Hacia fines de 2012, el Banco Central de Japón anunció un programa de expansión monetaria de 60/70 billones de yenes por año vía la compra de títulos en pos de alcanzar una meta explícita de inflación de 2% anual. A un año y medio de esa intervención, se pueden evidenciar algunos cambios sustanciales: En primer lugar, la devaluación del yen contra el dólar norteamericano del 32% desde septiembre de 2012 resultante, compensó la pérdida de competitividad de las industrias japonesas derivada de la apreciación acentuada luego de la crisis sub prime y del deterioro de los términos del intercambio. El yen volvió a 101 yenes por dólar luego de haber llegado a 76 yenes por dólar hacia mediados de 2012. En un segundo lugar, la intervención ilimitada de la política monetaria y la devaluación de la moneda lograron revertir 15 años de deflación con una inflación general que pasó de una tasa negativa del 1% i.a. a la zona de 1,4% i.a. en un contexto donde las tasas de interés reales ajustaron a la baja. En tercer lugar, el escenario de aumento de las expectativas de inflación junto con la mejora de la competitividad de las empresas exportadoras en un contexto de alta liquidez puso en marcha la rotación financiera desde el mercado de bonos hacia las acciones en una economía donde el Índice Nikkei acumula una suba del 63% desde septiembre de 2012. De todas formas, este círculo virtuoso generado por la intervención monetaria, la devaluación del yen y la suba de los precios de las acciones no es lineal, sino que enfrenta riesgos potenciales y necesita complementarse con la incorporación de reformas estructurales en el mercado de trabajo en pos de ganar sostenibilidad en el tiempo. Si el traslado a precios de la devaluacióndel yen japonés a la inflación de alimentos (5,8% i.a.) y energía (7,8% i.a.) no es acompañado por una recomposición consistente de los salarios, el deterioro resultante de los ingresos reales pondría en riesgo el círculo virtuoso activado por la devaluación del yen y la suba de los precios de las acciones. Asimismo, el cambio estructural asociado a la migración geográfica de las compañías japonesas frente al aumento de los costos derivado de la apreciación del yen luego de la crisis financiera global, amplificó la elasticidad importaciones de las exportaciones, en una economía donde los términos del intercambio siguieron ajustando a la baja. Frente a este contexto, el deterioro del déficit comercial siguió de largo a pesar de la devaluación, en una economía donde el adelantamiento de las decisiones de consumo frente a la expectativa de suba del impuesto al valor agregado dio un impulso adicional a las importaciones durante el primer trimestre del año. En algún punto, si el deterioro del déficit comercial siguiera de largo y la balanza de la cuenta corriente se torna negativa, el aumento resultante de las tasas de interés podría interrumpir el círculo virtuoso de Abenomics. Hacia adelante, todo parecería indicar que la suba de impuestos programada a partir de abril impactaría sobre los datos de crecimiento del segundo trimestre, presionando a la autoridad monetaria a aumentar la dosis del estímulo monetario asociada a la compra de bonos en pos de reactivar la devaluación del yen y así acelerar la convergencia hacia la meta de inflación del 2% anual. |