Fin de ciclo para la política fiscal

Con viento de cola y fundamentos sólidos (superávit fiscal y de cuenta corriente, colchón cambiario y de Reservas), la economía argentina se veía lejos de una crisis y los sueños sobre una convergencia sin sobresaltos hacia el crecimiento potencial empezaban a cuadrar en los análisis, aun cuando desde la política económica se seguía priorizando, cada vez mas, el corto plazo. Hasta hace pocos meses, el problema de la gestión residía en lograr una administración eficiente de las buenas noticias provenientes del escenario internacional y contrarrestar la avalancha de dólares comerciales y financieros que ingresaban al país.

Sin embargo, en las últimas semanas el escenario pareciera haber cambiado. Los precios de los commodities que exportamos continúan elevados, pero repentinamente, y a partir de la crisis de los créditos hipotecarios de alto riesgo en EE.UU., se produjo una significativa retracción de la liquidez mundial que afectó a todos los mercados emergentes, aunque en mayor medida a Argentina. Si bien el sistema financiero se mantuvo estable, aunque expectante, gracias al amplio margen de maniobra con que cuenta el BCRA y a las medidas instrumentadas para asegurar la liquidez, las tasas de interés locales se ubican ahora dos escalones arriba, y los precios de los activos –bonos y acciones – evidenciaron, en el peor momento de la crisis, caídas generalizadas.

Súbitamente, los mercados pasaron de centrar sus dudas sobre la inflación y la medición del IPC  a concentrar su preocupación en la capacidad de pago de las obligaciones del Gobierno. Con restricciones en el acceso al crédito, la relevancia de procurar un superávit fiscal elevado, no responderá en lo sucesivo tanto al rol de auxiliar de la política monetaria para contraer el excedente de pesos derivado del sector externo, sino más bien a su contribución para honrar los vencimientos de la deuda que, entre intereses y amortizaciones, totalizan US$12.300 millones en 2008.

Sin embargo, la política en los meses de campaña no pareciera haber tomado nota de este cambio de escenario, y a la muy expansiva trayectoria fiscal de los primeros siete meses de 2007 (con gastos que crecen más de 15 p.p. por sobre los recursos, que crecen más de 30%) se suma ahora, en la recta final de la carrera electoral, un nuevo listado de medidas de gasto y/o reducción de ingresos, que llevarían el resultado de 2007 a 3,0% del PIB (2,1% sin contar los fondos adicionales de las AFJP’s) desde el 3,5% de 2006, y que además dejan sentado un arrastre de crecimiento del gasto en torno a 9% para 2008.

Este nuevo escenario internacional nos avisa que el círculo virtuoso de la política fiscal expansiva –contabilidad nacional pura- podría estar llegando a su fin: por un lado, un menor superávit empieza a impactar sobre la tasa de interés vía un aumento en la percepción de riesgo, en tanto la menor liquidez pone un límite al crecimiento del gasto financiable. En otras palabras, el endurecimiento en las condiciones de crédito nos recordó – después de varios años de extraordinaria liquidez mundial –  que la conexión entre tasas de interés y nivel de actividad también puede funcionar en “reversa” y que, paradójicamente, el endurecimiento de la política monetaria puede irrumpir en escena pasivamente como un resultado no deseado del ablandamiento de la política  fiscal.

Ahora bien, con este arrastre, la corrección necesaria compatible con un superávit primario en torno a 3% y recursos tributarios que crecerían 25%, implica reducir el aumento del gasto desde el 4% mensual en 2007 al 1,5% en 2008, manteniéndolo prácticamente estable en términos reales. ¿Estará en condiciones de hacerlo la próxima gestión? ¿Cuál será la coalición política dispuesta a ponerse un traje fiscal austero?

Si bien volver a encarrilar la trayectoria fiscal a un sendero virtuoso ya no luce tan sencillo, el margen de maniobra de la política económica todavía sigue siendo elevado. La lógica indica que, con un 2008 sin elecciones y un horizonte de cuatro años por delante, la nueva gestión arrancará procurando alcanzar un escenario convergente.

* Economista y Director de Estudio Bein & Asociados