Mes a mes la trayectoria de la recaudación sorprende incluso a las proyecciones más optimistas. El aumento en los ingresos crece casi 3 p.p. por encima del PIB nominal, generando un aumento en la presión tributaria que a nivel nacional ascendería a 23% del PIB en 2006, 6 p.p. más que en los mejores años de la Convertibilidad. Esta fenomenal evolución de los ingresos, característica de economías que crecen rápido varios años, a la que se suma el impuesto inflacionario (con mínimos no imponibles que -con excepción de algunos cambios en los mínimos del impuesto a las Ganancias sobre los que se gravan salarios, para compensar la puja distributiva-, no se modificaron a pesar del aumento de 90% en la inflación) y los “nuevos tributos de emergencia”, como el impuesto al cheque y las retenciones, que explican un 17,5% de la recaudación, no se ve reflejada en igual cuantía en el resultado fiscal. La trayectoria del gasto creciendo por sobre los recursos deriva en una lenta caída del superávit primario en porcentaje del producto, más rápida cuando se considera también a las provincias, en las que la mejora en los ingresos se dio a un ritmo menor (en parte porque los nuevos impuestos no se coparticiparon en su totalidad). Es cierto que cuando se analiza la foto, la situación de las cuentas fiscales de la Nación, con un superávit primario estimado en 3,6% del PIB en 2006 (1,8% después de intereses) resulta holgada, en tanto las necesidades de financiamiento son más que manejables. Sin embargo, y analizando la sostenibilidad del modelo, una performance fiscal insuficiente genera tres tipos de problemas: En el corto plazo, reduce los pesos gratis para comprar dólares, poniendo una mayor presión sobre las arcas del BCRA, que debe esterilizar el excedente de pesos del sector externo resultante del sendero de lenta apreciación del tipo de cambio real. En el mediano plazo, aumenta la dependencia fiscal de los derechos de exportación, algo que no pareciera ser sostenible en el tiempo en la medida en que la trayectoria del tipo de cambio avance hacia el equilibrio, algo que tendería a acelerarse en los próximos años en un escenario de reducción de la brecha laboral. Y en el largo plazo, limita la reducción acelerada del ratio Deuda a PIB, con su impacto sobre el acceso al financiamiento una vez que las cuentas externas y el tipo de cambio lleguen al equilibrio, con el riesgo de que se gatille una fuga de capitales. Un ejercicio de solvencia en base a distintas trayectorias del gasto nos permite analizar la sustentabilidad del modelo a largo plazo con supuestos que convalidan un sendero de crecimiento convergente hacia el potencial, una trayectoria suave de apreciación real del tipo de cambio, un aumento en los recursos semejante al del PIB nominal a partir de 2008 e intereses que surgen de añadir al perfil actual el refinanciamiento de las necesidades a una tasa del 8,5% anual. En base a esto elaboramos tres escenarios con distintas trayectorias del Gasto: una donde crecen igual que los recursos y otras dos donde crecen 2 p.p. por encima y 2 p.p. por debajo respectivamente. Del ejercicio surge que sólo en el escenario donde los gastos crecen sistemáticamente por encima de los recursos se produce una erosión año a año del resultado financiero. En los otros casos, el superávit se fortalece e incluso, en el caso más optimista, permite reducir en gran medida la dependencia de los tributos al sector externo y por ende del tipo de cambio depreciado. Si bien en los tres escenarios se observa una caída en la relación deuda-producto dado el crecimiento del PIB en dólares, la caída es sensiblemente mayor en el escenario optimista. El crecimiento de los Gastos por sobre los recursos se explica básicamente por la trayectoria de los Gastos de Capital, que crecieron a un ritmo de 60% anual. En particular, en octubre la Inversión Real Directa aumentó 147% i.a., llevando a que los Gastos totales crecieran 29% i.a., 6 p.p. menos que la extraordinaria recaudación del mes, pero 5 p.p. más que la recaudación promedio de los primeros 10 meses del año. Visto de otra forma, casi un 40% del aumento en la tasa de inversión en 2006 se explica por el Sector Público Consolidado. *Directora Estudio Bein & Asociados. |