Desde fines de agosto los precios de las materias primas volvieron a subir con fuerza, replicando, aunque con una escala algo menor y una composición diferente, la trayectoria que habían mostrado en 2007 y la primer mitad de 2008, antes de su desplome con la implosión de la crisis subprime a partir de la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Desde junio pasado, el índice CRB, uno de los más utilizados a nivel global- anotó un aumento de 24,3% impulsado por los precios de los metales (+39,7%) y de las oleaginosas (+29,3%). A diferencia de la escalada anterior cuando el precio del barril de petróleo llegó a superar los 147 dólares, esta vez se muestran algo más cautos, aunque también acumulan un aumento de 20% (89 dólares el barril). Si bien es evidente que hay factores especulativos que juegan en esta dinámica y que están asociados a la abundancia de liquidez global, sobre todo luego del anuncio de la segunda ronda de inyección monetaria por parte de la FED a fines de agosto y de la descompresión -aunque no permanente- de las presiones en torno al Euro, hay otros factores –de oferta y de demanda- que también aportan a la tendencia estructural, más allá de la volatilidad de corto plazo. El primero, y que ya hemos mencionado en más de una oportunidad, es la participación creciente de China y demás economías del sudeste asiático en el crecimiento mundial y en la demanda de materias primas. Particularmente en el caso de los alimentos, el cambio en la alimentación a medida que aumenta el ingreso disponible de la economía desde proteínas vegetales hacia proteínas animales ha generado un salto estructural en la demanda de cereales y oleaginosas para sostener el aumento en la producción de carnes, que se suma a la mayor demanda para la producción de biocombustibles. Pero además, acotecen este año cuestiones de oferta puntuales en la producción de alimentos originadas en cuestiones climáticas que han puesto una presión adicional al alza en los precios. Evidentemente, el juego estructural de la oferta y la demanda empuja el tren de los precios de los commodities en la misma dirección (hacia el alza) que la coyuntura (de corto plazo) asociada a la liquidez global. Coyuntura que de momento, ha llegado para quedarse mientras en el mundo desarrollado las preocupaciones en torno al empleo sigan superando con creces a las de la inflación. Más allá de eventos puntuales asociados a la volatilidad todavía reinante a partir de nuevos episodios en Europa o nuevos amagues de la política monetaria China en pos de moderar el alza en la inflación, pareciera que el escenario de precios altos de commodities seguirá en 2011. Escenario, que particularmente en el caso de Argentina contribuiría a estabilizar la oferta de dólares en un contexto en el que el clima empieza a empujar hacia abajo las estimaciones de cosecha. *Directora y Economista de Estudio Bein & Asociados. |