hace un tiempo eran cómo hace la Argentina para administrar las buenas noticias, hoy, pasan a ser hasta cuándo alcanza la caja.
-En términos financieros, ¿también estamos en una situación de superávit?
-En términos financieros, salvo los últimos dos meses, cuando se excluyen los ingresos extraordinarios de las AFJP, el superávit financiero da casi equilibrado. Todavía el año va a concluir con un superávit financiero. Lo que sí es cierto es que no alcanza para cubrir los vencimientos de las amortizaciones que este año son 2.000 millones y el año que viene serán 7.000 millones más.
-¿Cómo se van a conseguir fondos para pagar estos vencimientos el año que viene siendo que todavía no se arreglo lo del Club de Paris ni lo de los hold-outs?
-Es que así como para 2007, nadie dudaba de la trayectoria de la macro y todos pensaban un escenario convergente y las preguntas eran qué pasaba a partir de 2008. Para el 2008, se empiezan a abrir escenarios. Si las cosas se hacen bien, si la trayectoria fiscal se normaliza, y esto significa para el año que viene un gasto que se mantenga más o menos estable en términos reales y se pueda tener un superávit en torno del 3% del producto, si se arregla con el Club de Paris, si se hace algo en torno al IPC y al INDEC, es decir, si las señales son positivas, el tema de las necesidades de financiamiento no es un problema para el año que viene.
Entre intereses y amortizaciones, u$s12.000 M y entre el superávit del Tesoro y los adelantos transitorios del BCRA habría ingresos por u$s6.000 M. La brecha está entre u$s6.000-7.000 M. Todavía están los ahorros de los fondos fiduciarios. De la parte de las amortizaciones, hay una parte que es con los organismos que son unos u$s2.000 M. Hay una parte que es contra el propio BCRA. Si las señales son positivas hacia el mercado, es una situación bastante sencilla, distinto es si seguimos con este ritmo de expansión del gasto y el superávit primario se ubica más cercano al 1% del producto o por debajo y el superávit financiero negativo.
-¿Alcanzaría con hacer una corrección en política fiscal, no hay que hacer también una corrección en política monetaria?
-De alguna forma el ajuste de la política fiscal te genera un ajuste de la política monetaria. Las turbulencias afuera y la cuestión fiscal te generaron una suba en la tasa de interés interna que, de por sí, te va a generar un aumento en la tasa de interés a la cual se valúa un crédito de inversión. El ajuste monetario que se pedía, de alguna manera, va a venir por el nuevo ajuste fiscal.
-El aumento reciente de las tasas, para algunos, era considerado necesario porque, en términos reales, estaban bajas, ¿qué opina?
–Lo que tenía de bueno este modelo era que, con el colchón cambiario que había y con la expectativa de apreciación del tipo de cambio real, había tasas de interés negativas en pesos, pero positivas en dólares, que te bajaban el costo de financiamiento de los proyectos de inversión y te aseguraban el financiamiento del sector público y permitieron la expansión de la economía. Ahora, estamos yendo hacia un escenario de tasas más altas donde, para ser consistente, se necesita una política fiscal más austera o, por lo menos, que no sea expansiva. El círculo virtuoso de la política fiscal se te acaba, con lo cual todos los impulsos te empiezan a jugar a contramano.
-Los analistas dicen que, mientras haya superávit, no puede haber hiperinflación, sin embargo, sí hay por lo menos inercia inflacionaria, ¿qué estima para el año próximo?
-Depende de tres cosas. Una, es de qué pase con los alimentos, con los precios de los commodities. Este año tuvieron una influencia no menor en la inflación de los primeros meses del año. Dos, qué es lo que pase con las tarifas de los servicios públicos. Fiscalmente, no es consistente seguir subsidiando el nuevo ajuste de tarifas, con lo cual, en algún momento, van a tener que sincerarlas. Y eso va a llevar cuatro o cinco puntos en el índice. La pregunta del millón es qué va a pasar con la puja distributiva y ahí la pregunta es si vamos a un pacto social, a un acuerdo de precios y salarios como ocurrió en 2006 que permita volver a encaminar a la Argentina en un sendero de desaceleración de la inflación. Igual, estoy totalmente de acuerdo en que, si no se monetiza, la espiralización termina en un impacto en las cantidades. Por lo tanto, no hay un escenario de espiralización en puerta.
Carmen López Imizcoz