- Cuidar las Reservas: una prioridad
- Dos líneas de acción no necesariamente consistentes
- El desvelo es: ¿Cómo frenar la “corrida” al dólar turista?
- Energía, Autos y Electrónica de Consumo ¿Déficit estructural?
- Tasa o Brecha… ¿Qué es más contractivo?
- Inflación: las dos anclas que estabilizaron los precios en 2013
El fallo de la Corte Suprema sobre la Ley de Medios corrió a un segundo plano los resultados de las elecciones legislativas que ocupaban el centro de la escena y los debates. Pero más allá de la catarata de eventos de la política, los temas más acuciantes de la macroeconomía no cambiaron. Y aunque “el día después” transcurrió sin mayores novedades, las consecuencias sobre el nivel de reservas que genera el desequilibrio de precios relativos acelerado por el “macrocidio” de la política en 2010 y 2011 (paritarias al 35% por año, tarifas congeladas y dólar moviendose sólo 4,5% y 7,5% en cada año), requiere de acciones consistentes de política económica.
Lo que resulta evidente es que si bien el cepo evita que sea el mercado el que defina el nivel del dólar, no evita que se agudice el ingenio en pos de conseguir todos los dólares oficiales que se pueda mientras se retiene la oferta. Esto es lo que vimos fundamentalmente en el último mes y medio, cuando el BCRA tuvo que vender cerca de US$2.000 millones para sostener la devaluación del dólar en la zona del 27% anualizado. Ritmo de caída que evidentemente no se puede sostener, dado el stock de Reservas en torno a US$33.000 millones y el horizonte de dos años por delante. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido luego de las elecciones de 2011, donde el día después del gran triunfo del Gobierno arrancó la catarata de medidas bautizadas entonces como “sintonía fina”: cepo cambiario presentado inicialmente como un mecanismo de control fiscal, y aumentos segmentados a las tarifas de servicios públicos, hasta que el accidente de Once sepultó la agenda, esta vez la política económica pareciera paralizada a la espera de que la Presidenta vuelva a sus funciones y defina el curso a seguir, y sólo aceleró en el margen el ritmo de devaluación.
Puesto en números en 2012 y 2013, cepo mediante, la economía perdió cerca de US$14.000 millones de dólares de las Reservas, aún cuando la fuga de capitales y las remesas de utilidades se contrajeron en conjunto nada menos que US$37.000 millones en igual lapso. Parte de la explicación está dada por la corrección a la baja del superávit comercial y de servicios reales, en gran medida por el creciente déficit de cuatro sectores en un contexto donde las exportaciones primarias crecen poco. Estos son: energía, autos y autopartes, electrónica de consumo y turismo (incluyendo compras online con tarjeta en dólares). Los cuatro sectores manejan un déficit de divisas de US$34.000 millones por año, US$28.000 millones más que en 2010 y en conjunto con las mayores cancelaciones netas de deuda pública y privada por otros US$28.000 millones, más que compensaron el ahorro de Reservas generado por la “prohibición” de la fuga de capitales.
Mantener el status quo actual resulta inviable, sobre todo cuando las perspectivas del sector exportador no muestran a priori un salto relevante para el próximo año. Es precisamente este escenario de escasez acelerada, la razón por la cual el Gobierno está pensando en dos líneas de acción de cara a una transición de dos años, que se suman al intento de limitar el atraso cambiario hacia adelante vía aumentos del dólar más en línea con los salarios y la inflación. La primera línea de acción, comentada en nuestro informe pasado, apunta a abrir la cuenta capital a través de mecanismos no convencionales que amortigüen los costos de la escasez. La segunda línea de acción, apunta directamente a moderar algunos de estos desequilibrios. Y en este caso, las fichas están puestas en el turismo y los gastos con tarjeta en dólares, toda vez que se pretende limitar el impacto negativo sobre el nivel de actividad y empleo, algo que necesariamente se requeriría en el corto plazo si se pretendiera reducir el desequilibrio del sector energético (Vaca Muerta no va a revivir en el corto plazo y en el ínterin la inversión requiere de divisas), del sector automotor (con un parque automotor de 15 millones de unidades y ventas anuales que agregan 900.000 unidades cada año) y/o del sector de electrónica de consumo (que mantiene niveles de producción y ventas récord en un mercado protegido y con alto costo fiscal).
Puntualmente respecto a la “corrida al dólar turista”, hay discusión sobre los mecanismos para disuadir la demanda y alentar la oferta. El menú de opciones va desde subir el costo por la vía fiscal (aumentando la percepción actual del 20%) y/o implementar cupos para acceder al mercado cambiario con esta finalidad, a directamente desdoblar el tipo de cambio con un dólar turista más alto. Ahora bien, como venimos sosteniendo, ninguno de estos mecanismos está exento de costos y si bien un desdoblamiento formal, tendría la ventaja no sólo de desalentar la demanda de divisas sino también de alentar la oferta, corre el riesgo no menor de que la reducción del déficit de divisas del turismo sea más que compensada por un desaliento a las exportaciones de otros sectores que retengan oferta a la espera de acceder al dólar más alto para liquidar sus exportaciones. Veremos cuales son finalmente las medidas adoptadas, de momento el debate interno al respecto pareciera estar entrando en la recta final mientras las reservas caen aceleradamente. Por lo pronto arrancaron obligando a las cerealeras a financiarse en el exterior, comprometiendo US$2.000 millones en los próximos meses, al cortar de facto el financiamiento local de los bancos.