Gracias a la soja, la Argentina supera el histórico estrangulamiento externo, sentencia Miguel Bein.La expansión de la frontera agrícola financia el déficit estructural de la industria. Tras la crisis, la economía está rebotando y crecería 3,6% el año que viene. La espada de Damocles es el excesivo gasto del Gobierno En el marco de Expo Estrategas 2009, el consultor y economista Miguel Bein trazó un panorama optimista de la economía que viene para la Argentina. Estos son los fragmentos principales de su ponencia:* Al ver la crisis internacional que hemos atravesado, uno diría: “La Argentina es un desastre”. ¿La Argentina va bien? No. ¿La dirigencia está buscando consenso para ver si en un proyecto de largo plazo podemos ser Australia? No. Prima el corto plazo, no tenemos agenda, vivimos en un desorganizado y mal armado.* Ahora, cuando uno se abastrae de esto, y mira la economía argentina en comparación con lo que ha pasado en la historia, no estamos tan mal. Históricamente, desde el año 1975, la Argentina explotaba por falta de divisas. Arrancaba un ciclo económico, se aumentaban los sueldos, venía un gobierno tipo Papá Noel, y a los 3 o 4 años nos quedábamos sin divisas. Teníamos una estructura exportadora rígida, porque además el consumo interno aumentaba y había menos saldo para exportar. Tenemos una industria muy poco integrada, porque cada vez que arranca la exportación arranca a lo loco la importación de insumos, repuestos y todo tipo de materiales y maquinarias. Con una oferta exportadora rígida, cada vez que arrancaba un ciclo, a los 3 o 4 años volaban las importaciones porque volaba la industria, el país entraba en déficit del sector externo. Los argentinos empezábamos a comprar dólares, se le iban los dólares al Banco Central y todo terminaba con una devaluación enorme y habitualmente con un cambio de gobierno. Cada vez que teníamos que volver a empezar empezábamos con un nivel de desmpleo y pobreza más alto.* En los últimos 12 o 13 años, en la Argentina se ha producido una historia distinta. Desde 1973 hasta 1996, teníamos una producción agrícola estable, del orden de las 34 o 36 millones de toneladas. Si llovía más llegaba a 43 y si llovía menos era de 26 o 27. Pero estable. Con la introducción de las nuevas tecnologías y la soja transgénica, se empiezan a volcar tierras adicionales a la producción agrícola. La producción empieza subir y toca los 96 millones de toneladas el año pasado. Este año tenemos una caída de 30 millones de toneladas. La Argentina pasó de tener 19 millones de hectáreas sembradas en 1973 a más de 34. Y todo es soja, que además se exporta en su totalidad.* Esto está revelando que están los dólares para importar los insumos que necesita la industria, que hasta ahora siempre nos abortaban los ciclos de crecimiento cada 3 o 4 años por falta de divisas. La Argentina es un país totalmente distinto al que era 12 años atrás. Es un país que va a generar este año 14.000 millones de dólares de superávit comercial, 1.000 millones más que el año pasado. Y este año se perdió una cosecha entera, de las normales de los años 80. Son 8.000 millones de dólares menos que vamos a tener de exportaciones agrícolas por la sequía.* La novedad es que en la Argentina (mal manejada y con incertidumbre), la fuga de capitales de 43.000 millones de dólares en los últimos dos años, fue financiada por el superávit externo de la nueva estructura comercial de la Argentina. En la economía argentina se dice “qué barbaridad, cómo se va la plata de la Argentina”, pero toda esa plata se produce antes. La Argentina fabrica los dólares que se van. No son dólares que vinieron por especulación financiera. Depende del lado que uno lo quiera mirar a esto, puede ser una mala o buena noticia.* Por primera vez en su historia, desde 1929, la Argentina es un país al que le sobran dólares. Estructuralmente a este país le sobran dólares. Ni quiero pensar los dólares que le podrían sobrar -no si vuelven los que se fueron- sino simplemente si no se van más. Todo lo que se fue se financió. Y se financió de una manera en la que las reservas del Banco Central cayeron 6.000 millones de dólares desde el máximo, en un año y medio. Pero están todavía en 45.000 millones de dólares, en un país que tuvo la tormenta perfecta: tuvo el conflicto con el campo, que además le sacó 5.000 millones de pesos a los depósitos; la caída de Lehman Brothers le sacó otros 5.000 millones de pesos a los depósitos; la gente se enojó tras la apropiación de los fondos de las AFJP y se llevó plata de los bancos; después tuvimos la sequía; se adelantaron las elecciones, y siempre bajaron los depósitos.