En su último informe sobre el Panorama Económico Mundial, el FMI alertó sobre el recalentamiento (utilización plena de los recursos productivos con presiones inflacionarias) como uno de los principales riesgos de las economías emergentes. Para evitar un aterrizaje forzoso de sus economías, el FMI sugiere restringir la política monetaria vía el aumento de las tasas de interés, para encarecer el costo del financiamiento del consumo y la inversión, y así moderar las presiones inflacionarias.Aunque cabe recordar que si bien el crecimiento rápido del mundo en desarrollo es uno de los ingredientes estructurales (de largo plazo) de la inercia inflacionaria actual (fundamentalmente a partir de la incorporación de personas al consumo de proteína animal como en China e India), es el escenario coyuntural (de corto plazo) de fuerte inyección de dólares del Banco Central de USA (Fed) y restricciones de oferta puntuales el que permitió la explosión, en el margen, de los precios de las materias primas. Situación que empieza a trasladarse a la dinámica de la inflación. De ahí, el retorno del problema de la inflación en la agenda de trabajo de los bancos centrales del mundo. En este contexto, la regla en buena parte de las economías en desarrollo ha consistido entre un mix para frenar el ingreso de capitales especulativos que fortalecen la moneda doméstica y al mismo tiempo apretar el freno de la política monetaria vía la suba de la tasa de interés. En este último caso el objetivo es evitar el traspaso de la inflación de materias primas al mundo de las expectativas inflacionarias a través de un proceso de espiralización precio-salario.Hagamos una lectura rápida de los casos más importantes. En Brasil, donde la inflación anualizada del primer trimestre escaló al 10%, la autoridad monetaria aumentó la tasa de 10,75% a 11,25%. En Chile, si bien la inflación ya orilla el 3,4%, la dinámica de los precios se viene acelerando fuertemente en el margen por el impulso de los precios de la energía y los alimentos. Así, el Banco Central, elevó la tasa de interés de 0,5% (en mayo de 2010) al 4,5% actual. En sintonía con estos vecinos de Latinoamérica, la política monetaria de Colombia también ajusta la canilla de liquidez. Y también, más allá de nuestro continente, en China, donde la inflación anualizada del primer trimestre también alcanza el 10%, los hacedores de política siguen restringiendo la creación del crédito bancario en combinación con subas de tasas para contener el aumento de los precios. Está claro que en estas economías la estabilidad de precios es un objetivo independiente de los incentivos políticos del gobierno de turno. En este universo de las economías emergentes, la política monetaria de Argentina y Venezuela confirman la excepción de la regla. En nuestro caso, la estrategia actual de sostener el precio del dólar, en un mundo donde el billete verde se desploma, hace ruido en un contexto macro donde el gobierno mantiene el pie en el acelerador tanto en el frente fiscal como en el monetario. Sólo recordemos que la estabilidad de precios es una condición necesaria para diseñar proyectos de inversión de mediano y largo plazo y, por ende, para transitar la senda del crecimiento económico sustentable. Amén de que el ritmo actual al que gira la rueda de los precios y salarios no es consistente con la estrategia cambiaria y de tarifas congeladas a mediano plazo. *Analista de Estudio Bein & Asociados. |