* Terminamos la tormenta perfecta, y los depósitos están arriba. Subieron los depósitos en dólares, unos 3.000 millones de dólares. En la tormenta perfecta, se perdieron 10% de las reservas. No quiero pensar lo que podrían aumentar las reservas si la Argentina tuviera una agenda razonable, con menos pelea y resolución a través del consenso de temas de largo plazo.TRANSICION OPTIMISTA* Tenemos un tipo de cambio que si uno lo mide contra el real, en Brasil, está a más del doble, contra una canasta de monedas también está a más del doble, contra el dólar está a 1,57. Y hablamos de un dólar que ocho años atrás valía 80 centavos contra el euro, ahora vale 1,40. Y nosotros nos devaluamos en términos reales contra el dólar.* Esta es la primera vez en la que la transición política en 2011, la transición va a generar una expectativa optimista, y no va a generar temor. No sólo por los candidatos. Tenemos un grupo de candidatos que vienen por el centro con bastante bajo instinto ideológico. Vienen por el centro a conversar. Vamos a una etapa de más diálogo y más liviana ideológicamente. Con tránsitos muy parecidos. El equipo económico de los candidatos a presidente podría ser el mismo.* En el corto plazo, la economía está rebotando desde que se terminó la gripe A. Había empezado a rebotar antes de la gripe, que la volvió a mandar para abajo. Este año está cayendo, es un año que va a cerrar con un 2,1% de caída. Tenemos problemas de medición. Hay que hacer esfuerzos muy grandes para saber dónde estamos parados. A nosotros los números nos dan distintos de los del Indec. Para nosotros el año pasado, el PBI creció 5,3%. El primer trimestre nos dio 1,5% de caída, el segundo también dio 3,4 de caída. El tercero va a dar caída también, pero porque la base de comparación es alta (son los meses del año pasado en que salió toda junta la soja tras el conflicto con el campo). Pero ya a partir de octubre, si no se hacen desastres, la economía se va a recuperar, va a cerrar el año 2% abajo. El año que viene va a cerrar un 3,6% arriba.* La espada de Damocles de la economía argentina es la insaciable gastomanía de quienes gobiernan. Los últimos 3 años el gasto crece sistemáticamente más que la recaudación de impuestos. En 2007, 8 puntos más. Este año, el gasto creció a un ritmo del 30% anual hasta las elecciones, mientras la recaudación crecía al 13%. El superávit pasó de 4 puntos del PBI a 0 este año. Se recaudan unos 15.000 millones de pesos que antes iban a las AFJP y ahora son recaudación de impuestos. La Argentina perdió prácticamente el superávit fiscal. Esto es el resultado de un aumento del gasto de 5 o 6 puntos del Producto en los últimos 6 años, que se financió aumentando la presión tributaria por el lado de las retenciones y de la reforma de la seguridad social.* La proyección nuestra de ingresos por retenciones para el año que viene es de 35.000 millones de pesos. Cada punto de las retenciones a la soja que se discute implica 1.000 millones de pesos. Con el maíz o con el trigo, en cambio, no pasa gran cosa. Por eso se discute la soja y por eso no van a bajar. Y tampoco hace falta que bajen, porque a 1.000 pesos la tonelada la soja igual es rentable. La realidad es que, a pesar de nuestros dirigentes, si como ocurrió siempre en la historia, tras la sequía vuelve a llover, la mitad de los problemas económicos de corto se van a solucionar a partir de marzo o abril del año que viene. Hay un puente difícil de transitar, porque no va a quedar cola de cosecha de soja en enero, febrero y marzo. Van a faltar dólares hasta que conectemos con la cosecha gruesa -la de trigo será chica- en Semana Santa de 2010.* Con esta situación fiscal, la otra pregunta inevitable es si la Argentina va a pagar la deuda. En 2005, la Argentina tenía una deuda de 74 puntos del PBI. Ahora es del 46% del PBI. Hubo un desendeudamiento muy fuerte, en parte por haber frenado el valor técnico de los bonos que evolucionan por el CER. Serían 5 puntos del PBI, unos 15.000 millones de dólares. Pero además, con la captura del sistema de jubilaciones y pensiones -no hay mal que por bien no venga- y con las compras de bonos que hizo el Banco Central, la Argentina se desendeudó. Un 15% de la deuda está en manos del sector público. Son bonos que la Argentina tiene, pero que están en manos de la Anses, de la AFIP, etc.. Es deuda no defaulteable. La deuda entonces queda en 30 puntos del producto, que cuando uno le saca otros 5 puntos del producto de deuda no defaulteable con el BID y el Banco Mundial, baja a 25 puntos, es la mitad de la deuda de Brasil, la tercera parte de la deuda de Estados Unidos, un quinto de la de Japón. Es el país soñado para cualquiera que llegue al país y logre abrir el crédito externo.* La Argentina no tiene una agenda para ser demasiado optimista. No hay decisiones de inversión importantes, aunque en el corto plazo tampoco son tan necesarias en este contexto de recesión mundial, pero desde el punto de vista de su historia, de si nos espera o no lo peor, mi conclusión es que claramente no nos espera lo peor. Para la economía argentina, los próximos dos años son “Apocalipsis chau”.